La huida a Egipto

00.Huida a Egipto

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1.-Introducción

El Evangelio de Mateo revela un hecho singular en los relatos de la infancia de Jesús. Apenas nacido, unos magos de Oriente se dirigen a Herodes para preguntarle dónde había nacido el rey de los judíos, pues “hemos visto su estrella y venimos a adorarle”. Recibida la pertinente información, Herodes les pide que vayan a Belén y, tras haberle encontrado, se vuelvan a pasar por su palacio para informarle, pues también él quería adorarle. Al volver, los magos recibieron en sueños información de las verdaderas intenciones de Herodes y partieron hacia su país sin revelar al tirano el paradero del Niño (Mt 2,1-11).

El temor de lo que podía representar para la estabilidad de su cargo dentro del imperio romano la existencia de un futurible “rey de los judíos” y el desaire sufrido enfureció al gobernante de Palestina, que, deseando acabar de raíz con cualquier peligro futuro, da la orden de matar a los niños menores de dos años existentes en Belén. (Mt 2,16).

El tema presente trata de la aventura de la Sagrada Familia cuando, tras una advertencia del ángel del Señor a José, éste coge a María y al Niño y huye a Egipto.

 

2.-La historia

La historia de la huida de la Sagrada Familia a Egipto está contenida únicamente en el Evangelio de Mateo. Después de que los magos, después de haber llevado sus regalos al niño Jesús, no regresaron al rey Herodes, un ángel se apareció en sueños al justo José y le ordenó:
"Levántate, toma al Niño y a su Madre y corre a Egipto, y sé allí hasta que yo os diga, porque Herodes quiere buscar al Niño para matarlo” (Mat. 2:13).

José cumplió esta orden y de noche con la Virgen María y el niño Jesús partió hacia Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes

Dado que la historia de Mateo es muy corta, los artistas buscaron detalles en otras fuentes. Por un lado, los escritos apócrifos enriquecieron los episodios del viaje de la Sagrada Familia con detalles que, con más detenimiento, se verán en el punto 4.-La Leyenda.

Por otro, distinguieron tres etapas en la historia de la Huida a Egipto:
 La salida de la Sagrada Familia desde Nazaret a Egipto,
 La muerte de los niños inocentes, y
 El regreso de Egipto

y esta distinción dio lugar, naturalmente, a un gran enriquecimiento de la imaginería popular.

La historia de lo que sucedió inmediatamente después de la adoración de los Reyes Magos no sólo es brevemente tratada en los Evangelios, sino que lo poco que se habla de ella se hace de forma inconsistente. Las versiones de la historia, relatadas por Mateo y Lucas, son difíciles de conciliar cronológicamente, pues mal se lleva la urgencia de la huida de Nazaret, tal como la cuenta Mateo, con el cumplimiento estricto de la ley mosaica, que exigía el exacto cumplimiento de unos plazos y unos ritos: circuncisión del niño a los ocho días, presentación del mismo al templo y observación de un periodo de cuarenta días para la purificación de María.

Esta historia de la Huida a Egipto se reflejó en los escritos cristianos primitivos y en la literatura apócrifa contemporánea. Pero si en el primer caso, no hay más que una simple repetición de ciertos detalles del texto evangélico canónico, o, como mucho, de unos simples comentarios exegéticos más detallados, en el segundo, se intenta completar los eventos no mencionados en el Evangelio con una gran libertad imaginativa

Las fuentes apócrifas, en contraste con los textos canónicos, contienen una descripción de numerosos detalles y milagros asociados con la huida a Egipto. Aunque en el primero de los evangelios de la infancia, el Protoevangelio de Santiago (c. 150), apenas menciona esta historia, hay descripciones más detalladas del camino recorrido hasta Egipto contenidas en el Evangelio de Pseudo-Mateo (siglo IV) y el Evangelio árabe de la Infancia del Salvador (siglo VI).

2.01.El sueño de Jose y la huida a Egipto Mosaico del exonarthex del templo del monasterio de Khor(Kahriye jami) sigloXIV 

 

 

 

El sueño de José y la huida a Egipto. Mosaico del exonarthex del templo del monasterio de Khor (Kahriye-jami) en el campo K. siglo XIV

 

 

 

 

 

 

 

 

3.-Los textos

El evangelista Lucas confiesa desde el principio de su Evangelio su firme propósito de atenerse en su crónica a los principios que hoy llamaríamos de imparcialidad informativa:
Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo he resuelto escribírtelos por su orden, ilustre Teófilo, después de investigarlo todo diligentemente desde el principio, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido (Lc 1,1-4)

Es posible que en la intención teológica general de Lucas al escribir --esa constante alabanza a Dios en sus primeros capítulos del Evangelio-- no encajara este episodio, que describe la ira impotente de Herodes y, así, "la Huida a Egipto" quedó fuera de la narración

En cambio, para el evangelista Mateo, que se dirige a judíos convertidos al cristianismo, era importante mostrar que Jesús de Nazaret es el Mesías anunciado por los profetas del Antiguo Testamento como realización de la promesa de la Alianza. Así lo cuenta:
Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo». Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: «En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las poblaciones de Judá, pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel”». Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: «Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo». Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino (Mt2 1-12)
El evangelista Mateo tiene un gran empeño en decir a la comunidad cristiana de origen judío que en Cristo se cumplen las múltiples profecías mesiánicas y, por ello, salpica su texto con numerosas referencias veterotestamentarias. Y, conforme a ello, continua:
Cuando ellos se retiraron, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo».
Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos y rehúsa el consuelo, porque ya no viven».
Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo:
«Levántate, coge al niño y a su madre y vuelve a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño». Se levantó, tomó al niño y a su madre y volvió a la tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes tuvo miedo de ir allá. Y avisado en sueños se retiró a Galilea y se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo dicho por medio de los profetas, que se llamaría nazareno.

(Mt 2, 13-23)

3.01.Escapar a Egipto Copto icono sigloXVIII (t. al Mualaka El Cairo)

 

 

Escapar a Egipto. Copto. icono. siglo XVIII
(t. al-Mualaka en El Cairo)

Por ejemplo, este pasaje de la huida a Egipto de Jesús y su posterior vuelta a Nazaret parece anticipado, tanto por la biografía de Moisés –que milagrosamente logra exiliarse de la ira de Faraón—como por la profecía de Oseas: “Cuando Israel era joven lo amé, y de Egipto llamé a mi Hijo” (Os 11,1).

 

4.-La leyenda

Esta historia de la Huida a Egipto se reflejó en los escritos cristianos primitivos y en la literatura apócrifa contemporánea. Pero si en el primer caso no hay más que una simple repetición de ciertos detalles del texto canónico o, como mucho, unos simples comentarios exegéticos más detallados, en el segundo se intenta completar los eventos no mencionados en el Evangelio con una gran libertad imaginativa.

Fruto de esta libertad es la extensa literatura apócrifa, fuente de numerosos hechos que no se encuentran en los escritos canónicos. Por sus referencias a esta etapa temprana de la vida de nuestro Señor, se destacan:
Evangelios de la Natividad
Protoevangelio de Santiago
• Evangelio del pseudo-Mateo
• Evangelio de la natividad de María
• Extractos del Liber de infantia Salvatoris (cód. Arundel 404 del British Museum)
• Evangelio Secreto de la Virgen María
• Otros apócrifos de la Natividad
Evangelios de la Infancia
Evangelios de la infancia de Tomás
• Evangelio árabe de la infancia
• Historia de José el carpintero
• Evangelio armenio de la infancia
• Liber de Infantia Salvatoris

(ms. lat. 11867 de la Biblioteca Nacional de París)
(tomado de https://es.wikipedia.org/wiki/Evangelios_ap%C3%B3crifos#Evangelios_de_la_Infancia, 26.12.2022)

No obstante las limitaciones que el carácter no canónico da a cualquier pretensión de veracidad, los Padres utilizaron en sus escritos motivos obtenidos directamente de estos texto (p.e. se conoce que Cirilo de Jerusalén dice que Cristo fue a Egipto para aplastar los ídolos hechos por manos humanas). Más aún, algunos fueron incorporados a la liturgia del tiempo navideño.

Como es un verdadero deleite recrearse en la lectura de estos hechos extraordinarios que iluminan los años de la infancia de Jesús pasados forzosamente fuera de su tierra de Galilea, vamos a reproducir algunos de los más conocidos, tomados de el Evangelio de Pseudo-Mateo, que da cuenta de la huida a Egipto entre sus párrafos XVIII y XXV. En ellos narra numerosos hechos extraordinarios, fuentes de posteriores leyendas: describe cómo los dragones adoran al Niño Jesús (XVIII); cómo leones y leopardos guían la caravana (XIX); cómo la palmera da sombra a la familia sagrada (XX y XXI); o la milagrosa reducción del tiempo en el difícil viaje a una tierra lejana (XXII).

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Jesús y los dragones
Habiendo llegado a una gruta, y queriendo reposar allí, María descendió de su montura, y se sentó, teniendo a Jesús en sus rodillas. Tres muchachos hacían ruta con José, y una joven con María. Y he aquí que de pronto salió de la gruta una multitud de dragones, y, a su vista, los niños lanzaron gritos de espanto. Entonces Jesús, descendiendo de las rodillas de su madre, se puso en pie delante de los dragones, y éstos lo adoraron, y se fueron. Y así se cumplió la profecía de David: “Alabad al Señor sobre la tierra, vosotros, los dragones y todos los abismos” (XVIII)

Los leones guían la caravana
Igualmente los leones y los leopardos lo adoraban, y los acompañaban en el desierto. Por doquiera que iban José y María, ellos los precedían, señalaban la ruta, e, inclinando sus cabezas, reverenciaban a Jesús. El primer día que María vio venir leones y toda clase de fieras hacia ella, tuvo gran temor. Pero el niño Jesús, mirándola alegremente, le dijo: No temas nada, madre mía, que no es por hacerte mal, sino para obedecerte, por lo que vienen a tu alrededor. Y, con estas palabras, disipó todo temor del corazón de María.
Los leones hacían camino con ellos y con los bueyes y los asnos y las bestias de carga que llevaban los equipajes, y no les causaban ningún mal, sino que marchaban con toda dulzura entre los corderos y las ovejas que José y María habían llevado de Judea, y que conservaban con ellos. Y andaban también por entre los lobos, y nadie sufría ningún mal. Entonces se cumplió lo que había dicho el profeta: “Los lobos pacerán con los corderos, y el león y el buey comerán la misma paja”. Porque había dos bueyes y una carreta en la que iban los objetos necesarios, y los leones los dirigían en su marcha (XIX)

Milagro de la palmera
Y ocurrió que, al tercer día de su viaje, María estaba fatigada en el desierto por el ardor del sol, y, viendo una palmera, dijo a José: Voy a descansar un poco a su sombra. Y José la condujo hasta la palmera, y la hizo apearse de su montura. Cuando María estuvo sentada, levantó los ojos a la palmera, y, viendo que estaba cargada de frutos, dijo a José: “Yo quisiera, si fuese posible, probar los frutos de esta palmera”. Y José le dijo: “Me sorprende que hables así, viendo la altura de ese árbol, y que pienses en comer sus frutos. Lo que a mí me preocupa es la falta de agua, pues ya no queda en nuestros odres, y no tenemos para nosotros, ni para nuestros animales”.
Entonces el niño Jesús, que descansaba, con la figura serena y puesto sobre las rodillas de su madre, dijo a la palmera: “Árbol, inclínate, y alimenta a mi madre con tus frutos”. Y a estas palabras la palmera inclinó su copa hasta los pies de María, y arrancaron frutos con que hicieron todos refacción. Y, no bien hubieron comido, el árbol siguió inclinado, esperando para erguirse la orden del que lo había hecho inclinarse. Entonces le dijo Jesús: “Yérguete, palmera, recobra tu fuerza, y sé la compañera de los árboles que hay en el paraíso de mi Padre. Descubre con tus raíces el manantial que corre bajo tierra, y haz que brote agua bastante para apagar nuestra sed”. Y en seguida el árbol se enderezó, y de entre sus raíces brotaron hilos de un agua muy clara, muy fresca y de una extremada dulzura. Y, viendo aquella agua, todos se regocijaron, y bebieron, ellos y todas las bestias de carga, y dieron gracias a Dios. (XX).

La palma de la victoria
A la mañana siguiente, partieron, y, en el momento en que se ponían en camino, Jesús se volvió hacia la palmera y dijo: “Yo te concedo, palmera, el privilegio de que una de tus ramas sea llevada por mis ángeles y plantada en el paraíso de mi Padre. Te quiero conferir este favor, para que se diga a aquellos que hayan vencido en cualquier lucha: Has obtenido la palma de la victoria”. Y, mientras decía esto, he aquí que un ángel del Señor apareció sobre la palmera, y, tomando una de sus ramas, voló hacia el cielo con ella en la mano (XXI)

Abreviación del caminar
Y, según caminaban, José dijo a Jesús: “Señor, el calor nos abruma. Tomemos, si quieres, el camino cercano al mar, para poder reposar en las ciudades de la costa”. Jesús le respondió: “No temas nada, José, que yo abreviaré nuestra ruta, de suerte que la distancia que habíamos de recorrer en treinta días la franqueemos en esta sola jornada”. Y, mientras hablaban así, he aquí que, mirando ante ellos, divisaron las montañas y las ciudades de Egipto. (XXII)

Los ídolos de Sotina
Alegremente entraron en el territorio de Hermópolis y llegaron a una ciudad denominada Sotina, y, como no conocían a nadie que hubiese podido darles hospitalidad, penetraron en un templo que se llamaba el capitolio de Egipto. Y en este templo había trescientos sesenta y cinco ídolos, a quienes se rendían a diario honores divinos con ceremonias sacrílegas.
Y sucedió que cuando la bienaventurada María con su Niño entró en el templo, todos los ídolos cayeron a tierra, sobre sus rostros, y fueron destruidos y quebrados, y así revelaron que no eran nada

Cumplimiento de una profecía de Isaías
Entonces se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: “He aquí que el Señor vendrá sobre una nube ligera, y entrará en Egipto, y todas las obras de la mano de los egipcios temblarán ante su faz” (XXIII)

Afrodisio adora a Jesús
Y, anunciada la nueva a Afrodisio, gobernador de la ciudad, éste vino al templo con todas sus tropas. Y, al verlo acudir, los pontífices del templo esperaban que castigase a los que habían causado la caída de los dioses. (XXIV 1)
Pero, entrando en el templo, cuando vio a todos los ídolos caídos de cara al suelo, se acercó a María, y adoró al niño, que ella llevaba sobre su seno, y, cuando lo hubo adorado, se dirigió a su ejército y a sus amigos, diciendo: Si éste no fuera el Dios de nuestros dioses, éstos no se prosternarían ante él, por lo que atestiguan tácitamente que es su Señor. Conque, si nosotros no hacemos prudentemente lo que vemos hacer a nuestros dioses, correremos el riesgo de atraer su indignación y de perecer, como ocurrió al Faraón de Egipto, que, por no rendirse a grandes prodigios, fue ahogado en el mar con todo su ejército. Entonces, por Jesucristo, todo el pueblo de aquella ciudad creyó en el Señor Dios.( XXIV.2)

 4.02.El regreso de la Sagrada familia icono Copto comienzo sigloXVIII

 

 

 

 

4.02El-regreso-de-la-Sagrada-familia_
icono-Copto_comienzo-sigloXVIII

 

Regreso de Egipto a Judea
Poco tiempo más tarde, el ángel dijo a José: Vuelve al país de Judá, pues muertos son los que querían la vida del niño. (XXV)

Otros "Evangelios de la infancia", de forma semejante, hablan de todo tipo de acciones extraordinarias realizadas por Jesús en Egipto. Después, a medida que pasaba el tiempo:
"Muy pocas fueron las disciplinas artísticas de los siglos antiguos que prescindieron en sus repertorios del tema de origen bíblico de la huida a Egipto de la Sagrada Familia a lo largo y ancho de la cristiandad"

Así comienza el trabajo de Dª Emma Herrán Alonso “Cuatrocientos Años del Arte Nuevo de Hacer Comedias de Lope de Vega” que con singular maestría y brevedad expresa cuán grande y universal ha sido la acogida de la Huida de la Sagrada Familia por el arte en todos los tiempo.

 

5.-Iconografía

La escena de la huida a Egipto es un tema raro en la pintura ortodoxa. Más que hecho singular, con fuste para justificar por él mismo la trama de la tablilla, aparece frecuentemente como una escena secundaria en los íconos de la Natividad de Cristo.

Dentro de la gran narración de la Historia de la Salvación la epopeya de la Huida a Egipto aparece a modo de una leyenda contenida entre dos paréntesis canónicos, formados por los sueños de José que, además, tienen contenido en todo igual, si acaso simétrico. En el primer caso recibe las instrucciones de marchar a Egipto

«El ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo» (Mt 2,13).

y, en el segundo, de volver a casa:

Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y vuelve a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño» (2, 19s).

Sueños cuya iconografía tiene el tema único de José en la cama con un ángel a su lado.

 5.01.Aparicion de un angel a Jose fresco en Templo de Ateni Sioni Georgia 1080

5.01. Aparición-de-un-ángel-a-José_
fresco--en-Atenian-Zion-c.a.1080.

La simplicidad con que Mateo toca la forzada historia de Jesús en Egipto contrasta con la riqueza y fantasía de los sucesos que los documentos apócrifos atribuyen a esta etapa de la vida de la Sagrada Familia. La iconografía se alimenta casi exclusivamente de estas fuentes apócrifas.

 

 

En Oriente, esta línea iconográfica tiene un estándar muy preciso. Los personajes principales son la Virgen María montada en un burro, el niño que sostiene en brazos y José, por lo general, conduciendo el burro. Simbólicamente, el movimiento de la procesión a Egipto está indicado por la dirección de los viajeros de izquierda a derecha y su regreso, de derecha a izquierda.

 

 

 

5.02.Guido_da_Siena_-_Fuga_in_Egitto_SigloXIII

En la iconografía occidental, la trama de la huida a Egipto aparece bastante tarde, a finales del siglo XIV o principios del XV. A fines del siglo XV, María con el bebé comienza a dominar la pintura y a José se le asignará un papel secundario. Abandonando toda la figuración primitiva, el periodo Barroco lo representará adulto, como un varón lleno de fuerzas físicas e intelectuales, con profusión de detalles “realistas”, ya en vestimentas, en decoración o en rasgos personales.

5.03.El sueno de San Jose de Vicent Lopez Portana (Museo del Prado) 1805

 

 

 

 

5.03.El_sueno_de_San_Jose_de-Vicent-Lopez-Portana_ (Museo_del_Prado)-1805

 

6.-Reflexión teológica

La Huida a Egipto de la Sagrada Familia está unida íntimamente a un evento de alta significación teológica: la matanza de los Santos Inocentes. Y la Historia de la Salvación, una vez más, nos abruma ante la contemplación de su unidad y sentido únicos. El designio divino que decide que Moisés escape de la ira de los egipcios, es el mismo que salva a Jesús de la suerte buscada por Herodes. El mismo Dios que saca de la esclavitud de Faraón al pueblo elegido, manda a sus ángeles para que protejan a la Sagrada familia del furor de Herodes.

¿Y cómo no ver en la vuelta/salida de Egipto a Jesús investido de la misión de sacar a su nuevo pueblo, su Iglesia, del mundo y su pecado para llevarle hacia su Reino, la definitiva tierra prometida? Este “ir a” y “volver de” Egipto es una figura tipológica de los acontecimientos últimos: Aquellos que se narran en el Apocalipsis y que hablan de la segunda venida de Cristo a la tierra, la apertura definitiva –el “ya sí”-- del Reino de Dios y la consumación de la promesa y la Alianza nueva.

Ese Dios que tan maravillosamente dirige la Historia de la Salvación permite, simultáneamente a los acontecimientos salvíficos antes considerados, el horrible sufrimiento de la matanza de los niños inocentes, los niños menores de dos años de la comarca de Belén. ¿Cómo es eso posible?

Benedicto XVI nos ayuda a entender este acontecimiento:
«El sufrimiento forma parte de la existencia humana. Se deriva, por una parte, de nuestra finitud y, por otra, de la gran cantidad de culpas acumuladas a lo largo de la historia, y que crece de modo incesante también en el presente. Conviene ciertamente hacer todo lo posible para disminuir el sufrimiento; impedir cuanto se pueda el sufrimiento de los inocentes; aliviar los dolores y ayudar a superar las dolencias psíquicas. Todos estos son deberes tanto de la justicia como del amor y forman parte de las exigencias fundamentales de la existencia cristiana y de toda vida realmente humana. En la lucha contra el dolor físico se han hecho grandes progresos, aunque en las últimas décadas ha aumentado el sufrimiento de los inocentes y también las dolencias psíquicas». Es cierto que debemos hacer todo lo posible para superar el sufrimiento, pero extirparlo del mundo por completo no está en nuestras manos, simplemente porque no podemos desprendernos de nuestra limitación, y porque ninguno de nosotros es capaz de eliminar el poder del mal, de la culpa, que —lo vemos— es una fuente continua de sufrimiento. Esto sólo podría hacerlo Dios: y sólo un Dios que, haciéndose hombre, entrase personalmente en la historia y sufriese en ella. Nosotros sabemos que este Dios existe y que, por tanto, este poder que "quita el pecado del mundo" ( Jn 1, 29) está presente en el mundo. Con la fe en la existencia de este poder, ha surgido en la historia la esperanza de la salvación del mundo». (Benedicto XVI. Carta encíclica Spe salvi, 30-XI-2007, n. 36.)

Y San Beda el Venerable ilumina la “realidad” de lo acontecido hace 2000 años, completando lo que vieron los ojos humanos con lo que nos enseña la fe:
«No nos entristezcamos por su muerte, antes bien, alegrémonos, porque han recibido el premio merecido. Cuando ellos murieron entre los tormentos, Raquel, es decir, la Madre Iglesia, los acompañó con luto y lágrimas. Mas la Jerusalén celestial, que es Madre de todos nosotros, acogió inmediatamente con signos de alegría a los que habían sido arrojados de la tierra y los introdujo en la gloria de su Señor, para que de Él recibieran la corona. Por este motivo, San Juan afirma que "estaban delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas, y llevaban palmas en sus manos" ( Ap 7,9). Ahora, coronados, están de pie ante el trono de Dios los mismos que antes yacían, aplastados por los sufrimientos, ante los tribunales terrenos. Se hallan en presencia del Cordero y no podrán ser excluidos, por ningún motivo, de la contemplación de su gloria, del mismo modo que aquí abajo ningún suplicio pudo apartarlos del amor (...). "Por esto están delante del trono de Dios y le sirven de día y de noche en su santuario" ( Ap 7, 15).
»Estar en la presencia de Dios, alabarlo sin interrupción, no es un servicio fatigoso, sino algo muy grato y codiciable; la expresión "de día y de noche" no significa propiamente sucesión del tiempo, sino que indica de modo simbólico la perpetuidad. En los atrios de Cristo "ya no existirá la noche" ( Ap 21, 25), sino un día único, más feliz que mil días en cualquier otro lugar. En ese día, Raquel ya no llorará por sus hijos, pues Dios "enjugará las lágrimas de sus ojos" ( Ap 7, 17); sino que "gritará con voces de júbilo y de victoria en sus tiendas" ( Sal 117, 15)» (San Beda el Venerable (siglos VII-VIII). Homilía sobre los Santos Inocentes 1, 10)
 

7.-Oración

"Tomé por abogado y protector al glorioso San José, y encomendéme mucho a él. Vi claro que así de esta necesidad, como de otras mayores, este padre y señor mío me sacó con más bien de lo que yo le sabía pedir. No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa tan grande las maravillosas mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; de este santo tengo experiencia que socorre en todas las necesidades, y es que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra, que como tenía nombre de padre, y le podía mandar, así en el cielo hace cu anto le pide. Querría yo persuadir a todos que fuesen devotos de este glorioso santo por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios»(Teresa de Jesús, Libro de la Vida, cap. 6).

LA HUIDA A EGIPTO
¿Dónde vais, Zagala,
sola en el monte?
Mas quien lleva el sol
no teme la noche.

¿Dónde vais, María,
Divina Esposa,
Madre gloriosa
de quien os cría?
¿Qué hareis si el día
se va al ocaso,
y en el monte acaso
La noche os coge?
Mas quien lleva el sol
no teme la noche.

El ver las estrellas
me cause enojos,
pero vuestros ojos
más lucen que ellas;
ya sale con ellas
la noche oscura,
a vuestra hermosura
la luz se esconde;
Mas quien lleva el sol
no teme la noche

Lope de Vega (1562-1635).