La construcción del templo I (hasta siglo XVIII)
La experiencia acumulada durante los últimos 50 años permite hacer un juicio sobre los exitos y fracasos de esta renovación litúrgica que, aparecida a principios del siglo XX y cabalgando en la última mitad de ese siglo a lomos del Concilio II, ha inspirado la arquitectura sacra de Europa en su totalidad
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3.1.2.Consecuencias de la reforma a partir del Vaticano II
3.1.3. La importancia del altar
3.1.4."Lo dogmático" y "la forma" de la Eucarística
3.1.5. La celebración orientada al este o al pueblo(versus populum, ad orientem)
3.1.6. La iglesia, entre domus ecclesiae et domus dei
1.-ANTECEDENTES HISTÓRICOS
1.1.-Los primeros lugares de culto
Los primeros cristianos continuaron asistiendo al templo judío del Antiguo Testamento, donde oraban y predicaban el Evangelio a los judíos que aún no se habían bautizado, pero el sacramento de la Eucaristía del Nuevo Testamento se realizaba aparte, en habitaciones diferencidas, bien porque en ese momento eran de utilización común, bien por pertenecer a domicilios de la comunidad cristiana, imitando con ello literalmente el gesto de Jesús al celebra su última Pascua:
“El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?». Él contestó: «Id a la ciudad, a casa de quien vosotros sabéis, y decidle: “El Maestro dice: mi hora está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”». Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua” (Mt 26, 17-19).
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Llegó, pues, el día de los Ácimos, en que se debía sacrificar la Pascua. Y envió a Pedro y a Juan, diciéndoles: «Id a prepararnos la Pascua para que la comamos». Ellos le dijeron: «¿Dónde quieres que la preparemos?». Y él les dijo: «Mirad, cuando entréis en la ciudad, os saldrá al paso un hombre llevando un cántaro de agua. Seguidlo hasta la casa en que entre y diréis al dueño de la casa: “El Maestro te pregunta: ¿Dónde está la habitación en la que voy a comer la Pascua con mis discípulos?”. Él os mostrará en el piso superior una habitación grande amueblada con divanes. Preparadla allí». (Lc 22, 7-13)
Puede afirmarse con bastante seguridad que las originarias comunidades cristianas utilizaron casas particulares para sus reuniones cultuales.
«Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno. Con perseverancia acudían a diario al templo con un mismo espíritu, partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón; alababan a Dios y eran bien vistos de todo el pueblo» (Hec 2, 44-46).
La conocida aventura de Tróade da testimonio indubitado de ello:
“El primer día de la semana, nos reunimos para la fracción del pan; Pablo les estuvo hablando y, como iba a marcharse al día siguiente, prolongó el discurso hasta medianoche. Había lámparas en abundancia en la sala de arriba, donde estábamos reunidos. Un muchacho, de nombre Eutiquio, estaba sentado en la ventana. Mientras Pablo alargaba su discurso, al muchacho le iba entrando un sueño cada vez más pesado; al final, vencido por el sueño, se cayó del tercer piso abajo. Lo recogieron ya muerto, pero Pablo bajó, se echó sobre él y, abrazándolo, dijo: «No os alarméis, sigue con vida» (Hec 20, 7-10).
1.2.-La novedad del templo cristiano
Naturalmente, esta situación se mantuvo solamente los dos primetros siglos, cuando las persecuciones romanas impedían toda dimensión pública de la fe cristiana.
La institución eucarística y el nuevo templo donde dar culto a Dios, fueron para los primeros cristianos las grandes novedades de su religión respecto al judaismo previo del que casi todos provenían. Pero la nueva fe no era una mera traslación de la Ley mosaica, ni el nuevo templo una adaptación de la sinagoga, como señala Ratzinger:
«El templo cristiano nace en continuidad con la sinagoga y después, sin rupturas dramáticas, adquiere su novedad especificamente cristiana por medio de la comunión con Jesucristo, el crucificado y resucitado. Esta continuidad estrecha con la sinagoga, con su forma arquitectónica y cultual no supone ninguna contradicción con lo que dijmos anteriormente: es decir, que la liturgia cristiana incluye también el templo y no es sólo la continuación de la sinagoga.pues la sinagoga misma se entendía como referida al templo».
(RATZINGER, El espiritu de la liturgia, pags. 85-86, Ed Cristiandad, 2001)
La arquitectura cristiana aportó tres novedades que no tenían cabida en la tradición sinanogal:
1. La primera es que la mirada ya no se dirige a Jerusalén: el templo destruido ya no es considerado como el lugar de la presencia terrenal de Dios. El templo de piedra ya no es la expresión de la esperanza de los cristianos ; su velo está rasgado para siempre. Ahora se mira hacia el oriente, hacia el sol naciente. No es un culto al sol, es el cosmos que habla de Cristo.
2. La segunda novedad respecto a la sinagoga consiste en que aparece un elemento completamente nuevo que en la sinagiga no podia existir: junto al muro oriental, situado en el abside, está ahora el altar, sobre el que se celebra el sacrifcio eucarístico
3. El tercer elemento que hay que mencionar a este propósito es el hecho de que el arca de la Escritura mantiene también su lugar dentro del templo, pero con una novedad sustancial. A la Torá se añaden los Evamgelios, que son clave par entender el significado de la Torá:«Moisés escribió de mí», dice Cristo (Jn 5, 46) (RATZINGER, El espiritu de la liturgia, pags. 92, 93, Ed Cristiandad, 2001)
1.3.-basilicas romanas
Tras el edicto de tolerancia de Constantino, en 313, y el posterior de Edicto de Tesalónica, de Teodosio, en 380, el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio romano. Ello dirigió a las muchedumbres a los lugares de culto de los cristianos. Los primeros edificios, recibidos como donaciones por la Iglesia, fueron las basílicas, edificios rectangulares destinados a los juicios.
El edificio estaba dividido en tres secciones longitudinales por dos filas de columnas. La parte media del edificio era más alta y más ancha que las laterales. Al final de la parte media había una extensión semicircular, cubierta con media cúpula, formando el actual abside de las iglesias cristianas.
El amplio espacio interior se adecuaba perfectamente para las necesidades cristianas, donde la gran parte media se convierte en la nave de los fieles y la extensión semicircular en el presbiterio. En la parte exterior, se podía habilitar un atrio o un nartex para los catecúmenos, separados de la nave por la puertadel templo.
1.4.-La etapa bizantina
En los siglos V y VI nace en Constantinopla lo que puede ser el origen de la arquitectura propiamente cristiana. La planta mantiene la cruz griega inscrita en un cuadrado periférico, dotado de un pórtico (conocido también como narthex) que se antepone a la entrada principal; el lado de la cruz opuesto a la entrada, es ocupado por el presbiterio y ábside; los otros dos brazos forman naves laterales.
Desde el exterior se percibe el templo como cuatro fachadas rectangulares, coronadas por una gran cúpula central que se alza al cielo sustentada sobre un círculo apoyado en las cuatro intersecciones que forman los cuatro brazos de la cruz.
«La construcción de iglesias bizantinas adopta las mismas funciones que las paleocristianas, pero los satisface con estructuras nuevas. La basílica continuó siendo la principal tipología de templo, mas irá adaptándose a una mayor complicación del culto. La principal novedad es la adopción de la planta central con varias naves y cúpula. Corresponde a la necesidad de reservar mayor espacio para el clero. En oriente se desarrolla el edificio a partir de un centro con varias naves, destinada la central a los sacerdotes. Las naves laterales y las tribunas sobre estas son para los fieles. A partir de este esquema básico las soluciones pueden variar: un rectángulo con tres naves, y un cuadrado en el centro, como es el caso de Santa Sofía de Constantinopla, o una cruz griega con tres naves como en San Marcos de Venecia, o un octógono con galería, como en San Vital de Rávena.
La planta central se cubre con cúpula alzada en ladrillo, que por su menor peso se asienta sobre pechinas (triángulos curvilíneos), y permiten el paso del espacio –cuadrado en planta al circular de la bóveda– a través de cuatro arcos.
El peso se trasmite desde las pechinas a cuatro gruesos pilares, que los distribuyen en otras cúpulas secundarias y, desde estas, a otras más pequeñas, colocadas en diagonal, que descansan en los muros, lo cuales pueden o no reforzarse con contrafuertes. La transmisión de fuerzas permiten adelgazar los muros, perforarlos con ventanas e, incluso, adoptar formas curvas o prescindir de ellos.
El espacio interior se rompe óptimamente y se torna misterioso y etéreo, a lo que contribuye el revestimiento de mosaicos con teselas de vidrio, oro y plata. En Oriente el esquema expresa directa y completamente el hecho de la redención como algo cósmico. Por ello el templo bizantino es la imagen del universo: mientras las partes inferiores representan la tierra, la cúpula equivale al cielo, por ser la zona más alta, más iluminada gracias a las ventanas que se abren en ella y que irradian la luz divina (del sol) hacia abajo.
El modelo por excelencia de este tipo de edificio es la Basílica de Santa Sofía de Constantinopla erigida en el siglo VI..Las iglesias bizantinas también se caracterizan por un fuerte desarrollo iconográfico, que refleja su carácter cósmico».
(M.ª DEL CARMEN DÍEZ GONZÁLEZ, Universidad de Extremadura)
1.5.-El prerrománico
La influencia del cristianismo en la construccion de los templos entre los siglos IV y X se ve determinado por la asimilación de las diferentes culturas procedentes de la civilización romana, de las tribus bárbaras que progresivamente la habían fagocitado, y, finalmente, de la propia Iglesia cristiana.
Pero las más primitivas conservan los rasgos esenciales de los antiguos edificios cedidos por Teodosios, mostrando en sus naves columnas de materiales diversos, y formas y proporciones distintas. Allí se encuentran las primeras experiencias de arcos apoyados directamente sobre los capiteles de las columnas, que no abandonarán en lo sucesivo las expresiones de la arquitectura sacra en Occidente durante los siglos VI al VIII.
Simultáneamente, el interior del templo registra la influencia de la progresiva clericalización de la propia comunidad eclesial. La cátedra, sede del obispo, se situa muy cerca del altar; éste ocupa un lugar elevado sobre la nave, imagen de la montaña de las teofanías veterotestamentarias; el coro se separa de la nave central; el sagrario, nuevo tabernáculo, se convierte en la “capilla del santísimo” o se situa en el centro del muro central del abside, detrás del altar. En los nuevos templos se abandona progresivamente la planta de cruz griega inicial, alargando la nave central y dejando una planta en forma de cruz latina, que se consideraba más adecuada al mensaje cristiano.
En la imageniería popularla basílica prerrománica es “la casa de Dios”, la “domus Dei”, por antonomasia.
Un tema tan importante como la orientación del templo hacia el este ocupa un lugar secundario en este tiempo, pues, como se ha explicado anteriormante, muchas basílicas son adaptaciones de edificios ya existentes o de las necesidades que la integración en la ciudad imponían.
1.6.-El románico
Para entender cómo cristaliza a final de la Edad media, principalmente entre los siglos XI y XII, el arte prerrománico, hay que contemplar tres elementos estamentales de la feudal sociedad medieval: el clero, la nobleza y el pueblo llano.
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- El clero
Aunque en principio fue un movimiento laico, enseguida la existencia del monacato establece una forma de vida que se convertirá en el embrión de las sociedades modernas en toda Europa e, incluso, una especie de estamento intermedio entre el clero y el laicado. Pero a partir del siglo IX los monjes terminaron recibiendo las órdenes sagradas del presbiterado de manera general y se consolidó el poder eclesiástico sobre el laicado.
- El clero
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- La nobleza
En las regiones centrales de Europa, la construcción de templos estuvo a cargo de la nobleza. La imponentes catedrales que surgen alrededor del Rin son emblemas del mundo de los poderosos, sean éstos obispos, príncipes cristianos o grandes terratenientes. Surge el “románico imperial”, con catedrales que superan la pura finalidad religiosa, con dimensiones económicas y políticas evidentes.
- La nobleza
- El pueblo llano
El notable crecimiento demográfico, producto de la mejora económico-social de la población, da lugar a la aparición de una civilización urbana, artesanal y mercantil que sustituye al antiguo estamento campesino. Esta mejoría de la base eclesial coincide con las progresivas necesidades económicas del alto clero para sufragar el elevado coste de las nuevas edificaciones catedralicias. El precio de las bulas, indulgencias y canonjías otorgadas a las limosnas o donaciones destinadas a la “casa de Dios”, sirvió para cohonestar los intereses del alto clero y del pueblo llano
Así surge la iglesia románica, que concibe, a partir del templo paleocristiano, una visión espacial y un significado nuevo.
La planta se decide por la cruz latina, de brazos francamente desiguales, es una nave larga, con el ábside circular y su presbiterio, y en su otro extremo el atrio de los gentiles, sin el nártex clásico anterior. Las naves laterales del brazo corto de la cruz pueden tener también pequeños ábsides. La situación de los altares evolucionará con el tiempo, apareciendo al principio adosados al muro principal.
«A mediados del siglo XI aparece en los pilares las columnas o pilastras empotradas, que directamente reciben los formeros longitudinales; vienen después las empotradas que reciben los formeros trasversales, y, por último, en la cuarta cara de los pilares figuran empotradas las columnas o pilastras que apoyan los arcos de empuje que atraviesan la nave central; estas últimas columnas o pilastras abarcan toda la altura que comprende los diferentes pisos, que ya en este período dan a la nave central. También a los pilares ochavados se aplicaron en sus cruzadas frentes las cuatro columnas que reciben los arranques de los formeros y arcos de empuje, y, sin perjuicio, se encuentran también pilares circulares con sus columnas empotradas en los extremos de sus cruzados diámetros. Según esto, tenemos que aparece la columna romana aplicada a los frentes de los desnudos pilares latinos, pero no ya para recibir el cornisamento y cerrar con este el marco que adornan los pórticos antiguos, sino para seguir apoyando directamente los arcos fundamentales; así los machones y sus columnas empotradas forman un sólo miembro, cuya natural función es la del pilar, sin otra diferencia que la de ser más complicada su forma. A pesar de esta racional combinación que, al dar carácter al estilo románico, distrae las secas líneas de los desnudos pilares primitivos, aún sigue siendo pesado el efecto». (P. ANGOITIA. La arquitectura cristiana, pág. 134)
Ese efecto pesado será resuelto a principios del siglo XII con la bóveda por aristas, que marcará un inicio de época en la construcción de templos y que será un elemento arquitectónico común en todas las naves con bóvedas por aristas. Su uso dará lugar a las ojivas y los pilares en forma de cruz, con los arcos apoyando cada uno independientemente en la columna central y en una columna lateral, generalmente empotrada en el muro exterior.
La seguridad de estas soluciones permitirá que los edificios crezcan en altura, en especial la nave central. Las diversas alturas de los muros se fueron llenando de ventanales que progresivamente daban paso a la luz al interior del templo, y los arcos de medio punto, desplazando a las iniciales ojivas se impondrían como elementos característicos del estilo románico occidental.
1.7.-El gótico
Desde finales del s. XII hasta bien entrado el XVI se impone un nuevo estilo en la arquitectura de los monumentos eclesiásticos, el estilo gótico. Este periodo marca la caída del régimen feudal con el consiguiente auge de la ciudad, el creciente distanciamiento entre el estamento clerical y el pueblo.
Apenas evoluciona la planta del edificio, donde las naves laterales circundan el baptisterio facilitando, tanto la visita de los peregrinos, como la aparición de capillas laterales. El altar apenas cobra realce, subiendo algunos escalones.
Pero «Si las características fundamentales del románico son debidas al dominio de la masa sobre el vano, y en los interiores la sombra casi triunfa sobre la luz, el resorte que mueve al arquitecto gótico es su ansiedad de elevación y de luz, y el consiguiente horror al macizo» (DIEGO ANGULO, Historia del arte, Tomo 1, pág. 356)
«El ansia de Dios conduce el movimiento vertical ascendente del artista gótico, más que la búsqueda del monumento. Soportes y cubiertas parecen concebidos para servir a este efecto. Las columnas pierden materia, se adelgazan y espiritualizan…Gracias a su paralelismo la mirada, y con ella nuestro espíritu, se sienten fácilmente impulsados hacia las alturas, donde los arcos apuntados de las bóvedas nos señalan el camino del cielo. La tensión espiritual hacia las alturas es decisiva en el monumento gótico y a ella se subordinan todos los valores formales» (Ibídem. Pág. 357)
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Esta tensión espiritual informa la novedad de la arquitectura gótica frente a su antecesora la románica.
«Es necesario destacar la novedad de la arquitectura gótica frente a su predecesora la románica. Pero ninguno de los elementos que conformaron esta arquitectura era nuevo. Las plantas se habían utilizado en las llamadas iglesias de peregrinación; el arco apuntado y la bóveda eran de origen antiguo y se habían utilizado ya en las iglesias normandas.
«Incluso podríamos decir que dos de los aspectos esenciales del edificio gótico, la luminosidad y la proporción o medida, es decir, la consonancia de las partes, que impuso prácticas geométricas en la proyección de los edificios, fueron elementos que determinaron la idea de belleza desde los inicios de lo que conocemos como estética. Sin embargo la conjunción de estos elementos entre sí dio como resultado un tipo de edificio nuevo, con proporciones claramente diferentes, mucho más esbeltas pero también más sobrehumanas y sobrenaturales que las del edificio románico».
«Desde el punto de vista técnico la transformación se operó a través de la bóveda de crucería, que concentraba los pesos de la bóveda en puntos concretos, y la utilización del arco apuntado, que al asociarse con la bóveda de crucería permitió abovedar superficies de cualquier anchura y trazado. Gracias a ello el edificio gótico sustituyó las pesadas estructuras del románico por otras más ligeras y dinámicas, cuya tendencia ascendente era propiciada por el arco apuntado y ayudaba simbólicamente a la elevación del espíritu. El muro dejo de ser soporte para pasar a ser de cerramiento, sustituido en el interior por pilares y columnas adosadas que recibían los pesos angulares de las bóvedas (como un dosel o baldaquino), y en los exteriores la carga se transmitía por los contrafuertes. Entre medias de tales soportes podía situarse cristal en lugar de piedra para cerrar el templo. Ello determinó una iluminación diferente de la que se daba a los monumentos románicos.»
«Las vidrieras estaban muy saturadas de color y a través de ellas la luz cambiaba y trasformaba el espacio interior que quedaba desmaterializado. Esta transformación facilitaba la identificación simbólica del espacio interior con la Jerusalén Celeste y su luz interior» (M.ª DEL CARMEN DÍEZ GONZÁLEZ, Aproximación a la arquitectura de los templos cristianos y musulmanes desde sus orígenes hasta finales del siglo xv. Semejanzas, diferencias y evolución, pág. 210. CAURIENSIA, Vol. IV (2009)).
1.8.-El renacimiento
Hacia finales del siglo XV se inicia en Italia y progresivamente se va extendiendo por toda Europa, un fenómeno cultural que retoma los principios clásicos «actualizándolos a través del Humanismo, sin renunciar a la tradición cristiana, pero sustituyendo la omnipresencia de lo religioso del mundo medieval por una afirmación de los valores del mundo y del hombre, independientemente de su trascendencia religiosa” (AZCÁRATE RISTORI et al, Historia del arte, pág. 347).
Siguiendo los dictados de la nueva cultura, los edificios religiosos, los nuevos templos se llenarán de volúmenes geométricos clásicos que ya se encontraban en los edificios de la antigüedad. La regularidad sin complicaciones de la esfera, el cubo y el cilindro para los volúmenes, y del círculo y el cuadrado para las superficies, desplazarán los arcos ojivales y demás características del gótico.
La columna sigue siendo elemento esencial de la construcción, cuyas proporciones se diseña ahora según los principios de la geometría clásica, y se convierten en pauta rectora para el resto de las dimensiones del edificio. De manera semejante, se vuelve al arco de medio punto, apoyado en las columnas clásicas de capiteles corintios.
La cruz de la planta se eleva a través de pechinas en el tambor que sostiene la cúpula, donde se abren grandes ventanas y linterna que proporciona luz cenital sobre la iglesia.
Se favorece la vista del altar y el tabernáculo, buscando una estética determinada por la armonía de los números y la geometría.
Toda la decoración acude a la figuración mítica de tipo fantástico, como gárgolas, faunos, etc.
La necesidad de aunar las dimensiones monumentales del templo clásico con la espiritualidad que se persigue para el edificio que albergará el culto cristiano, y que tan bien estaba conseguida en el estilo gótico, dará lugar a dos tipos diferentes de templos:
.- El modelo basilical, al estilo de la basílica romana utilizada por el arte paleocristiano. Por ejemplo, las iglesias de San Lorenzo y del Santo Espíritu de Brunellesch
.- El modelo bizantino, de planta centralizada al estilo del Panteón romano, por ejemplo (Oratorio de Santa María de los Ángeles y la capilla Pazzi o San Sebastián en Mantua de Alberti.
A la izquierda, planta de Minerva Médica, año 250, Roma.
A la derecha, alzado y planta del Oratorio de Santa María de los Ángeles, obra del renacentista Brunelleschi, en Roma, año 1435.
Aparece claramente la dependencia de la arquitectura clásica en los artistas del renacimiento italiano
1.9.-El barroco
A partir del siglo XVII aparece en Roma una construcción que, apoyándose sobre la arquitectura renacentista, quiere expresar asombro, movimiento, grandeza y monumentalidad, trasluciendo el lujo y poder del mecenas. Se apoya en el equilibrio y la geometría renacentista para superarlas con pesada ornamentación, líneas curvas, abandono de los diedros rectilíneos por intersecciones curvadas; hasta las columnas abandonan el fuste clásico en favor de la columna salomónica, como se aprecia en San Pedro.
En el XVII se consolida en Italia y Francia y se extiende por el resto de Europa. La majestuosidad de los edificios barrocos son un trasunto del poder político de los Reyes y del Papado
El templo mantiene las simetrías propias del periodo anterior, pero la planta cruciforme o circular deja sitio a formas geométricas más complejas, como elipses.
En él la luz tiene un tratamiento cuidadísimo, no uniforme, sino estudiado, que deja unas zonas en penumbra para destacar otras.
Las líneas rectas y los muros planos de fácil comprensión dejan paso a las curvas y a los entrantes y salientes caprichosos. No hay reglas, sino imaginación.
Las fachadas de los templos barrocos se distinguen fácilmente porque se nota el dinamismo de la ondulación, los contrastes entre salientes y entrantes, por la búsqueda de la luz. En la fachada se distingue la fuerza de la decoración del templo
Por su significado emblemático de este arte, destacan la Basilica de san Pedro, la Iglesia del Gesú, ambas en Roma, y la Columnata de Bernini, en la plaza de san Pedro, en el Vaticano
1.10.-El rococó
En el siglo XVIII aparece un estilo arquitectónico que parece querer llevar al extremo la exuberante ornamentación ya existente en el Barroco. Las líneas que se hicieron curvas anteriormente dan lugar a todo tipo de formas geométricas: círculos, óvalos, espirales y arabescos.
El uso de colores no convencionales, como los amarillos, verdes y rosas, dan lugar a formas brillantes, de una gran volatilidad y sorprendentemente ligeros
2.-GRANDES ESPACIOS LITÚRGICOS
Al iniciar la planificación de la iglesia, el arquitecto ha de resolver la colocación de espacios diferenciados que atiendan las necesidades del culto, tanto desde el punto de vista práctico o funcional, como del símbolo y la catequesis. Resuelto el tema de la orientación del templo, que se contempla suficientemente en el punto 6, queda por atender las funciones que son propias del servicio litúrgico de la comunidad, comenzando por la Eucaristía..
La Misa es un rito dramático, es decir, los presentes interactúan a través de palabras y cantos, gestos y movimientos. Cada actividad requiere un espacio interior que el arquitecto debe planificar y ejecutar. Espacio que, a su vez, se divide en otros destinados a fines más concretos: ábside, ambón, altar, baptisterio, nave de los fieles, pasillos para la procesión, sacristía, capilla del Santísimo, lugares para el sacramento de la Reconciliación, atrio, etc.
Y todo ello utilizando elementos estructurales, formas arquitectónicas e interiorismo, en general, que ostensiblemente hablen de un espacio sagrado digno, tanto para la oración del fiel como para atender la presencia del Señor, porque todo ello, en conjunto, está cargado de mensaje simbólico ya que «hoy cobra cada día más fuerza la idea de que las creaciones artísticas, especialmente las arquitectónicas, son portadoras de un mensaje, en cuanto que con obras eminentemente simbólicas» (SANTIAGO SEBASTIAN, Iconografía medieval, p. 148).
En resumén, es preciso definir los grandes espacios litúrgicos para
1º -la liturgia de la Palabra, que es proclamada a la asamblea, pide un espacio escénico dirigido hacia el pueblo convocado.
2º.-la liturgia eucarística es oración y acción de gracias en común, y por tanto implica una dirección común de las miradas de los presentes.
Son las dos partes de la celebración eucarística que requieren soluciones simbólico-espaciales diferentes que manifiesten su diversa naturaleza.
3º.-el crucifijo es el lugar que atrae las miradas de todos los presentes, pueblo y celebrante. La cruz de Cristo es el foco donde el Misterio de Dios abraza el cosmos, la historia y la humanidad entera. Hacia Él se orienta la oración litúrgica y Él representa el “paso” del pueblo reunido hacia Dios.
4º.-Finalmente, una última consideración se deriva de la presencia permanente de Cristo en el templo a través de la eucaristía en el sagrario Esta presencia convierte el templo en una teofanía continua y da un valor al espacio litúrgico que sobrepasa la mera devoción. La estructura y distribución de los espacios en el templo han de posibilitar y hacer visible que la acción del fiel que se acerca al sagrario para la adoración le incorpora a la liturgia de la Iglesia, a la propia oración de Cristo al Padre.
La Iglesia Ortodoxa, en su realmente existente canon arquitectónico, exige al menos tres reglas que se ejecutan casi sin excepciones:
1. Tres partes: el pórtico, la nave o templo y el altar (como mínimo, la nave y el altar) - está presente en cualquier iglesia y es un símbolo de la Trinidad.
2. Un cierto número de cúpulas (una condición indispensable en la formación del templo) que siempre tienen un contenido estrictamente simbólico: en los templos antiguos había cúpulas individuales, que representaban la unidad del Salvador; más tarde se construyeron cinco cabezas, simbolizando a Cristo rodeado por sus cuatro evangelistas; a veces una gran iglesia mostraba doce cúpulas, según el número de los apóstoles.
3. Orientación del templo hacia el este: el ábside, y por tanto el altar, del templo debe orientarse hacia el este, para orientar la oración de los fieles en la oración, ya que marca simbólicamente el lado de la salida del sol y el paraíso perdido, admitiéndose una desviación del eje longitudinal de la iglesia en 15 ° hacia el lado sur o norte.
No se ignora que, debido al desarrollo urbano moderno, los templos nuevos se ajustan a la situación existente, a menudo de acuerdo con otros criterios, como el estilo histórico de los edificios circundantes, calzadas, autopistas, cálculos de insolación, etc.
En las naves, que constituyen el espacio más amplio del templo, se distribuyen los fieles dispuestos a participar en el rito de la Misa. La actitud de participación incluye un conjunto de posturas y de disposiciones con las que se pone de manifiesto la presencia y el sentido de lo sagrado: silencio, recogimiento, espera...
El presbiterio, por su parte, está destinado al celebrante y sus acompañantes. La presencia de lo sagrado se acentúa con la presencia de las personas consagradas para el culto, con los ordenamientos que los distinguen, con los objetos que los rodean. Y como sitio central del presbiterio, se encuentra el Sagrario o tabernáculo, lugar donde se guardan las especies consagradas, y donde la presencia de Cristo sigue siendo real: lugar sacratísimo por excelencia, lugar de la tonicidad culminante en el ámbito total de lo sagrado.
Y todo ello utilizando elementos estructurales, formas arquitectónicas e interiorismo, en general, que ostensiblemente hablen de un espacio sagrado digno, tanto para la oración del fiel como para atender la presencia del Señor, porque todo ello, en conjunto, está cargado de mensaje simbólico ya que «hoy cobra cada día más fuerza la idea de que las creaciones artísticas, especialmente las arquitectónicas, son portadoras de un mensaje, en cuanto que con obras eminentemente simbólicas» (SANTIAGO SEBASTIAN, Iconografía medieval, p. 148).
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