El fin de esta página es ayudar al lector creyente a rezar con los iconos. La invitación no va seguida de exposición alguna sobre métodos, ejercicios, prácticas más o menos espirituales para intentar acercarse mejor al Dios trascendente.
El icono capta la palabra de Dios a través de la luz y el color, como imagen. Y ya esta palabra nos es más familiar a nuestra teología occidental, porque el mismo Jesús es la imagen visible, a través de su humanidad, de quien es inefable. Los apóstoles predicaban “lo que oímos, lo que vieron nuestros ojos, lo que palparon nuestras manos”(1Jn1,1), reivindicando la experiencia sensorial de Cristo frente a la posterior tendencia a acercarse –especialmente en Occidente, a partir de 1054- con la sola razón a su misterio. San Juan Damasceno dirá "Las imágenes son el catecismo de los que no leen". La música de fondo de las palabras de san Juan Pablo II le acompañará por todo el sitio. Sus páginas traerán a sus ojos el icono, con el deseo de que también le traigan la presencia del representado y, en definitiva, la santidad de Dios.