El lugar de los fieles
311. Dispónganse los lugares para los fieles con el conveniente cuidado, de tal forma que puedan participar debidamente, siguiendo con su mirada y de corazón, las sagradas celebraciones. Es conveniente que los fieles dispongan habitualmente de bancas o de sillas. Sin embargo, debe reprobarse la costumbre de reservar asientos a algunas personas particulares. En todo caso, dispónganse de tal manera las bancas o asientos, especialmente en las iglesias recientemente construidas, que los fieles puedan asumir con facilidad las posturas corporales exigidas por las diversas partes de la celebración y puedan acercarse expeditamente a recibir la Comunión.
Procúrese que los fieles no sólo puedan ver al sacerdote, al diácono y a los lectores, sino que también puedan oírlos cómodamente, empleando los instrumentos técnicos de hoy. (IGMR 311)
6.i.-La nave
Este término suele utilizarse habitualmente al referirse a cada uno de los espacios que entre muros, filas de arcadas o columnas se extienden a lo largo de los templos u otros edificios importantes. La nave principal es la que ocupa el centro del templo desde la puerta de ingreso hasta el crucero o el presbiterio, generalmente con mayor elevación y más anchura que las laterales paralelas a ella.
Dependiendo de la distribución de las naves en el interior de la iglesia, existen dos tipos principales de planta en las iglesias cristianas: la planta cruciforme (una nave principal cruzada por otra transversal o transepto) y la planta basilical (una, tres o cinco naves paralelas que conforman una estructura rectangular y terminan en presbiterios).
6.ii.-El coro
La Constitución sobre la Sagrada Liturgia, Concilio Vaticano II, fundamenta para los tiempos contemporáneos el uso del canto de los fieles en la liturgia.
“ La Iglesia desea ardientemente que se lleve a todos los fieles a aquella participación plena, consciente y activa, en las Celebraciones litúrgicas, que exige la naturaleza de la Liturgia misma, y a la cual tienen derecho y obligación en virtud del Bautismo (14)".
“Los católicos, lectores, comentadores y cuantos pertenecen al Coro, desempeñan un autentico ministerio litúrgico. Ejerzan, por tanto, su oficio con la sincera piedad y el orden que conviene a tan gran Misterio, y les exige con razón el Pueblo de Dios”.- (29)
El coro nace en los templos monásticos, con características propias de la vida monacal, es decir, iglesias con presbiterio poco profundo para celebrar en el altar principal y amplio coro en la nave central para cantar el oficio divino. Más adelante, cuando empiezan a aparecer las ciudades y las catedrales románicas, estas nuevas iglesias que se levantan en las ciudades episcopales acogen sin reservas los esquemas formales sólidamente estructurados y probados en el ámbito monástico, cuyo uso también se adoptó. Si a esto se añade la inicial vida reglada de los canónigos de la catedral y la serie de obligaciones, de tradición igualmente monástica, como el rezo en comunidad de las horas canónicas en el coro, no es de extrañar que no sólo fuera adoptada la arquitectura del templo sino también el modo de utilizarlo.
Sin embargo, a diferencia del carácter privado del templo monástico, donde no había prácticamente lugar para los laicos, pues la nave mayor la ocupaban los coros de los padres y a continuación el de los hermanos o conversos, la catedral, que es la primera iglesia de la diócesis, donde está la cátedra del obispo y cuyo culto solemne sostiene un cuerpo capitular, debía de dar también acogida a los fíeles.
¿Qué lugar quedaba para ellos? Sin duda el que ocupaban los conversos en las iglesias monásticas, el espacio del templo tras el coro.
Pero el problema en las iglesias modernas, en especial a partir del Vaticano II que impulsa la participación de los fieles en la celebración, participación que puede revestir la forma de canto, exige otras soluciones más sencillas y asequibles. Es relativamente frecuente que el coro ocupe un lugar cerca del altar, en un lateral del mismo, aunando la cercanía a la nave central y a los fieles con la mayor integración de sus participantes en el conjunto de la Asamblea.
Por su parte, la O. G. del Misal Romano, dice:
312. Los cantores, teniendo en cuenta la disposición de cada iglesia, colóquense de tal manera que aparezca claramente su naturaleza, es decir, que ellos hacen parte de la comunidad congregada y que desempeñan un oficio peculiar; donde se haga más fácil el desempeño de su oficio y a cada uno de los cantores se les permita cómodamente la plena participación sacramental en la Misa.
313. Colóquense en un lugar apropiado el órgano y los demás instrumentos musicales legítimamente aprobados, para que puedan ser ayuda, tanto para los cantores, como para el pueblo que canta; y donde puedan ser cómodamente escuchados por todos cuando intervienen solos.[124]