Rezando con los iconos

"Así como la lectura de los libros materiales permite la comprensión de la palabra viva del Señor, del mismo modo el icono permite acceder, a través de la vista, a los misterios de la salvación" (Juan Pablo II, Duodecimum saeculum).

 

Los apóstoles

Cristo rodeado del grupo de los Doce

APENDICE 1: Breve nota sobre cada apóstol
APENDICE 2: Lista de Papas, sucesores de Pedro
APENDICE 3: Algunas páginas Web sobre el tema de los apóstoles.

 

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1. Los apóstoles de Jesucristo

En el NT se utilizan diversas palabras para designar a los seguidores de Jesús durante su vida terrena. Como es fácil recordar, unas veces se habla de los discípulos, otras de los apóstoles y, finalmente, no pocas veces del grupo de los Doce.
En la cultura profana de nuestros días la palabra "apóstol" no es muy significativa; indica genéricamente al propagandista fervoroso de una idea. En el uso de la Iglesia católica, el término "apóstol" presenta un significado más general o más restringido, según los contextos. A veces comprende a todos los cristianos, y por eso se dice que a todos alcanza el deber de ser apóstoles y de ejercitar el apostolado; más frecuentemente se reserva para designar el ministerio de los obispos y del Papa, como sucesores de forma ininterrumpida de los doce primeros apóstoles de Jesús y de su cabeza, Pedro, y, por consiguiente, guardianes e intérpretes autorizados de la primera tradición apostólica.

El título de "apóstol" en los Evangelio Sinópticos supone haber sido testigo de la vida y resurrección de Jesús, y haber recibido el Espíritu Santo, en Pentecostés. También parece cierto que, de los discípulos que le seguían, Jesús separó un grupo de doce. Por ello, no es posible identificar acríticamente los términos “discípulo”, “apóstol” y “los Doce”.
A continuación podemos ver las notas propias de cada grupo.

 

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1.1. Los apóstoles

La palabra “apóstol” aparece 79 veces en el NT (de ellos, 39 veces en escritos paulinos; y 34 en Lucas, de los cuales 28 en Hechos). Pues bien, Pablo y Lucas no dicen exactamente lo mismo, si bien tampoco en sentidos contrarios. Lucas tiende a identificar al apóstol con perteneciente al grupo de los Doce, según las conocidas condiciones expuestas para la elección de Matías

“Es necesario, por tanto, que uno de los que nos acompañaron todo el tiempo en que convivió con nosotros el Señor Jesús, comenzando en el bautismo de Juan hasta el día en que nos fue quitado y llevado al cielo, se asocie a nosotros como testigo de su resurrección.” (Hch 1,21ss).

Pero no siempre es así. Al principio eran llamados apóstoles aquellos que habían sido mandados por Cristo

“Después de esto, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él” (Lc 10, 1)

o por las comunidades apostólicas

“En la Iglesia que estaba en Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simeón, llamado Níger; Lucio, el de Cirene; Manahén, hermano de leche del tetrarca Herodes, y Saulo. 2 Un día que estaban celebrando el culto al Señor y ayunaban, dijo el Espíritu Santo: «Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado». 3 Entonces, después de ayunar y orar, les impusieron las manos y los enviaron (cf He 13,1-3)

El mismo Lucas atribuye a otras personas el título de apóstol:

“La población de la ciudad se dividió en bandos, unos a favor de los judíos, otros a favor de los apóstoles... Al oírlo los apóstoles Bernabé y Pablo, se rasgaron el manto e irrumpieron por medio del gentío” (Hch 4, 4.14)

Pablo en la polémica contra los "judaizantes" hace causa precisamente sobre este título de apóstol, y desde ese mismo momento empieza a reivindicar para sí el título de "apóstol de Jesús" con energía, sin atribuírselo ya a los colaboradores del mismo rango, como Silvano o Apolo.
Y esa polémica va dirigida sobre todo a Lucas, que le discutían este título por varias razones:
1) Pablo no había tenido contacto con el Jesús terreno;
2) no había sido testigo con los doce de las apariciones pospascuales del resucitado;
3) por eso no había sido enviado como apóstol ni por Cristo ni por los doce apóstoles de Jerusalén.

Con sus afirmaciones Pablo no se pone entre los doce, de los que se distingue con claridad

“ no consulté con hombres ni subí a Jerusalén a ver a los apóstoles anteriores a mí, sino que, enseguida, me fui a Arabia, y volví a Damasco. Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a Cefas, y permanecí quince días con él. De los otros apóstoles no vi a ninguno, sino a Santiago, el hermano del Señor”. ( Gál 1,17-19)

tampoco afirma que haya visto o que haya sido enviado por el Jesús terreno. Declara, por el contrario, que ha visto a Jesús resucitado en el camino de Damasco, lo mismo que "los doce" y que "todos los demás apóstoles", aunque sólo sea como último

“Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras;  y que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras;  y que se apareció a Cefas y más tarde a los Doce;  después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales vive todavía, otros han muerto;  después se apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles;  por último, como a un aborto, se me apareció también a mí. Porque yo soy el menor de los apóstoles (1Cor 15, 3-9);

 

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1.2. Los Doce

La Virgen rodeada de los Doce La institución de los Doce en el NT

Jesús mismo, instituye el grupo de los Doce, como expresamente lo indican Marcos y Lucas:

“Jesús subió al monte, llamó a los que quiso y se fueron con él. E instituyó doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, y que tuvieran autoridad para expulsar a los demonios” (Mc 3, 13-15)

“Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelote; Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor”.(Lc 6, 13-16)

La institución de los Doce en el Vaticano II
La Constitución dogmática Lumen Gentium desarrolla de forma precisa la creación de la institución de los Doce:

“El Señor Jesús, después de haber hecho oración al Padre, llamando a sí a los que El quiso, eligió a doce para que viviesen con El y para enviarlos a predicar el reino de Dios (cf. Mc 3,13-19; Mt 10,1-42); a estos Apóstoles (cf. Lc 6,13) los instituyó a modo de colegio, es decir, de grupo estable, al frente del cual puso a Pedro, elegido de entre ellos mismos (cf. Jn 21,15-17). Los envió primeramente a los hijos de Israel, y después a todas las gentes (cf. Rm 1,16), para que, participando de su potestad, hiciesen discípulos de El a todos los pueblos y los santificasen y gobernasen (cf. Mt 28,16-20; Mc 16, 15; Le 24,45-48; Jn 20,21-23), y así propagasen la Iglesia y la apacentasen, sirviéndola, bajo la dirección del Señor, todos los días hasta la consumación de los siglos (Mt 28,20). En esta misión fueron confirmados plenamente el día de Pentecostés (cf. Hch 2,1-36), según la promesa del Señor: «Recibiréis la virtud del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos así en Jerusalén como en toda la Judea y Samaría y hasta el último confín de la tierra» (Hch 1,8). Los Apóstoles, pues, predicando en todas partes el Evangelio (cf. Mc 16,20), recibido por los oyentes bajo la acción del Espíritu Santo, congregan la Iglesia universal que el Señor fundó en los Apóstoles y edificó sobre el bienaventurado Pedro, su cabeza, siendo el propio Cristo Jesús la piedra angular (cf. Ap 21, 14; Mt 16, 18; Ef 2, 20)” (LG 19).

Esos doce discípulos / apóstoles originales están registrados en Mateo 10:2-4,

“Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia.  Estos son los nombres de los doce apóstoles:

1. el primero, Simón, llamado Pedro, y
2. Andrés, su hermano;
3. Santiago, el de Zebedeo, y
4. Juan, su hermano;
5. Felipe y
6. Bartolomé,
7. Tomás y
8. Mateo el publicano;
9. Santiago el de Alfeo, y
10. Tadeo; 4
11. Simón el de Caná, y
12. Judas Iscariote, el que lo entregó

1.3. Los discípulos
El tema del "discípulo" está muy próximo al del "apóstol". Suscita menos tensiones, pero no carece de actualidad, ni de interés, y exige una aclaración en sus relaciones con el apóstol. En el lenguaje coloquial de hoy, muchos lo emplean casi como sinónimo de "cristiano"; por eso aplican a todos los creyentes lo que en los evangelios se dice de los discípulos.

El discípulo de Cristo no es homologable a los discípulos que, en su tiempo, frecuentaban las escuelas de los maestros o rabinos de Israel, ni tampoco a los seguidores de las academias filosóficas griegas. En ambas, el discípulo elegía aquella que, bien por el método, la doctrina o, más frecuentemente, por la fama y autoridad del maestro atraían su interés y deseo de alcanzar él mismo la sabiduría y prestigio del maestro.

No así el discípulo de Cristo. Del mismo modo que en el AT Dios llamaba a sus profetas y les encomendaba una misión, así Jesús, con semejante autoridad divina llama a los discípulos y les fija la nueva misión de sus vidas:

«Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron».(Mc 1, 16ss)

«Mientras iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro le dijo: «Sígueme». Él respondió: «Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre». Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios».1 Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa». 62 Jesús le contestó: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios»(Lc 9, 57-62)

A la “escuela” de Jesús no se acude para adquirir una doctrina o un método de autoayuda, sino para conocer a la persona del maestro y seguirle: para ser discípulo de Jesús hay que seguirle.

Después de Pentecostés, el término "discípulo" se convierte, según el uso que hace Lucas de él, en sinónimo de "creyentes en Cristo", es decir, de los que se comprometen a seguirle en sus vidas, ya sea un individuo singular

“Había en Damasco un discípulo, que se llamaba Ananías” (Hch 9.10)

“Llegado a Jerusalén, trataba de juntarse [Pablo] con los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera discípulo” (Hch 9, 26)

o el conjunto de la comunidad entera,
Icono de la Vid y los sarmientos

“Los discípulos determinaron enviar una ayuda, según los recursos de cada uno, a los hermanos que vivían en Judea” (Hch 11, 29)


“La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas, adoradoras de Dios, y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron de su territorio. Estos sacudieron el polvo de los pies contra ellos y se fueron a Iconio. Los discípulos, por su parte, quedaban llenos de alegría y de Espíritu Santo” (Hch 13, 49-52)

 

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2. La misión: apostolado y episcopado

En el punto anterior decíamos que “Jesús, con semejante [al Dios del AT] autoridad divina llama a los discípulos y les fija la nueva misión de sus vidas”. Una misión perfectamente definida por Jesús en su despedida antes de subir a los cielos:

«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos» (Mt 28, final)

Y les dijo:

«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación" (Mc 16,15);

El CIC enseña, a este respecto
La misión de los apóstoles

“Jesús es el enviado del Padre. Desde el comienzo de su ministerio, "llamó a los que él quiso, y vinieron donde él. Instituyó Doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar" (Mc 3, 13-14). Desde entonces, serán sus "enviados" [es lo que significa la palabra griega "apostoloi"]. En ellos continúa su propia misión: "Como el Padre me envió, también yo os envío" (Jn 20, 21; cf 13, 20; 17, 18). Por tanto su ministerio es la continuación de la misión de Cristo: "Quien a vosotros recibe, a mí me recibe", dice a los Doce (Mt 10, 40; cf Lc 10, 16)” (CIC 858)

El episcopado como sacramento

“En la persona, pues, de los Obispos, a quienes asisten los presbíteros, el Señor Jesucristo, Pontífice supremo, está presente en medio de los fieles. Porque, sentado a la diestra del Padre, no está ausente la congregación de sus pontífices [53], sino que, principalmente a través de su servicio eximio, predica la palabra de Dios a todas las gentes y administra continuamente los sacramentos de la fe a los creyentes, y por medio de su oficio paternal (cf.1 Co 4,15) va congregando nuevos miembros a su Cuerpo con regeneración sobrenatural; finalmente, por medio de su sabiduría y prudencia dirige y ordena al Pueblo del Nuevo Testamento en su peregrinar hacia la eterna felicidad. Estos pastores, elegidos para apacentar la grey del Señor, son los ministros de Cristo y los dispensadores de los misterios de Dios (cf. 1 Co 4,1), a quienes está encomendado el testimonio del Evangelio de la gracia de Dios (cf. Rm 15,16; Hch 20,24) y la gloriosa administración del Espíritu y de la justicia (cf. 2 Co 3,8-9)” (LG 21)

Cuando el grupo de los Doce perdió a Judas Iscariote, Pedro se dirigió a sus hermanos diciéndoles:

“Es necesario, por tanto, que uno de los que nos acompañaron todo el tiempo en que convivió con nosotros el Señor Jesús, comenzando en el bautismo de Juan hasta el día en que nos fue quitado y llevado al cielo, se asocie a nosotros como testigo de su resurrección.” (Hch 1,21ss).

Es decir, para pertenecer al grupo de los Doce es preciso haber acompañado y sido testigo de la vida de Jesús, de su muerte y de su resurrección para, así, poder cumplir la misión propia de este grupo. Pero esa misión conlleva dos dimensiones distintas:

1.- atestiguar la muerte y resurrección de Jesucristo
2.- “y haced discípulos a todos los pueblos..., yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos” (Mt 28, final).

La primera de las cuales –atestiguar por ciencia propia- es una experiencia intrasmisible como tal, exigible sólo a los coetáneos de Jesús como hecho singular de la primera generación de discípulos La segunda –ese “haced discípulos a todos los pueblos”- implica la necesaria sucesión de generación en generación de la misión cristiana.

a. Testigos de la resurrección
El CIC lo aclara con singular claridad:

«En el encargo dado a los apóstoles hay un aspecto intransmisible: ser los testigos elegidos de la Resurrección del Señor y los fundamentos de la Iglesia. Pero hay también un aspecto permanente de su misión. Cristo les ha prometido permanecer con ellos hasta el fin de los tiempos (cf Mt 28, 20). "Esta misión divina confiada por Cristo a los apóstoles tiene que durar hasta el fin del mundo, pues el Evangelio que tienen que transmitir es el principio de toda la vida de la Iglesia. Por eso los apóstoles se preocuparon de instituir... sucesores" (LG 20)» (CIC 860).

b. Fundadores y Maestros de las Iglesias

«Para que continuase después de su muerte la misión a ellos confiada, encargaron mediante una especie de testamento a sus colaboradores más inmediatos que terminaran y consolidaran la obra que ellos empezaron. Les encomendaron que cuidaran de todo el rebaño en el que el Espíritu Santo les había puesto para ser los pastores de la Iglesia de Dios. Nombraron, por tanto, de esta manera a algunos varones y luego dispusieron que, después de su muerte, otros hombres probados les sucedieran en el ministerio" (LG 20; cf San Clemente Romano, Cor. 42; 44)» (CIC 861

 

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3.-El colegio apostólico

El colegio apostólico Cristo, al instituir a los Doce

"formó una especie de Colegio o grupo estable y eligiendo de entre ellos a Pedro lo puso al frente de él" (LG 19).

"Así como, por disposición del Señor, San Pedro y los demás Apóstoles forman un único Colegio apostólico, por análogas razones están unidos entre sí el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, y los obispos, sucesores de los Apóstoles "(LG 22; Cf. ? CIC, can 330) (CIC 880)

 

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3.1.-Los Obispos, sucesores de los apóstoles

 

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3.2.-El Colegio de los Obispos y su Cabeza

“Así como, por disposición del Señor, San Pedro y los demás Apóstoles forman un solo Colegio Apostólico, de igual modo se unen entre sí el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, y los Obispos sucesores de los Apóstoles. Ya la más antigua disciplina, conforme a la cual los Obispos establecidos por todo el mundo comunicaban entre sí y con el Obispo de Roma por el vínculo de la unidad, de la caridad y de la paz como también los concilios convocados para resolver en común las cosas más importantes después de haber considerado el parecer de muchos manifiestan la naturaleza y forma colegial propia del orden episcopal. Forma que claramente demuestran los concilios ecuménicos que a lo largo de los siglos se han celebrado. Esto mismo lo muestra también el uso, introducido de antiguo, de llamar a varios Obispos a tomar parte en el rito de consagración cuando un nuevo elegido ha de ser elevado al ministerio del sumo sacerdocio. Uno es constituido miembro del cuerpo episcopal en virtud de la consagración sacramental y por la comunión jerárquica con la Cabeza y miembros del Colegio.” (LG 22).

“Queridos hermanos y hermanas:
En las últimas dos audiencias hemos meditado en lo que significa la Tradición en la Iglesia y hemos visto que es la presencia permanente de la palabra y de la vida de Jesús en su pueblo. Pero la palabra, para estar presente, necesita una persona, un testigo. Así nace esta reciprocidad: por una parte, la palabra necesita la persona; pero, por otra, la persona, el testigo, está vinculado a la palabra que le ha sido confiada y que no ha inventado él. Esta reciprocidad entre contenido —palabra de Dios, vida del Señor— y persona que la transmite es característica de la estructura de la Iglesia. Y hoy queremos meditar en este aspecto personal de la Iglesia.

El Señor lo había iniciado convocando, como hemos visto, a los Doce, en los que estaba representado el futuro pueblo de Dios. Con fidelidad al mandato recibido del Señor, los Doce, después de su Ascensión, primero completan su número con la elección de Matías en lugar de Judas (cf. Hch 1, 15-26); luego asocian progresivamente a otros en las funciones que les habían sido encomendadas, para que continúen su ministerio. El Resucitado mismo llama a Pablo (cf. Ga 1, 1), pero Pablo, a pesar de haber sido llamado por el Señor como Apóstol, confronta su Evangelio con el Evangelio de los Doce (cf. Ga 1, 18), se esfuerza por transmitir lo que ha recibido (cf. 1 Co 11, 23; 15, 3-4), y en la distribución de las tareas misioneras es asociado a los Apóstoles, junto con otros, por ejemplo con Bernabé (cf. Ga 2, 9).

Del mismo modo que al inicio de la condición de apóstol hay una llamada y un envío del Resucitado, así también la sucesiva llamada y envío de otros se realizará, con la fuerza del Espíritu, por obra de quienes ya han sido constituidos en el ministerio apostólico. Este es el camino por el que continuará ese ministerio, que luego, desde la segunda generación, se llamará ministerio episcopal” (BENEDICTO XVI, audiencia general, 10 de mayo de 2006).

 

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4.-Apostolicidad de la Iglesia

Los apóstoles Pedro y PabloEl CIC enseña que
«La Iglesia es apostólica porque está fundada sobre los apóstoles, y esto en un triple sentido:
— Fue y permanece edificada sobre "el fundamento de los apóstoles" (Ef 2, 20; Hch 21, 14), testigos escogidos y enviados en misión por el mismo Cristo (cf Mt 28, 16-20; Hch 1, 8; 1 Co 9, 1; 15, 7-8; Ga 1, l; etc.).
— Guarda y transmite, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en ella, la enseñanza (cf Hch 2, 42), el buen depósito, las sanas palabras oídas a los apóstoles (cf 2 Tm 1, 13-14).
— Sigue siendo enseñada, santificada y dirigida por los apóstoles hasta la vuelta de Cristo gracias a aquellos que les suceden en su ministerio pastoral: el colegio de los obispos, "a los que asisten los presbíteros juntamente con el sucesor de Pedro y Sumo Pastor de la Iglesia" (AG 5):
Porque no abandonas nunca a tu rebaño, sino que, por medio de los santos pastores, lo proteges y conservas, y quieres que tenga siempre por guía la palabra de aquellos mismos pastores a quienes tu Hijo dio la misión de anunciar el Evangelio (MR, Prefacio de los apóstoles)».(CIC 857)

«Toda la Iglesia es apostólica mientras permanezca, a través de los sucesores de San Pedro y de los apóstoles, en comunión de fe y de vida con su origen. Toda la Iglesia es apostólica en cuanto que ella es "enviada" al mundo entero; todos los miembros de la Iglesia, aunque de diferentes maneras, tienen parte en este envío. "La vocación cristiana, por su misma naturaleza, es también vocación al apostolado". Se llama "apostolado" a "toda la actividad del Cuerpo Místico" que tiende a "propagar el Reino de Cristo por toda la tierra" (AA 2).
864 "Siendo Cristo, enviado por el Padre, fuente y origen del apostolado de la Iglesia", es evidente que la fecundidad del apostolado, tanto el de los ministros ordenados como el de los laicos, depende de su unión vital con Cristo (cf Jn 15, 5; AA 4). Según sean las vocaciones, las interpretaciones de los tiempos, los dones variados del Espíritu Santo, el apostolado toma las formas más diversas. Pero es siempre la caridad, conseguida sobre todo en la Eucaristía, "que es como el alma de todo apostolado" (AA 3)».(CIC 863)

 

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5.-La sucesión apostólica y su transmisión

Se denomina sucesión apostólica a

"la transmisión, mediante el sacramento del Orden, de la misión y la potestad de los Apóstoles a sus sucesores, los obispos. Gracias a esta transmisión, la Iglesia se mantiene en comunión de fe y de vida con su origen, mientras a lo largo de los siglos ordena todo su apostolado a la difusión del Reino de Cristo sobre la tierra" (compendio CIC 176)

Los obispos sucesores de los apóstoles

«Para que continuase después de su muerte la misión a ellos confiada, encargaron mediante una especie de testamento a sus colaboradores más inmediatos que terminaran y consolidaran la obra que ellos empezaron. Les encomendaron que cuidaran de todo el rebaño en el que el Espíritu Santo les había puesto para ser los pastores de la Iglesia de Dios. Nombraron, por tanto, de esta manera a algunos varones y luego dispusieron que, después de su muerte, otros hombres probados les sucedieran en el ministerio" (LG 20; Cf. San Clemente Romano, Cor. 42; 44)»(CIC 861).

 

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6.-La tradición apostólica

“La Tradición apostólica... no es una colección de cosas, de palabras, como una caja de cosas muertas; la Tradición es el río de la vida nueva que procede de los orígenes, de Cristo hasta nosotros, y nos hace participar en la historia de Dios con la humanidad.

El Concilio Vaticano II constató, en este sentido, que la Tradición es apostólica ante todo en sus orígenes: «Dispuso Dios benignamente que todo lo que había revelado para la salvación de los hombres permaneciera íntegro para siempre y se fuera transmitiendo a todas las generaciones. Por ello Cristo Señor, en quien se consuma la revelación total del Dios sumo (Cf. 2 Corintios 1,20 y 3,16-4,6), mandó a los apóstoles que predicaran a todos los hombres el Evangelio, comunicándoles los dones divinos. Este Evangelio, prometido antes por los profetas, lo completó Él y lo promulgó con su propia boca, como fuente de toda la verdad salvadora y de la ordenación de las costumbres» (Constitución dogmática «Dei Verbum», 7).

La comunidad, nacida del anuncio evangélico, se siente convocada por la palabra de los primeros que hicieron la experiencia del Señor y que fueron enviados por Él. Sabe que puede contar con la guía de los doce, así como con la de quienes más tarde se asocian como sucesores en el ministerio de la Palabra y en el servicio a la comunión. Por tanto, la comunidad se siente comprometida a transmitir a los demás la «alegre noticia» de la presencia actual del Señor y de su misterio pascual, que obra en el Espíritu. Esto queda subrayado en algunos pasajes de las cartas de san Pablo: «os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí» (1 Corintios 15, 3). Y esto es importante. Como se sabe, san Pablo, originalmente llamado por Cristo con una vocación personal, es un auténtico apóstol y, sin embargo, también en su caso lo que cuenta fundamentalmente es la fidelidad a lo que ha recibido. No quería «inventar» un nuevo cristianismo, por así decir, «paulino». Por ello, insiste: «os transmití lo que a mi vez recibí». Transmitió el don inicial que procede del Señor, pues la que salva es la verdad. Después, hacia el final de su vida, escribe a Timoteo: «Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros. (2 Timoteo 1, 14)”. ( Benedicto XVI en la audiencia general miércoles, 3 mayo 2006 )

 

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7.-EL primado de Pedro y la Iglesia

«Este santo Sínodo, siguiendo las huellas del Concilio Vaticano I, enseña y declara con él que Jesucristo, Pastor eterno, edificó la santa Iglesia enviando a sus Apóstoles lo mismo que El fue enviado por el Padre (cf. Jn 20,21), y quiso que los sucesores de aquéllos, los Obispos, fuesen los pastores en su Iglesia hasta la consumación de los siglos. Pero para que el mismo Episcopado fuese uno solo e indiviso, puso al frente de los demás Apóstoles al bienaventurado Pedro e instituyó en la persona del mismo el principio y fundamento, perpetuo y visible, de la unidad de fe y de comunión. Esta doctrina sobre la institución, perpetuidad, poder y razón de ser del sacro primado del Romano Pontífice y de su magisterio infalible, el santo Concilio la propone nuevamente como objeto de fe inconmovible a todos los fieles, y, prosiguiendo dentro de la misma línea, se propone, ante la faz de todos, profesar y declarar la doctrina acerca de los Obispos, sucesores de los Apóstoles, los cuales, junto con el sucesor de Pedro, Vicario de Cristo y Cabeza visible de toda la Iglesia, rigen la casa del Dios vivo».(LG 18).

Con ello, el Concilio Vaticano II, se hace eco de San Irineo de Lyon que, ya en el año 180, decía:

Luego de haber fundado y edificado la Iglesia los beatos Apóstoles, entregaron el servicio del episcopado a Lino: a este Lino lo recuerda Pablo en sus cartas a Timoteo. Anacleto lo sucedió. Después de él, en tercer lugar desde los Apóstoles, Clemente heredó el episcopado, el cual vio a los beatos Apóstoles y con ellos confirió, y tuvo ante los ojos la predicación y Tradición de los Apóstoles que todavía resonaba [...]. A Clemente sucedió Evaristo, a Evaristo Alejandro, y luego, sexto a partir de los Apóstoles, fue constituido Sixto. En seguida Telesforo, el cual también sufrió gloriosamente el martirio; siguió Higinio, después Pío, después Aniceto. Habiendo Sotero sucedido a Aniceto, en este momento Eleuterio tiene el duodécimo lugar desde los Apóstoles. (Ireneo de Lyon, Adversus haereses, III, III, 3.3).

 

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8.-Oración

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.

Porque quisiste edificar tu Iglesia
sobre el fundamento de los Apóstoles,
para que ella permaneciera siempre en la tierra
como el signo de tu santidad
y anunciara a todos los hombres
el camino que nos lleva al cielo.

Te rogamos que, por su intercesión,
tu Iglesia siga siempre creciendo
con la conversión incesante
de todos los pueblos.

Por nuestro Señor Jesucristo...

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9.-Galería de iconos

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APENDICE 1: Relación de los Doce

1. Pedro
2. Andrés
3. Santiago, el de Zebedeo
4. Juan
5. Felipe
6. Bartolomé
7. Tomás
8. Mateo
9. Santiago, el de Alfeo
10. Tadeo
11. Simón
12. Judas Iscariote

 

1.-Pedro


Los apóstoles Pedro y Pablo Simón Pedro, hijo de Jonás, era un pescador que vivió en Betsaida y Cafarnaún. Hizo trabajo evangelístico y misionero entre los judíos, yendo tan lejos como a Babilonia. Fue un miembro del Círculo Interno y escribió las dos epístolas del Nuevo Testamento que llevan su nombre. La tradición dice que fue crucificado en Roma con la cabeza hacia abajo.
En cada lista apostólica, el nombre Pedro es mencionado en primer lugar. Sin embargo, Pedro tuvo otros nombres. En el tiempo de Cristo, el idioma común era el griego y el idioma familiar era el hebreo. Así su nombre griego fue Simón (Marcos 1:16; Juan 1:40, 41). Su nombre hebreo fue Cefas (1º Corintios 1: 12; 3:22; 9:5 y Gálatas 2:9). El significado griego de Simón es roca. El significado árabe de Cefas también es roca.
Por su actividad comercial, Pedro fue un pescador. Fue un hombre casado (1º Corintios 9:5) y su era Cafarnaún Jesús probablemente estableció su centro de dirección ahí cuanto visitó Cafarnaún. Pedro era galileo también como lo fueron varios de los otros discípulos. Josefo describió a los galileos de esta manera: “Eran siempre aficionados a la innovación y por naturaleza dispuestos al cambio y deleitados en sedición. Estaban siempre listos para seguir al líder y para comenzar una insurrección. Eran rápidos en soltar el genio y dados a la pelea y eran hombres muy caballeros.” El Talmud dice esto de los galileos: “Eran más ansiosos por el honor que por ganar, de genio fuerte, impulsivo, emocional, despertado fácilmente por la idea de una aventura, leal hasta el fin.” Pedro fue un galileo típico. Entre los doce, Pedro fue el líder. Él sobresale como el vocero de los apóstoles. Es él quien preguntó el significado de la parábola en Mateo 15:15. Es él quien preguntó cuán seguido debemos perdonar. Es él quien indagó acerca de la recompensa para todos aquellos que siguen a Jesús. Es él el que primero confesó a Jesús y lo declaró como el Hijo del Dios Viviente. Es él quien estuvo en el monte de la Transfiguración. Es él quien vio a la hija de Jairo resucitar de los muertos. Y todavía, es él quien negó a Cristo ante un criado. Él fue un apóstol y un misionero que dio su vida por su Señor. Es verdad, Pedro cometió muchos errores, pero tuvo siempre la gracia salvadora del corazón amante. No importa cuántas veces se hubo caído y fallado, siempre recuperó su coraje e integridad.
Pedro fue martirizado sobre una cruz. Pedro solicitó que lo crucificaran cabeza abajo porque no era digno de morir como su Señor había muerto. Su símbolo apostólico es una cruz invertida con llaves cruzadas.

 

2.-Andrés

 
Andrés, apóstol, el primer mártir

 

 

 

Andrés era el hermano de Pedro, e hijo de Jonás. Vivió en Betsaida y Cafarnaún y era pescador antes de que Jesús lo llamara. Originalmente fue un discípulo de Juan el Bautista (Marcos 1:16-18). Andrés trajo a su hermano Pedro a Jesús (Juan 1:40). Él es el primero en tener el título de Misionero en Casa y en el Extranjero. Es reclamado por tres países como su Santo Patrono –Rusia, Escocia y Grecia. Varios estudiosos dicen que predicó en Sitia, Grecia y Asia Menor.
Andrés trajo a otros a Jesús también. Aunque las circunstancias lo colocaron en una posición donde podría haber sido fácil para él llegar a ser celoso y resentido, fue optimista y estuvo contento en el segundo plano. Su principal propósito en la vida fue traer a otros al Maestro.
De acuerdo con la tradición, Andrés murió como mártir en Acaya, Grecia, en el pueblo de Patra. Cuando la esposa del Gobernador Aepeas fue sanada y convertida a la fe cristiana, y poco después de que el hermano del Gobernador se volviera cristiano, Aepeas se enojó mucho. Él arrestó a Andrés y lo condenó a morir en la cruz. Andrés, sintiéndose indigno de ser crucificado en una cruz en la misma forma que su Maestro, suplicó que la suya sea diferente. Así que fue crucificado en una cruz con forma de X, la cual hasta el día de hoy es llamada la cruz de San Andrés y es uno de sus símbolos apostólicos. También se usa un símbolo de dos peces cruzados para referirse a Andrés, ya que él era pescador originalmente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

3.-Santiago, el Mayor

Santiago, el mayorSantiago, el Anciano, Boanerges, hijo de Zebedeo y Salomé, hermano de Juan el Apóstol; un pescador que vivió en Betsaida, Cafarnaún y Jerusalén. Predicó en Jerusalén y Judea y fue decapitado por Herodes, en el año 44 DC (Hechos 12:1,2). Fue un miembro del Círculo Interno, llamado así porque estaba formado por los que recibieron privilegios especiales. El Nuevo Testamento nos cuenta muy poco sobre Santiago. Su nombre nunca aparece separado del de su hermano Juan. Ellos eran un dúo inseparable (Marcos 1:19-20; Mateo 4:21; Lucas 5:1-11).
Fue un hombre de coraje y espíritu de perdón – un hombre sin envidia, viviendo a la sombra de Juan, un hombre de extraordinaria fe. Fue el primero de los doce en convertirse en mártir.
Su símbolo es tres caparazones de crustáceo, en señal de su peregrinación por el mar.

 

4.-Juan


Juan Boanerges, hijo de Zebedeo y Salomé, hermano de Santiago, el apóstol. Fue conocido como el discípulo amado. Un pescador que vivió en Betsaida, Cafarnaún y Jerusalén y fue miembro del Círculo Interno. Él escribió el Evangelio según San Juan, 1º de Juan, 2º de Juan, 3º de Juan y Apocalipsis. Predicó entre las iglesias de Asia Menor. Desterrado en la Isla de Patmos, fue más tarde liberado y murió de muerte natural. Juan fue uno los apóstoles prominentes. Es mencionado en varios lugares en el Nuevo Testamento. Fue un hombre de acción; era muy ambicioso; y un hombre con un temperamento explosivo y un corazón intolerante. Su segundo nombre fue Boanerges, el cual significa Hijo del Trueno. Él y su hermano Santiago vinieron de una familia de mejor posición que el resto de los apóstoles. Siendo que su padre contrataba sirvientes en su negocio pesquero (Marcos 1:20) él pudo haberse sentido por sobre el resto. Estuvo muy cerca de Pedro. Actuaron juntos en el ministerio. Pedro, sin embargo, era siempre el vocero del grupo.
Juan maduró con el tiempo. En la etapa posterior de su vida, se había olvidado de todo, incluso de su ambición y temperamento explosivo, excepto de su compromiso de amor para con el Señor.
Se dice que un atentado fue realizado contra su vida mediante un cáliz de veneno del cual Dios lo salvó. Murió de causas naturales. Un cáliz con una serpiente en el mismo es su símbolo.

 

5.-Felipe

El apóstol FelipeLa tradición dice que Felipe predicó en Phrygia y murió como mártir en Hierapolis. Felipe vino de Betsaida, el pueblo del cual Pedro y Andrés vinieron (Juan 1:44). El parecido es que él, también, fue un pescador. Aunque los primeros tres Evangelios registran su nombre (Mateo 10:3; Marcos 3:18; Lucas 6:14; Hechos 1:13), es en el Evangelio de Juan que Felipe se vuelve una personalidad viviente.
Los estudiosos no están de acuerdo sobre Felipe. En Hechos 6:5 tenemos a Felipe como uno de los siete diáconos ordenados. Algunos dicen que éste es otro Felipe. Algunos creen que realmente éste es el apóstol. Si es el mismo Felipe, entonces su personalidad tomó más vida porque tuvo una exitosa campaña en Samaria. El dirigió al eunuco etíope a Cristo (Hechos 8:26). También se quedó con Pablo en Cesarea (Hechos 21:8) y fue una de las figuras importantes en los emprendimientos misioneros de la iglesia primitiva.
El Evangelio de Juan muestra a Felipe como uno de los primeros entre tantos a quienes Jesús les dirigió la palabra “Sígueme.” Cuando Felipe conoció a Cristo, inmediatamente encontró a Natanael y le dijo “lo hemos encontrado, de quien Moisés... y los profetas, escribieron.” Natanael era desconfiado. Pero Felipe no argumentó con él; simplemente le contestó: “Ven y ve.” Esta historia nos dice dos cosas importantes sobre Felipe. Primero, muestra su correcto acercamiento al que desconfía y su simple fe en Cristo. Segundo, muestra que tenía un instinto misionero.
Felipe fue un hombre de corazón caliente y una cabeza pesimista. Fue uno a quien le hubiera gustado mucho hacer algo por otros, pero que no vio cómo esto podría ser hecho. Aún así, este simple galileo dio todo lo que tenía. Por eso Dios lo usó. Se dice que murió colgado. Mientras estaba muriendo, pidió que su cuerpo sea envuelto no en lino sino en papiro porque no era digno de que incluso su cuerpo sea tratado como el cuerpo de Jesús. El símbolo de Felipe es una canasta, por su participación en la alimentación de los cinco mil. Es él quien marcó la cruz como un signo de cristiandad y victoria.

 

6.-Bartolomé


Bartolomé Natanael, hijo de Talmai, vivió en Caná de Galilea.
La tradición dice que fue misionero en Armenia. Un número de estudiosos cree que fue el únicoSan Bartolomé discípulo que provino de sangre real, o de una familia noble. Su nombre significa Hijo de Tolmai o Talmai (2º Samuel 3:3). Talmai fue rey de Gesur cuya hija, Maaca, fue esposa de David, madre de Absalón.
El nombre de Bartolomé aparece en cada lista de los discípulos (Mateo 10:3; Marcos 3:18; Lucas 6:14; Hechos 1:13). Este no era el primer nombre, no obstante, fue su segundo nombre. Su primer nombre probablemente era Natanael, a quién Jesús llamó “un verdadero Israelita, en quien no hay engaño.” (Juan 1:47)
El Nuevo Testamento nos da muy poca información sobre él. La tradición indica que fue un gran investigador de la Escritura y un estudioso de la ley y los profetas. Se transformó en un hombre de rendición completa al Carpintero de Nazaret, y uno de los misioneros más aventureros de la Iglesia. Se dice de él que predicó con Felipe en Phrygia y Hierápolis; también en Armenia. La Iglesia de Armenia lo reclama como su fundador y mártir. Sin embargo, la tradición dice que él predicó en India, y su muerte parece haber tenido lugar ahí. Murió como un mártir por su Señor. Fue despellejado vivo con cuchillos.
Su símbolo apostólico es tres cuchillos paralelos.

 

7.-Tomás


Apóstol TomásTomás Dídimos vivió en Galilea. La tradición dice que trabajó en Parthia, Persia e India, sufriendo martirio cerca de Madras, en el Monte Santo Tomás, India.
Tomás fue su nombre hebreo y Dídimos su nombre griego. Algunas veces fue llamado Judas. Mateo, Marco y Lucas no nos cuentan nada sobre Tomás excepto su nombre. Sin embargo, Juan lo define más claramente en su Evangelio. Tomás apareció en la resurrección de Lázaro (Juan 11:2-16), en el Aposento Alto (Juan 14:1-6) donde quiso saber cómo conocer el camino a donde Jesús estaba yendo. En Juan 20:25 lo vemos diciendo que a menos que vea las marcas en las manos de Jesús y en su costado, él no iba a creer. Por esto Tomás llegó a ser conocido como Tomás el incrédulo.
Tomás llegó a creer mediante la duda. Por naturaleza, él era pesimista. Era uno hombre desconcertado. Aún así, fue un hombre de valor. Fue un hombre que no podía creer hasta no haber visto. Era un hombre de devoción y fe. Cuando Jesús resucitó, volvió e invitó a Tomás a poner su dedo en las marcas que dejaron los clavos en sus manos y en su costado. Y es aquí donde vemos a Tomás haciendo la confesión de fe más grande: “Mi Señor y mi Dios.” Las dudas de Tomás fueron transformadas en fe. Tomás fue siempre como un niño pequeño. Su primera reacción fue no hacer lo que le dijeron que hiciera y no creer lo que le dijeron que creyera. Las buenas nuevas para él fueron siempre demasiado buenas para ser verdad. Mediante este hecho la fe de Tomás se volvió mas grande, intensa y convincente. Se dice que él fue encargado para construir un palacio para el rey de India, y fue muerto con una lanza como mártir por su Señor. Su símbolo es un grupo de lanzas, piedras y flechas.

 

8.-Mateo


Apóstol MateoMateo, o Leví, hijo de Alfeo, vivió en Cafarnaúm. Fue un publicano o cobrador de impuestos. Él escribió el evangelio que lleva su nombre. Murió como mártir en Etiopía.
El llamamiento de Mateo al grupo apostólico es mencionado en Marcos 2:14, Mateo 9:9 y Lucas 5:27-28. De estos pasajes aprendemos que Mateo también fue llamado Leví. Era una costumbre común en el Medio Este en la época de Cristo que los hombres tuvieran dos nombres. El nombre de Mateo significa “un regalo de Dios”. El nombre Leví le pudo haber sido dado por Jesús. Es interesante que Santiago el menor, quien fue uno de los doce apóstoles, fue hermano de Mateo, también el hijo de Alfeo. Aunque sabemos poco sobre Mateo personalmente, el hecho sobresaliente sobre él es que fue un recaudador de impuestos. La versión Reina-Valera lo llama publicano, lo que en latín es Publicanus, enfatizando compromiso en el servicio público, un hombre que manejaba dinero público, o un cobrador de impuestos.
De todas las naciones en el mundo, los judíos fueron los que más odiaron a los cobradores de impuestos. Para el judío devoto, Dios era el único a quien era correcto pagar tributos e impuestos. Pagarlo a cualquier otra persona era infringir los derechos de Dios. El cobrador de impuestos era odiado no sólo sobre el terreno religioso sino también porque la mayoría eran notablemente injustos.
En las mentes de varios hombres Judíos honestos, estos cobradores de impuestos eran considerados como criminales. En los tiempos del Nuevo Testamento eran clasificados junto con las prostitutas, los gentiles y los pecadores (Mateo 18:17; Mateo 21.31, 33; Mateo 9:10; Marcos 2:15, 16; Lucas 5:30). Los cobradores de impuestos han sido conocidos porque determinaban el monto debido en sumas imposibles y a menudo ofrecían dinero en préstamo a los viajeros a tasas de interés muy elevadas. Así era Mateo. Aún así, Jesús eligió un hombre a quien todos los hombres odiaban y lo hizo uno de los suyos. Jesucristo pudo ver el potencial en el cobrador de impuestos de Cafarnaún.
Mateo fue diferente a los otros apóstoles, quienes fueron todos pescadores. Él pudo usar una pluma de escribir, y por su pluma llegó a ser el primer hombre en presentar al mundo, en el idioma hebreo, un relato de las enseñanzas de Jesús. Es claramente imposible estimar la deuda que la cristiandad tiene para con este despreciado cobrador de impuestos. El hombre promedio habría pensado que era imposible reformar a Mateo, pero para Dios todas las cosas son posibles. Mateo llegó a ser el primer hombre que escribió las enseñanzas de Jesús. Fue un misionero del evangelio, que cambió su vida por la fe de su Maestro.
El símbolo apostólico de Mateo es tres bolsas de dinero las cuales nos recuerdan que él fue un cobrador de impuestos antes de que Jesús lo llamara.

 

 

 

 

 

 

9.-Santiago, el Menor

Santiago, el menor o más joven, hijo de Alfeo, o Cleofás y María, vivió en Galilea. Fue el hermano del Apóstol Judas.
De acuerdo a la tradición él escribió la Epístola de Santiago, predicó en Palestina y Egipto y fue crucificado en Egipto. Santiago fue uno de los discípulos menos conocido. Algunos estudiosos creen que fue el hermano de Mateo, el recaudador de impuestos. Santiago fue un hombre de carácter fuerte y un tipo de los más ardientes. La tradición nos cuenta que él también murió como un mártir y su cuerpo fue cortado en pedazos. La sierra se convirtió en su símbolo apostólico.

 
 
 
  
 
 

10.-Judas Tadeo


Judas Tadeo, o Lebeo, hijo de Alfeo o Cleofás y María. Fue hermano de Santiago el más joven. Fue uno de los apóstoles de los que se sabe poco y vivió en Galilea. La tradición dice que predicó en Asiria y Persia y murió como mártir en Persia.
Jerónimo lo llamó “Trinomios” lo cual significa “un hombre con tres nombres”. En Marcos 3:18 es llamado Tadeo. En Mateo 10:3 es llamado Lebeo. Su apellido era Tadeo. En Lucas 6:16 y Hechos 1:13 es llamado Judas el hermano de Santiago. Judas Tadeo también fue llamado Judas el Zelote.
San Simón y san Judas TadeoPor su carácter fue un intenso y violento nacionalista con el sueño de poder mundial y dominio del pueblo escogido. Según los registros del Nuevo Testamento (Juan 14:22) él le preguntó a Jesús en la Última Cena, “¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo?” Judas Tadeo estaba interesado en dar a conocer a Cristo al mundo. No como un Salvador sufriente, sino más bien, como un Rey gobernante. Nosotros podemos ver claramente por la respuesta que Jesús le dio, que el camino del poder nunca se puede reemplazar por el camino del amor.
Se ha dicho que Judas fue a predicar el Evangelio en Edesa cerca del Río Éufrates. Allí sanó a varios y muchos creyeron en el nombre del Maestro. Judas fue desde allí a predicar el Evangelio en otros lugares. Fue asesinado con flechas en el Ararat. El símbolo elegido para él es el barco porque fue un misionero enseñado a ser pescador de hombres.

 

11.-Simón


Simón, el Zelote, uno de los apenas conocidos seguidores llamado Cananista o Zelote, vivió en Galilea. La tradición dice que fue crucificado.
En dos lugares en la Versión Reina-Valera 1960 es llamado Cananista (Mateo 10:4; Marcos 3:18). Sin embargo en otros dos lugares es llamado Simón Zelote (Lucas 6:15; Hechos 1:13).
El Nuevo Testamento nos dice prácticamente nada sobre él personalmente excepto que dice que era un Zelote. Los zelotes eran nacionalistas judíos fanáticos quienes tuvieron desatención heroica por el sufrimiento envuelto y la lucha por lo que ellos consideraron como la pureza de su fe. Los zelotes fueron enloquecidos con el odio por los romanos. Fue este odio por Roma lo que destruyó la ciudad de Jerusalén. Josefo dice que los zelotes fueron personas imprudentes, celosos en buenas prácticas y extravagantes e imprudentes en las peores clases de acciones.
Desde su entorno, vemos que Simón fue un nacionalista fanático, un hombre devoto a la Ley, un hombre con un odio amargo por cualquier persona que se atreviera a comprometerse con Roma. Aún así, Simón claramente sobresalió como un hombre de fe. Abandonó todos sus odios por la fe que mostró hacia su Maestro y el amor que estuvo dispuesto a compartir con el resto de los discípulos y especialmente con Mateo, el cobrador de impuestos romano.
Simón el Zelote, el hombre que una vez pudo haber matado por lealtad a Israel, llegó a ser el hombre que vio que la voluntad de Dios no tiene servicio forzado. La tradición dice que murió como un mártir. Su símbolo apostólico es un pez sobre una Biblia, lo cual indica que fue un pescador que llegó a ser un pescador de hombres mediante la predicación

 

12.-Judas Iscariote


Judas Iscariote, el traidor, fue el hijo de Simón quien vivió en Kerioth de Judá. Él traicionó a Jesús por treinta piezas de plata y luego se ahorcó (Mateo 26: 14,16).
Judas, el hombre que llegó a ser el traidor, es el enigma supremo del Nuevo Testamento porque es muy duro ver como alguien que estuvo tan cerca de Jesús, que vio tantos milagros y oyó muchas de las enseñanzas del Maestro pudo entregarlo en mano de sus enemigos.
Su nombre aparece in tres listas de los 12 Apóstoles (Mateo 10:4; Marcos 3:19; Lucas 6:19). Se dice que Judas vino de Judá, cerca de Jericó. El era un judío y el resto de los discípulos eran Galileos. Era el tesorero del grupo y estaba entre los que lideraban conversaciones.
Se dice que Judas era un judío nacionalista violento que siguió a Jesús con la esperanza de que a través de Él sus sueños y su llama nacionalistas pudieran ser realizados. Nadie puede negar que Judas fuera un hombre codicioso y a veces usó su posición como tesorero del grupo para tomar dinero del monedero común.
No hay una razón cierta de por qué Judas traicionó a su maestro, pero no fue su traición lo que colocó a Jesús en la cruz, sino nuestros pecados.
Su símbolo apostólico es el lazo corredizo de una horca, o una bolsita de dinero con piezas de plata cayéndose de él.

 

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APENDICE 2

:
Lista de los papas
1. Pedro ?-64/67(?) 2. Lino 67-76(?) 3. Anacleto 79-90(?) 4. Clemente 92-101(?) 5. Evaristo 99-107(?) 6. Alejandro I 107-116(?) 7. Sixto I 116-125(?) 8. Telesforo 125-136/138(?) 9. Iginio 136/38-140/42(?) 10. Pió I 140/42-154/55(?) 11. Aniceto 154/55-166(?) 12. Solero 166-174(?) 13. Eleuterio 174-189(?) 14. Víctor I 189-198/99(?) 15. Ceferino 199-217(?) 16. Calixto I 217-222 17. Urbano I 222-230 18. Ponciano I 230-235 19. Antero 235-236 20. Fabián 236-250 21. Cornelio 251-253 22. Lucio I 253-254 23. Esteban I 254-257 24. Sixto II 257-258 25. Dionisio 259/60-267/68(7) 26. Félix I 268/69-273/74(7) 27. Eutiquiano 274/75-282/83(7) 28. Cayo 282/83-295/96(7) 29. Marcelino 295/96-304 30. Marcelo I 307-308(7) 31. Eusebio 308-310(7) 32. Miliciades 310/11-314(7) 33. Silvestre I 314-335 34. Marcos 336 35. Julio I 337-352 36. Liberio 352-366 37. Dámaso I 366-384 38. Siricio 384-399 39. Anastasio I 399-402 40. Inocencio I 402-417 41. Zósimo 417-419 42. Bonifacio I 418-422 43. Celestino I 422-432 44. Sixto III 432-440 45. León I 440-461 46. Hilario 461-468 47. Simplicio 468-483 48. Félix II 483-492 49. Gelasio I 492-496 50. Anastasio II 496-498 51. Símaco 498-514 52. Ormisda 514-523 53. Juan I 523-526 54. Félix III 526-530 55. Bonifacio II 530-532 56. Juan II 533-535 57. Agapito I 535-536 58. Silverio 536-537 59. Virgilio 537-555 60. Pelagio I 556-561 61. Juan III 561-574 62. Benedicto I 575-579 63. Pelagio II 579-590 64. Gregorio I 590-604 65. Sabiniano 604-606 66. Bonifacio III 607 67. Bonifacio IV 608-615 68. Adeodato I 615-618 69. Bonifacio V 619-625 70. Honorio I 625-638 71. Severino 640 72. Juan IV 640-642 73. Teodoro I 642-649 74. Martín I 649-653 75. Eugenio I 654-657 76. Vitaliano 657-672 77. Adeodato II 672-676 78. Dono 676-678 79. Agatón 678-681 80. León II 682-683 81. Benedicto II 684-685 82. Juan V 685-686 83. Conón 686-687 84. Sergio I 687-701 85. Juan VI 701-705 86. Juan VII 705-707 87. Sisinio 708 88. Constantino I 708-715 89. Gregorio II 715-731 90. Gregorio III 731-741 91. Zacarías 741-752 92. Esteban II 752-757 93. Pablo I 757-767 94. Esteban III 768-772 95. Adriano I 772-795 96. León III 795-816 97. Esteban IV 816-817 98. Pascual I 817-824 99. Eugenio II 824-827 100. Valentino 827 101. Gregorio IV 827-844 102. Sergio II 844-847 103. León IV 847-855 104. Benedicto III 855-858 105. Nicolás I 858-867 106. Adriano II 867-872 107. Juan VIII 872-882 108. Marino I 882-884 109. Adriano III 884-885 110. Esteban IV 885-891 111. Formoso 891-896 112. Bonifacio VI 896 113. Esteban VI (VII) 896-897 114. Romano 897 115. Teodoro II 897 116. Juan IX 898-900 117. Benedicto IV 900-903 118. León V 903 119. Sergio III 904-911 120. Anastasio III 911 -913 121. Landón 913-914 122. Juan X 914-928 123. León VI 928 124. Esteban VII (VIII) 928-931 125. Juan XI 931-935/36 126. León VII 936-939 127. Esteban VIII 939-942 128. Marino II (Martín III) 942-946 129. Agapito II 946-955 130. Juan XII 955-963 131. León VIII 963-965 132. Benedicto V 965-966 133. Juan XIII 966-972 134. Benedicto VI 973-974 135. Benedicto VII 974-983 136. Juan XIV 983-984 137. Juan XV 985-996 138. Gregorio V 996-999 139. Silvestre II 999-1003 140. Juan XVII 1003 141. Juan XVIII 1003/4-1009 142. Sergio IV 1009-1012 143. Benedicto VIII 1012-1024 144. Juan XIX 1024-1032 145. Benedicto IX 1032-1045 146. Silvestre III 1045-1046 147. Benedicto IX (2a vez) 1045 148. Gregorio VI 1045-1046 149. Clemente II 1046-1047 150. Benedicto IX (3a vez) 1047-1048 151. Dámaso U 1048 152. León IX 1049-1054 153. Víctor II 1055-1057 154. Esteban IX 1057-1058 155. Nicolás II 1059-1061 156. Alejandro II 1061-1073 157. Gregorio VII 1073-1085 158. Víctor III 1086-1087 159. Urbano II 1088-1099 160. Pascual II 1099-1118 161. Gelasio II 1118-1119 162. Calixto II 1119-1124 163. Honorio II 1124-1130 164. Inocencio II 1130-1143 165. Celestino II 1143-1144 166. Lucio II 1144-1145 167. Eugenio III 1145-1153 168. Anastasio IV 1153-1154 169. Adriano IV 1154-1159 170. Alejandro III 1159-1181 171. Lucio III 1181-1185 172. Urbano III 1185-1187 173. Gregorio VIII 1187 174. Clemente III 1187-1191 175. Celestino III 1191-1198 176. Inocencio III 1198-1216 177. Honorio III 1216-1227 178. Gregorio IX 1227-1241 179. Celestino IV 1241 180. Inocencio IV 1243-1254 181. Alejandro IV 1254-1261 182. Urbano IV 1261-1264 183. Clemente IV 1265-1268 184. Gregorio X 1271-1276 185. Inocencio V 1276 186. Adriano V 1276 187. Juan XXI 1276-1277 188. Nicolás III 1277-1280 189. Martin IV 1281-1285 190. Honorio IV 1285-1287 191. Nicolás IV 1288-1292 192. Celestino V 1294 193. Bonifacio VIII 1294-1303 194. Benedicto XI 1303-1304 195. Clemente V 1305-1314 196. Juan XXII 1316-1334 197. Benedicto XII 1334-1342 198. Clemente VI 1342-1352 199. Inocencio VI 1352-1362 200. Urbano V 1362-1370 201. Gregorio XI 1370-1378 202. Urbano VI 1378-1389 203. Bonifacio IX 1389-1404 204. Inocencio VII 1404-1406 205. Gregorio XII 1406-1415 206. Martín V 1417-1431 207. Eugenio IV 1431-1447 208. Nicolás V 1447-1455 209. Calixto III 1455-1458 210. Pío II 1458-1464 211. Pablo II 1464-1471 212. Sixto IV 1471-1484 213. Inocencio VIII 1484-1492 214. Alejandro VI 1492-1503 215. Pío III 1503 216. Julio II 1503-1513 217. León X 1513-1521 218. Adriano VI 1522-1523 219. Clemente VII 1523-1534 220. Pablo III 1534-1549 221. Julio III 1550-1555 222. Marcelo II 1555 223. Pablo IV 1555-1559 224. Pío IV 1559-1565 225. Pío V 1566-1572 226. Gregorio XIII 1572-1585 227. Sixto V 1585-1590 228. Urbano VII 1590 229. Gregorio XIV 1590-1591 230. Inocencio IX 1591 231. Clemente VIH 1592-1605 232. León XI 1605 233. Pablo V 1605-1621 234. Gregorio XV 1621-1623 235. Urbano VIH 1623-1644 236. Inocencio X 1644-1655 237. Alejandro VII 1655-1667 238. Clemente IX 1667-1669 239. Clemente X 1670-1676 240. Inocencio XI 1676-1689 241. Alejandro VIII 1689-1691 242. Inocencio XII 1691-1700 243. Clemente XI 1700-1721 244. Inocencio XII 1721-1724 245. Benedicto XIII 1724-1730 246. Clemente XII 1730-1740 247. Benedicto XIV 1740-1758 248. Clemente XIII 1758-1769 249. Clemente XIV 1769-1774 250. Pío VI 1775-1799 251. Pió VII 1800-1823 252. León XII 1823-1829 253. Pío VIII 1829-1830 254. Gregorio XVI 1831-1846 255. Pío IX 1846-1878 256. León XIII 1878-1903 257. Pío X 1903-1914 258. Benedicto XV 1914-1922 259. Pío XI 1922-1939 260. Pío XII 1939-1958 261. Juan XXIII 1958-1963 262. Pablo VI 1963-1978 263. Juan Pablo I 1978 264. Juan Pablo II 1978- 2005 265. Benedicto XVI 2005 2013.- Francisco 2013 hasta hoy (2017).

 

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APENDICE 3


Relación de páginas en las que nos hemos apoyado
www.bibleinfo.com
biblicomentarios.com
w2.vatican.va
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