La natividad de la Virgen
4.2. Iconos de la Natividad de la Virgen
4.3. Elementos canónicos en el icono
1. Introducción
2. La historia
3.-Los textos
3.1.-Dolor de Joaquín
3.2.-Dolor de Ana
3.3.-La escala de jacob
4.-La iconografía
4.1.- El icono de la concepción de la Virgen
4.2.-Iconos de la Natividad de la Virgen
4.3.-Elementos canónicos en los icono
El propio motivo de la composición es un eco de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo para la cual el nacimiento de María prepara el camino.
- Ana está recostada en una cama, de manera similar a como María se reclina en iconos de la Natividad de Cristo.
- Debajo de Ana, las comadronas bañan a la pequeña María, tal como Salomé lava a la criatura Cristo en el icono de su nacimiento.
- Del mismo modo, así como se muestra a Joseph eliminado de la escena principal del nacimiento en los iconos de la Natividad, el padre de María, Joaquín, también se muestra aparte de la escena en los iconos del nacimiento de Theotokos.
Un croquis del icono nos revelaría que es “canónico” el siguiente esquema:
- en el sector principal de la pintura, Ana permanece, completamente vestida con ropa formal amplia, sentada o acostada en una cama (no dentro de ella), para significar el parto. recién producido o todavía en proceso;
- la recién nacida está casi siempre desnuda o medio desnuda, en los brazos de una partera que se prepara para bañarla, aunque a veces está vestida o envuelta en fajas;
- a veces está representada varias veces: mientras la están bañando, durmiendo en su cuna o puesta en los brazos de su madre);
- en primer plano, una o varias parteras agachadas lavan a la niña en una tina o lavabo, mientras que otras parteras pueden ayudar a Ana a sostenerla después del parto;
- varios sirvientes se acercan a la parturienta para ofrecerle comida y bebida;
- rara vez aparece Joaquín, quien, en ese caso, lo hace muy discretamente en un rincón de la pintura.
Así, pues, el icono dibuja la situación de una habitación lujosa de la acomodada casa de Joaquín y en él, como es habitual en la iconografía, se recogen escenas diversas. La amplitud del escenario y la pureza de líneas de la figuración dan a todo el conjunto un determinado aire sacro, como si de un templo se tratara, y transmite un cierto simbolismo referido a la futura condición de María como portadora de Cristo, el verdadero templo de Dios.
En los iconos de la Natividad de la Virgen es corriente ver a Joaquín asomándose tímidamente desde algún umbral de la habitación para ver a su mujer y a la niña recién nacida. En el icono sólo él y Ana, entre los adultos, están dotadas del nimbo dorado propio de la santidad.
Puede observarse que el iconógrafo ha pintado una pequeña aureola dorada alrededor de la cabecita de la niña María, que siempre aparece recibiendo los cuidados de las parteras, en orden al baño y limpieza rituales. En algunos iconos de la Natividad de la Virgen, la niña hace un gesto de repulsa ante el agua destinada a la limpieza ritual, señalando la nula necesidad de ser limpiada quien ha nacido "llena de gracia".
Tres mujeres llevan presentes a la madre, recordando los regalos que, más tarde, los pastores y los Magos llevarán al Niño. Esta vez los regalos son a Ana, no a la niña recién nacida, en un reconocimiento muy oriental de que la niña pertenece a un pueblo, a una estirpe, y tiene derecho a ser mantenida por el cuidado de todos.
Todo nacimiento es un augurio de esperanza y la mirada de Ana parece meditar el milagroso acontecimiento de esta criatura, venida en su ancianidad tras insistente petición a Dios.
Si de forma parecida comparamos iconos de diferentes artistas, o escritos en muy diversos entornos culturales o separados por muchos años, encontraríamos un patrón común a ellos, aunque, en estos casos, para señalar las diferencias.
Fácilmente podríamos advertir que:
- Mientras que el nacimiento de Cristo se muestra en una cueva, en el desierto, el nacimiento de su Madre se muestra dentro de los muros de la ciudad, en medio de lo que parece ser una casa bellamente decorada, porque Joaquín era "un hombre extremadamente rico" (Protoevangelium).
- En lugar de una cueva, María está dentro de la habitación de Ana, en brazos de una niñera.
- Mientras que María y el niño Cristo son atendidos por ángeles en su relativa soledad, alrededor de Ana hay una colmena de actividad de las mujeres a quienes Ana trajo a la habitación para atenderla. Una mesa de Ana muestra la fiesta que preparó Joaquín en el primer cumpleaños de María, a la que fueron invitados los escribas, sacerdotes y ancianos de Israel.
5.-La fiesta
“No consta fijamente por qué tiempo se instituyó esta fiesta, pues La Natividad de la Virgen María, que consta haberse celebrado por enero antes del siglo VII, era el “Tránsito de la Virgen a la gloria”, cuyo nombre se trocó en el de Asunción cuando se instituyó la fiesta de su nacimiento. En tiempos de san Agustín aún no había memoria de esta fiesta de la Natividad. Celebrábase en Roma hacia los años 688 en el pontificado de Sergio I, el cual la hizo una de las cuatro fiestas de la Virgen en la que la procesión de los fieles salía de la iglesia de san Adriano para hacer la estación y el oficio en la de santa María” (Compendio del año cristiano de España. Mes de septiembre, día 8. Ed. M.M. de Santa Ana. 1886).
De igual parecer respecto a la imposibilidad de que ya San Agustín diera razón de esta fiesta es la Leyenda de Oro:
“Es falso lo que otros han dicho, que esta fiesta se celebraba en tiempo de san Agustín, engañados quizá por un escrito del santo, que se loe en los maitines de este día,
donde se dice: «Gócese nuestra tierra con suma alegría; pues ha sido esclarecida con el nacimiento de tan alta Virgen.» Mas este sermón, aunque es de san Agustín, no es de la natividad, sino de la anunciación de la Virgen: y la Iglesia, para acomodarle a esta tiesta, trocó una palabra y puso «nacimiento,» por «solemne día;» porque venía más a propósito. Pero el mismo san Agustín claramente dice, que en su tiempo no se celebraba en la Iglesia sino el nacimiento de Jesucristo nuestro Salvador, y el de su precursor san Juan Bautista. En qué tiempo se haya instituido esta fiesta, y quién la haya instituido, no sabemos cosa cierta. ”(La Edad Dorada, tomo III. Madrid. Librería Española, año 1853)
La historia de la celebración de la Natividad de la Virgen.
Los cristianos comenzaron a celebrar la Natividad de la Virgen solo en el siglo quinto. Leemos la primera mención del Patriarca de Constantinopla Proclus (439-446 años) y en el libro del tesoro (libro litúrgico) del Papa Gelasio (492-426 años). Además, San Juan Crisóstomo, Epífanes y Agustín escriben sobre la fiesta. Y en Palestina, existe la leyenda de que la santa Reina Yelena, Igual a los Apóstoles, construyó un templo en Jerusalén en honor a la Natividad de la Bienaventurada Virgen María.
La celebración de la Natividad de la Bienaventurada Virgen María surgió en la Iglesia alrededor del siglo VII. Se sabe que en la parte occidental del mundo cristiano esta celebración fue establecida por San Sergio, Papa de Roma (687-701).
La Iglesia celebra la fiesta el dia 8 de septiembre, justo al octavo dia de comenzar el año litúrgico bizantino, trayendo a nuestra consideración el octavo dia de la Creación, que sigue a los seis dias de trabajo creador y al septimo del descanso. El octavo día es el dia de la Resurrección, el día sin ocaso. Ocho son, también, los lados de la fuente bautismal donde el catecúmeno nace a la vida eterna.
La natural vinculación del nacimiento con la concepción hizo que siglos después, cuando en el año 1854 el Papa Pío IX elevó el sentir universal del pueblo católico sobre la concepción inmaculada de la Virgen María al grado de dogma -de verdad contenida en la revelación que el Espíritu hace progresivamente a través de la tradición-, la Iglesia católica celebrara la nueva fiesta nueve meses antes del nacimiento, es decir, el 8 de diciembre.
“proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles…” (Bula Ineffabilis Deus. Pio IX, 8 de diciembre de 1854).
La fiesta puede haberse originado en algún lugar de Siria o Palestina a principios del siglo VI, cuando después del Concilio de Éfeso, bajo la influencia de los "Apócrifos", el culto a la Madre de Dios se intensificó enormemente, especialmente en Siria.
Dado que la historia de la Natividad de María se conoce solo de fuentes apócrifas, la Iglesia latina tardó en aceptar este festival oriental. No aparece en muchos calendarios que contienen la Asunción. A falta de datos rigurosamente históricos, la leyenda suple el vacío y, así, la iglesia de Angers, en Francia, afirma que San Maurilius instituyó esta fiesta en Angers como consecuencia de una revelación sobre 430. En la noche del 8 de septiembre, un hombre escuchó a los ángeles cantando en el cielo, y al preguntar la razón, le dijeron que se regocijaban porque la Virgen nació esa noche.
6. Reflexión teológica
Cristo es la definitiva consumación de la promesa y, con ella, de la Historia de la Salvación, y "la revelación del designio amoroso de Dios: su anonadamiento, su encarnación y la consiguiente divinización del hombre. Convenía, pues, que esta fulgurante y sorprendente venida de Dios a los hombres fuera precedida de algún hecho que nos preparara a recibir con gozo el gran don de la salvación. Y éste es el significado de la fiesta que hoy celebramos, ya que el nacimiento de la Madre de Dios es el exordio de todo este cúmulo de bienes, exordio que hallará su término y complemento en la unión del Verbo con la carne que le estaba destinada. El día de hoy nació la Virgen; es luego amamantada y se va desarrollando; y es preparada para ser la madre de Dios, rey de todos los siglos. (De las Disertaciones de san Andrés de Creta, obispo"(Liturgia de las horas, 8 de septiembre).
Una muy sugestiva visión del nacimiento de la Virgen María, hecha desde la perspectiva teológica de San Juan Damasceno, la hace el profesor D. Salvador González, que encuentra siete signos simbólicos o proféticos ínsitos en el propio nacimiento:
6.1. El nacimiento de María, epifanía de lo sobrenatural.
Un primer prodigio divino es que Ana padece esterilidad congénita, con la cual Dios la impidió de forma natural que pudiera ser fértil antes de concebir a la Virgen. Habría sido precisamente en su vejez cuando Dios le concedió milagrosamente engendrar la futura Madre del Redentor.
Un segundo prodigio, aún más milagroso y sobrenatural, es el hecho de que Ana, ya infértil y anciana, dé a luz a una niña, primogénita y única hija, inmaculada, destinada a ser, a su vez, madre de un primogénito y único hijo, engendrado de Dios.
6.2. El nacimiento de María, promesa y certificación de su virginidad perpetua.
La declaración de que María, concebida con concurso de una acción sobrenatural, concibió sobrenaturalmente y dio nacimiento a su hijo Jesús, siendo virgen antes, durante y después parto (virginidad perpetua), es la tesis más enfática y repetidamente sostenida por el Damasceno, en plena concordancia con la firme y casi opinión unánime de los otros Padres de la Iglesia que lo precedieron.
6.3. El nacimiento de María, preludio de su maternidad divina.
El mariólogo de Damasco establece un perfecto paralelismo analógico.–con similitudes y diferencias parciales– entre el nacimiento real de María y el futuro nacimiento de Jesús
6.4. El nacimiento de María, proclamación profética de la doble naturaleza de Cristo
¡Hija de la esterilidad, la virginidad que da a luz! Un hijo será engendrado en ella, quien será una mezcla de divinidad y humanidad, de sufrimiento e impasibilidad, de vida y muerte, de modo que en la humanidad el peor de todos los hombres sería superado por el mejor.
6.5. El nacimiento de María, signo de la regeneración de la humanidad.
El nacimiento de la Virgen también marca el comienzo del rescate final de la humanidad caída. En opinión del Damasceno, en María nace una nueva Eva que engendrará a un nuevo Adán, quien, siendo Dios mismo hecho carne y concebido en un útero virginal, redimirá a los hombres de la culpa original.
6.6. El nacimiento de María, ratificación de un nuevo pacto.
Para algunos Padres de la Iglesia, teólogos y escritores eclesiásticos, especialmente en la Iglesia oriental, el nacimiento de María marca el comienzo de un Nuevo Pacto, que Dios sella con la humanidad, después de que la Alianza del Sinaí se hubiera agotado. La anterior ley mosaica, en beneficio exclusivo del "pueblo elegido", es reemplazada por el nuevo mandamiento cristiano del amor universal, en beneficio de todos los seres humanos.
6.7. El nacimiento de María, el anuncio profético de la redención.
Padres de la Iglesia, teólogos cristianos y apologistas de Oriente y Occidente enfatizan la idea del nacimiento de la Virgen como preámbulo de la Redención: el nacimiento de María, predestinada por Dios para ser la Madre de Jesús, marca el comienzo de la redencióndefinitiva, que este último llevará a cabo con su vida terrenal y su muerte en la cruz.
(Cfr. SALVADOR GONZÁLEZ, José María Iconography of The Birth of the Virgin Maryon the basis of a homily of St. John Damascene. Universidad Complutense de Madrid.)
7.- Oración
Hoy nace una clara estrella,
tan divina y celestial,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol nace de ella.
De Ana y de Joaquín, oriente
de aquella estrella divina,
sale luz clara y digna
de ser pura eternamente;
el alba más clara y bella
no le puede ser igual,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol nace de ella.
No le iguala lumbre alguna
de cuantas bordan el cielo,
porque es el humilde suelo
de sus pies la blanca luna:
nace en el suelo tan bella
y con luz tan celestial,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol nace de ella.
Gloria al Padre, y gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.
Lope de Vega