La Visitación de la Virgen a su prima santa Isabel
1.-Introducción
Se entiende por Visitación la visita de la Virgen María a su prima Santa Isabel, que estaba embarazada de Juan el Bautista, tal como le anunció el arcángel san Gabriel (Lc 1,39–56). Aplicando a aquellos lejanos sucesos el calendario litúrgico actual, la Anunciación y la Encarnación tuvo lugar sobre el 25 de marzo. María saldría de Nazaret a fines de ese mes para visitar a su prima Isabel. Estando de 6 meses Isabel, viviría con ella hasta el parto, es decir, 3 meses, tras lo cual se apresuró a volver a la casa de José. Su llegada, encinta ya de tres meses, no fue pacífica. Pues su embarazo ya debería ser evidente para José (Mt 1, 19ss). La Visitación es, también, el nombre de la fiesta que el 31 de mayo celebra la Iglesia Católica.
2.-La historia
Con estas bellísimas palabras La Leyenda dorada (1853) comienza su comentario al santoral correspondiente al día 2 de julio y va desarrollando lo que Lucas, la tradición y el sensu fidei del pueblo de Dios conocen sobre el misterio de la visita que la Virgen María hace a su prima Isabel, de cuyo embarazo, ya de seis meses, se entera por las palabras del arcángel Gabriel. De la vida de Isabel y Zacarías dicen poco los Evangelios canónicos, pero algo cuenta el apócrifo Protoevangelio de Santiago. Su hijo, Juan el Bautista, sufrió la persecución del rey Herodes, y ella y su bebé debieron exilarse de su lugar de origen, de forma análoga a la salida de la sagrada familia. Isabel se refugió en el desierto, donde una roca los ocultó milagrosamente de la soldadesca romana, mientras su prima salía para Egipto. Zacarías, que se negó a denunciar el sitio donde estaba refugiada Isabel con su hijo Juan, fue asesinado allí mismo. Actualmente, en aquellos lugares está levantada la Iglesia de la Visitación, en Ein Karem, en cuya cripta se venera la roca donde fue ocultado el bebé Juan.. La historia del encuentro entre María e Isabel y su dimensión salvífica se comenta fidedignamente en los textos evangélicos.
3.-Los textos
El relato que hace Lucas ilustra suficientemente la acción de Dios aquellos días y la actuación de sus principales protagonistas:
"En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible». María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel se retiró. En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: « ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá".
María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humildad de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí: su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: | dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres— en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con ella unos tres meses y volvió a su casa.
(Lc 1, 26-56)
4.-La fiesta
San Buenaventura apoyó desde el principio esta festividad, que fue adoptada por el Capítulo Franciscano, en 1263. A partir de esta fecha la expansión por medio de los libros de rezos de los franciscanos fue rápida y extensa. El 6 de abril de 1389, Urbano VI extendió a toda la Iglesia esta fiesta, confiando a la intercesión de María la curación de la Iglesia (tiempos de Pietro Filargo, antipapa Alejandro V entre 1409 y 1410), que se debatía en un cisma desgarrador. Fue anotada en el Calendarium Romanum el día 2 de julio. Así figura en La leyenda dorada, 1853; Año cristiano, de Croisset, 1853; Compendio del Año Cristiano de España, de 1886; Año cristiano, de Pérez de Urbel, 1951; Año Cristiano, Lamberto de Echeverria et all., BAC, 1959. Tras las sucesivas actualizaciones habidas en el santoral, hoy se celebra la fiesta el 31 de mayo, fecha intermedia que se ajusta al “iter” del calendario evangélico: entre la Anunciación (25 de marzo) y el nacimiento de Juan Bautista (24 de junio). No existe esta celebración en el calendario eclesiástico general de la Iglesia Ortodoxa Rusa.
5.-El icono
El icono representa un encuentro gozoso entre dos santas mujeres, que se conectan a través de sus gestos, quedando a la imaginación del artista la intensidad del mismo. En el icono inicial la Virgen María saluda con el tierno gesto de sus brazos a Isabel, quien devuelve con un gesto similar la llegada de su prima y exclama "¿Quién soy yo, para que la madre del Señor me visite?" (Lucas 1:43). Ese encuentro, de manera más efusiva se muestra en el icono izquierdo, donde las dos primas se abrazan. La santidad de María, mostrada por su nimbo, se traslada a Isabel, como dice Lucas: Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!" Y, por ello, el iconógrafo pinta también nimbo de santidad a Isabel. En ambos iconos la decoración muestra que el encuentro se efectúa en el exterior de la casa.
6.-Reflexión teológica
Este tema ha sido objeto de tres sucesivas catequesis de Benedicto XVI, dadas en la pequeña “gruta de la Virgen de Lourdes” existente en los jardines del Vaticano los días 31 de mayo delos años 2005,2006 y 2007, con ocasión del término del mes mariano por excelencia. De sus catequesis puede extraerse:
"En la fiesta de la Visitación, como en todas las páginas del Evangelio, vemos a María dócil a los planes divinos y en actitud de amor previsor a los hermanos. La humilde joven de Nazaret, aún sorprendida por lo que el ángel Gabriel le había anunciado -que será la madre del Mesías prometido- se entera de que también su anciana prima Isabel espera un hijo en su vejez. Sin demora, se pone en camino, como dice el evangelista, para llegar con prontitud a la casa de su prima y ponerse a su disposición en un momento de particular necesidad." "¡Cómo no notar que, en el encuentro entre la joven María y la ya anciana Isabel, el protagonista oculto es Jesús! María lo lleva en su seno como en un sagrario y lo ofrece como el mayor don a Zacarías, a su esposa Isabel y también al niño que está creciendo en el seno de ella. «En cuanto tu saludo llegó a mis oídos -le dice la madre de Juan Bautista-, la criatura saltó de alegría en mi vientre». Donde llega María, está presente Jesús. Quien abre su corazón a la Madre, encuentra y acoge al Hijo y se llena de su alegría. La verdadera devoción mariana nunca ofusca o menoscaba la fe y el amor a Jesucristo, nuestro Salvador, único mediador entre Dios y los hombres. Al contrario, consagrarse a la Virgen es un camino privilegiado, que han recorrido numerosos santos, para seguir más fielmente al Señor. Así pues, consagrémonos a ella con filial abandono."(Miércoles, 31 de mayo de 2006)
"La Visitación de María se comprende a la luz del acontecimiento que, en el relato del evangelio de san Lucas, precede inmediatamente: el anuncio del ángel y la concepción de Jesús por obra del Espíritu Santo. El Espíritu Santo descendió sobre la Virgen, el poder del Altísimo la cubrió con su sombra. Ese mismo Espíritu la impulsó a «levantarse» y partir sin tardanza, para ayudar a su anciana pariente." "Jesús acaba de comenzar a formarse en el seno de María, pero su Espíritu ya ha llenado el corazón de ella, de forma que la Madre ya empieza a seguir al Hijo divino: en el camino que lleva de Galilea a Judea es el mismo Jesús quien impulsa a María, infundiéndole el ímpetu generoso de salir al encuentro del prójimo que tiene necesidad, el valor de no anteponer sus legítimas exigencias, las dificultades y los peligros para su vida. Es Jesús quien la ayuda a superar todo, dejándose guiar por la fe que actúa por la caridad." "Meditando este misterio, comprendemos bien por qué la caridad cristiana es una virtud «teologal». Vemos que el corazón de María es visitado por la gracia del Padre, es penetrado por la fuerza del Espíritu e impulsado interiormente por el Hijo; o sea, vemos un corazón humano perfectamente insertado en el dinamismo de la santísima Trinidad. Este movimiento es la caridad, que en María es perfecta y se convierte en modelo de la caridad de la Iglesia, como manifestación del amor trinitario" (Jueves 31 de mayo de 2007). (BENEDICTO XVI, composición a partir de sus catequesis en la gruta de la Virgen de Lourdes, en los jardines vaticanos, los días 31 de mayo de 2005, 2006 y 2007).
7.-Oración
hoy me alegro y sonrío confiada.
Cuando el ángel me dejó, yo aún temblaba
de esperanza, de ilusión, desconcertada.
Pero pronto sentí que Aquél que late por Mí
me empujaba a llevarle a Isabel,
el aliento de Dios con su sombra me cubrió
y ahora tengo que irme de aquí
a la montaña , a la montaña.
Todo queda como ayer pero en mi alma
un amor desconocido me embriaga.
Siempre he amado lo que soy y me humillaba,
escondida tras las rejas de mi casa.
Pero Dios se fijó en aquella humillación
y con todo su poder me levantó;
Yo quería pasar oculta de los demás
y ahora veo la esperanza florecer
en mis entrañas, en mis entrañas.
Llevo dentro la esperanza deseada
que me inunda, que me envuelve, que me llama;
soy pequeña, soy sencilla, soy la esclava
pero sé que tengo todo y no soy nada