Rezando con los iconos

"Así como la lectura de los libros materiales permite la comprensión de la palabra viva del Señor, del mismo modo el icono permite acceder, a través de la vista, a los misterios de la salvación" (Juan Pablo II, Duodecimum saeculum).

 

La técnica del icono

12.-La técnica del icono

Cuando el Concilio de Nicea II “definió “con toda exactitud y cuidado que de modo semejante a la imagen de la preciosa y vivificante cruz han de exponerse las sagradas y santas imágenes, tanto las pintadas como las de mosaico…”(Denzinger, 302), el icono se convirtió en la mejor bandera de los defensores de las imágenes..

 
 

12.01.-Preparación de la tabla.

En principio, puede utilizarse cualquier tipo de madera para trabajar las tablas de icono, que siempre deberán estar bien secas y no tener nudos Una madera blanda y, por lo tanto, fácil de trabajar es el tilo ya que es muy homogénea. El alto contenido de resinas del abeto y del pino desaconseja su uso.

Después de que se coloca sobre ella un soporte o “levka”, que sirve de base para la pintura, la tabla está lista para ser pintada. Este soporte mantendrá fijo y permanente la base última de barnices y pigmentos que darán colorido al icono

 

12.02.-El rostro del Salvador

El centro de la imagen es siempre el rostro en la figura de Cristo Pantocrator.

A partir de la longitud de la nariz como unidad, se hace un croquis donde se dibujan tres círculos concéntricos, con radios progresivamente crecientes de 1, 2 y 3 unidades, y centro en la raíz de la nariz

El círculo central, donde están los ojos, representa el alma; contiene los ojos, grandes y fijos, con mirada severa, que se dirige hacia el espectador; y la nariz delgada, con aletas vibrantes simbolizando el soplo del Espíritu. BIEN

El segundo círculo, que abarca abundantes cabellos y el volumen de la cabeza, representa el cuerpo. En él se encuentran la frente, que se dibuja grande y despejada, y todo el rostro.BIEN

El tercer círculo, con radio equivalente a tres veces la longitud de la nariz, recoge el nimbo o aureola, normalmente dorada, simbolizando la santidad divina. Cuando se dibuja el rostro de el Salvador, la aureola muestra siempre tres brazos de la cruz, pintados de rojo, y el anagrama griego de la frase “yo soy el que soy”, que es el nombre con el que se identificó Yhavé ante Moisés.

 

12.03.-Los vestidos

Cristo viste, una túnica púrpura o dorada, conforme al significado simbólico de estos colores. Se aprecia una faja vertical de oro, y sobre ella un manto azul.

La púrpura y el oro, son colores propios de la corte bizantina  y  ponen de manifiesto la realeza divina de Cristo. El color azul del manto da cuenta de la naturaleza humana del Señor.

 

12.04.-El nimbo

En la iconografía la aureola, que simbólicamente sirve para señalar la excelencia del personaje,  simboliza la participación en la luz y santidad de Dios de los santos.  En la aureola  de Cristo se perfilan los contornos de una cruz., y en los tres brazos de la misma aparecen las tres letras griegas ómicron, omega y ny  que significa: el que es, es decir el nombre sagrado de Dios (Ex. 3-13). VALE

 

12.5.-La mano que bendice

Los tres dedos abiertos quieren recordar las Tres Personas de la Santísima Trinidad mientras que los otros dos hacen referencia a la doble naturaleza de Jesucristo.  Ese gesto, adoptado por toda la jerarquía católica para bendecir, expresa bien que toda bendición procede de Dios Trino por medio de Jesucristo.

El monograma de Cristo se figura con el juego de los dedos cruzados: el meñique señala la I y el anular la C; con los dedos medio y el pulgar cruzados la X; y con el índice, cruzándose en segundo plano con el dedo medio,  la segunda C (formando el conocido lema ICXC= Jesucristo, en griego).

 

12.06.-El libro

El Pantocrátor aparece con un libro en su brazo izquierdo. Puede significar el libro de la nueva vida, el Evangelio, que es ofrecida a la humanidad. También, recordando la revelación del Apocalipsis, es el libro de la vida, el que portará el Hijo de Dios cuando vuelva a la tierra como juez para recapitular todas las cosas en sí y ofrecérselas al Padre.

 

12.07.-La luz

Podríamos preguntarnos si en una civilización que ha inundado sus ciudades de luz y prácticamente expulsada la oscuridad de sus calles y habitaciones, tiene sentido la luz que emana de unas velas o unas lamparillas. La trascendencia del símbolo también se da con la luz. Por eso, unas velas adornan la mesa preparada para una ocasión especial; por eso las antorchas iluminan la procesión en la Basílica de la Anunciación, en Nazaret.

La principal celebración litúrgica del culto cristiano occidental se inaugura con una fiesta de la luz portada por un cirio y unas candelas. La celebración de la Pascua se inicia con la solemne vigilia, en plena oscuridad, de donde emerge la luz de Cristo resucitado, que va pasando de vela en vela hasta iluminar todo el recinto. La vida triunfa sobre la muerte. La Pascua es una fiesta de luz. . Durante cincuenta días el simbolismo de la luz presidirá las celebraciones litúrgicas. VALE

De la luz depende en gran parte cómo se percibe el espacio del templo y todo cuanto lo llena y se realiza en él. En los “lucernarios”, apagando la luz y manteniendo el templo en penumbra, se simboliza el mundo inmerso en las tinieblas y esperando la venida de Cristo.

Porque Cristo es la luz del mundo (cfr. Jn 12, 46) y él, cuando los ojos que le contemplan son purificados, muestra un rostro radiante como el sol (cfr.   Tabor). Como todo en el templo, la luz, provenga de donde provenga, tiene un destino litúrgico, porque “Dios es la luz y todo lo que está en Dios está en la luz. La comunión es la luz de los hombres. La comunión se capta en los colores, porque la luz une los colores fuertes, intensos, los colores absolutos” (MARKO I. RUPNIK , Los colores de la luz).

 

12.08.-Los colores

Es sobradamente conocida la frase de Eugenio Troubotzkoï, filósofo ruso de principios del siglo XVIII que,  al hablar sobre los iconos, expresa lo siguiente " Los colores son utilizados por el artista con el objeto de separar el cielo, de nuestra existencia terrenal, ahí está la clave que permite comprender la belleza inefable de la simbología del icono". Con ello expresa que los colores, en la iconografía se expresan con un lenguaje propio y son portadores simbólicos de un significado místico, que los trasciende.

Las normas canónicas limitan el uso de los colores, tanto en el número de ellos, como en las tonalidades admitidas. Cada uno de ellos está cargado de significado; expresan, para quien conoce las claves de su lenguaje, la catequesis que el iconógrafo ha preparado para el mejor servicio de la liturgia dirigida al pueblo cristiano.

Los colores tienen en iconografía un lenguaje propio y son portadores de un significado místico, trascendente. “Los colores son utilizados por el artista con el objeto de separar el cielo de nuestra existencia terrenal, ahí está la clave que permite comprender la belleza inefable de la simbología del icono"( Eugenio Troubotzkoï,)

“En el corazón del universo, la luz manifiesta dos colores particularmente intensos: el rojo y el azul. Los cristianos del primer milenio reconocían en el rojo lo divino y en el azul lo humano. El corazón del universo es la divino-humanidad, Cristo, el Hijo de Dios, que en el amor del Padre une lo humano y lo divino, lo creado y lo increado. El rojo y el azul son el fundamento indestructible de la armonía de los colores. Llegar a la madurez y descubrir la propia identidad significa encontrar en uno mismo la armonía rojo-azul. El Espíritu Santo es la persona que, a través de nuestro espíritu, nos encola de rojo y de azul, haciéndonos hijos en el Hijo” (RUPNIK, MARKO I., Los colores de la luz, pág. 70)

Rojo, azul, oro, blanco, negro, púrpura, verde y marrón son los únicos colores que pueden ser utilizados en la pintura de los iconos; el uso de otras combinaciones de colores queda fuera de toda regla iconográfica pues no contienes ninguna simbología. Tomamos las siguientes explicacione de la página http://www.imperiobizantino.com, sobre el significado de los colores propios de la iconografía bizantina:

El rojo

Este color ha sido ampliamente utilizado por los iconógrafos en los mantos y túnicas de Cristo y los mártires. Simboliza la sangre del sacrificio, así como también al amor, pues el amor es la causa principal del sacrificio. Al contrario del blanco que simboliza lo intangible, el rojo es un color netamente humano; representando por lo tanto, la plenitud de la vida terrenal.

En el icono del Pretorio, Jesús viste una túnica roja lo que hace saber que es el "Hijo del Hombre" y que está preparado para el sacrificio.

El Azul

Todas las antiguas culturas hicieron del azul un color relacionado con la divinidad. Los egipcios lo ligaron con la "verdad", por lo tanto con sus dioses. En los muros de sus tumbas y templos se pueden observar pinturas de sacerdotes cuyas vestiduras son de ese color. La máscara funeraria de Tutankamón está decorada con franjas de lapislázuli, para que así fuese identificado en el más allá como un dios.

Es natural que en Bizancio fuese establecido como el color propio de Dios y de las personas a las cuales les transmite su santidad.

Michel Quenot, en su invaluable obra "El Icono" dice: El azul ofrece una transparencia que se verifica en el vació del agua, del aire o del cristal. La mirada penetra ahí hasta el infinito y llega a Dios.

El Dorado

El hombre, desde sus orígenes ha admirado la dorada luz del sol, presumiendo que provenía de la Divinidad, pues en la naturaleza no es posible encontrar este color. En los iconos todos los fondos están cubiertos de este color, el que se logra aplicando hojas de oro, el que es bruñido hasta lograr su máximo brillo.

En la iconografía bizantina representa la luz de Dios, por lo tanto cualquier figura representada en ellos está llena de la luz Divina. El manto y túnica del Pantocrátor, de la Teothokos o Madre de Dios, algunos arcángeles y santos están decorados con elaborados dibujos con este color pues la proximidad con Dios así lo requiere.

EL Blanco

El blanco no es propiamente un color, sino la suma de todos ellos. Es la luz misma. Es el color de la "Vida Nueva". En el icono de la Resurrección, la túnica de Cristo es de ese color. Los primeros cristianos al bautizarse, portaban vestiduras blancas como símbolo de su nacimiento a la nueva vida trascendente.

El Negro

Es la contraparte del color anterior, pues es la ausencia total de luz, la carencia total de color. El negro representa la nada, el caos, la muerte, pues sin luz la vida deja de existir.En los iconos aparece en la gruta de la Natividad, el Niño que se encuentra fuera de ella pues anteriormente a su venida, espiritualmente solo existía la muerte. De este color son los condenados y los demonios en el icono del "Juicio Final" pues para ellos la Vida Eterna se ha extinguido.

El Púrpura

Este colorante, extraído de un crustáceo del mar Rojo, era utilizado para teñir las más finas sedas. A partir del "Codigo Justinianeo" su uso quedó reservado exclusivamente para el emperador, sus familiares más cercanos, los "augustos" y para algunos otros  reyes.

Por lo tanto, en los iconos este color se hace representativo del poder imperial. Es utilizado únicamente en los mantos y túnicas del Pantocrátor, y de la Virgen o Teothokos. Representando que Cristo y por extensión  su Madre, detentan el poder divino. Como Cristo es también el Sumo Sacerdote de la Iglesia, simboliza el Sacerdocio.

El Verde

Es el color resultante de la combinación del azul y el amarillo. El verde es el color de la naturaleza, el color de la vida sobre la tierra, del renacimiento a la llegada de la primavera. La iconografía le otorga un significado de renovación espiritual. En los iconos vemos multitud de ejemplos en donde es utilizado: las túnicas y mantos de los profetas, la túnica de San Juan Bautista o El Precursor, etc. pues fueron ellos quienes anunciaron la venida de Cristo.

El Marrón o Café

Este color es también producto de la mezcla de varios otros, como el rojo, el azul, el blanco y el negro. Es el color de la tierra. Y por lo tanto la iconografía pinta de color marrón los rostro de las imágenes que aparecen en los iconos, para recordar que polvo eres y en polvo te convertirás.

Significa también "humildad", pues esta palabra proviene del vocablo latino "humus" que significa  "tierra". Es por ese motivo que los hábitos de los monjes son de ese color.

(http://iconografiaartecristiano.blogspot.com.es/2012/01/iconografia-bizantina-simbologia-de.html)


12.8.1.-Un ejemplo

Oro, blanco, negro, rojo, púrpura, azul, verde y marrón son los únicos colores que pueden ser utilizados en la pintura de los iconos, el uso de otras combinaciones de colores queda fuera de toda regla iconográfica pues no contienes ninguna simbología

 

 

El Dorado representa la

luz de Dios, por lo tanto cualquier figura representada en ellos está llena de la luz divina.

 

 

El blanco es la luz misma.

Es el color de la "Vida Nueva".

 

 

El negro representa la nada,

el caos, la muerte.

 

 

El rojo 

Simboliza la sangre del sacrificio, así como también al amor, pues el amor es la causa principal del sacrificio. Al contrario del blanco que simboliza lo intangible, el rojo es un color netamente humano; representando por lo tanto, la plenitud de la vida terrenal.

 

 

El Marrón

Es el color de la tierra. y por ello se pintan de color marrón los rostro de las imágenes, para recordar que "polvo eres y en polvo te convertirás". Significa también "humildad", que procede de "humus", "tierra". De este color son los vestidos de Magdalena y Arimatea.

 

 

El Azul. En Bizancio fue establecido como el color propio de Dios

 y de las personas a las cuales les transmite su santidad.

 

 

El verde es el color de la naturaleza, el color de la vida sobre la tierra,

La iconografía le otorga un significado de renovación espiritual.

 

El Púrpura en los iconos es utilizado únicamente en los mantos y

túnicas del Pantocrátor, y de la Virgen o Teothokos, ya que en el mundo

civil se empleaba solamente para las imágenes del emperador.

(Detalle tomado de la Capilla de San Pablo, en el Colegio Mayor Universitario de San Pablo, Madrid, correspondiente al hastial decorado por el P. Rupnik en 2009)


 

12.09.-Los elementos decorativos

Para el iconógrafo no sólo las personas aparecen transfiguradas, también los objetos de la naturaleza (montañas, bosques, ciudades, etc. ) pierden sus proporciones reales para convertirse en signos representativos de una realidad más compleja.

En la parte superior del conocido icono de La trinidad, de Rublev, los elementos decorativos aparecen en segundos planos, apenas insinuados en sus reducidas proporciones. La casa, el árbol y la montaña, los tres elementos decorativos, están colocados encima de cada personaje. En su conjunto recogen el lugar donde se desarrolla la escena: una montaña en cuyo pie está situada la tienda de Abraham, a la sombra de la encina, en Mambré. Extraña, por otra parte, la figura de la montaña, suspendida encima de la cabeza del ángel de la derecha, en forma de ola que avanzara hacia la izquierda. Puede tratarse de la roca que Daniel, al desvelar un sueño de Nabucodonosor, ve avanzar imparable destruyendo los cuatro imperios del mal y dando lugar a una montaña que llenaría el universo. La roca, así entendida, designa a un ser divino que instauraría un reino nuevo sobre las cenizas del mundo antiguo. Toda la tradición ha visto en esta roca al Mesías, al Hijo de Dios.

La casa que se figura a la izquierda simboliza la Iglesia, una Iglesia que es señalada por San Pablo como templo del Espíritu Santo. También dice que el templo verdadero es el cristiano en quien habita el espíritu de Dios.

En cuanto al árbol, estamos ante el árbol de la vida, de un verde fuerte, el árbol que en la creación está colocado en el centro del Edén. Su centralidad en el icono expresa manifiestamente la preeminencia de esta figura dentro del conjunto de los tres.VALE


No menos simbólica es la utilización de los adornos arquitectónicos, siempre desprovistos de las proporciones reales. Así, en el icono de la Anunciación todo es símbolo:

El escenario, en la tradición bizantina, tiene lugar en el exterior, entre arquitecturas que simbolizan el Templo y la ciudad de Nazaret, En el arte occidental la Virgen está en un interior, que puede ser un templo, una estancia palaciega o una habitación. en la tradición bizantina, tiene lugar en el exterior, entre arquitecturas que simbolizan el Templo y la ciudad de Nazaret, En el arte occidental. VALE

La estancia puede estar cerrada haciendo referencia a María como “puerta del cielo”, y la presencia de ventanas, además de ser un elemento que aporta realismo, se convierte en un símbolo virginal. La tela roja sobre el techo indica que la escena se desarrolla en el interior.

En general, los edificios, las casas y las construcciones no respetan escalas o proporciones con el resto de la ornamentación. En el interior, donde se desarrolla la escena, los límites espaciales o no existe, o están señalados por cortinas o paños con diferentes dibujos, llevando hasta quien contempla el icono el valor perecedero e insustancial de lo terreno.

 

12.10.-La perspectiva

Al observador del icono no deja de sorprenderle el uso de la perspectiva que utiliza el iconógrafo. Acostumbrado en su mundo occidental a ver situado el punto de fuga al fondo del cuadro, le es cómodo sentir cómo la escena se abre sobre él, y le sitúa, así, en el centro de la obra. Es el antropocentrismo propio de la Ilustración y el Rnacimiento.

Por el contrario, el arte bizantino usa una perspectiva invertida que coloca el punto de fuga en el espectador mismo. Incluso no es infrecuente ver que se han utilizado diferentes puntos de fuga en los distintos temas tratados en la obra, como significando que en la realidad transfigurada del Reino no existe una única manera de ser percibido, sino que Dios da a cada uno una “perspectiva” única y propia.

La perspectiva inversa no es pues, el resultado de una mejor observación de la naturaleza, sino el deliberado intento de crear una forma artística nueva que acentúe la presencia de lo representado en el corazón del espectador. VALE

 

12.11.-Los símbolos

Por razón de su mayor o menor facilidad de captación, se dividen en esotéricos y exotéricos

 

12.11.1.-Símbolos esotéricos

Estos símbolos son el círculo, el cuadrado, el rectángulo, el triángulo y la cruz. OJO

El círculo es símbolo de la unidad principal, la manifestación universal del Ser, no tiene principio ni fin, es símbolo del cielo.

En iconografía se construye la figura humana en base a círculos. Para cabeza de los personajes se utilizan círculos concéntricos. San Dionisio, el Areopagita, ha descripto, en términos filosóficos y místicos, los círculos concéntricos y a través de ellos, las relaciones del ser creado con su causa; dice que “cuando se alejan de la unidad central, todo se divide y se multiplica y a la inversa en el centro del círculo todos los radios coexisten en una unidad y uno solo contiene en sí todas las líneas rectas, unitariamente unificadas las unas con relación a las otras y todas juntas con relación al principio único del que todas proceden”.

El cuadrado es el símbolo de la tierra, por oposición al cielo; es el símbolo del universo creado. En la antigüedad la tierra se consideraba cuadrada con cuatro puntos cardinales. Muchos espacios sagrados adoptan formas cuadrangulares.

Si el círculo y el cuadrado se unen, simbolizan la unión de lo celestial con lo terrenal. En las relaciones del círculo y el cuadrado existe una coincidencia. El círculo será al cuadrado lo que el cielo es a la tierra; pero el cuadrado se inscribe en el círculo, es decir, que la tierra depende del cielo.( MASCARENHAS DE BOSCHKOWITSCH, MARÍA CECILIA. Los Iconos en la Iglesia Ortodoxa. Folleto misionero #S075  , Ed. Obispo Alejandro (Mileant))

 

12.11.2.-Símbolos exotéricos

Los símbolos exotéricos son aquellos que se ven a simple vista; son muy abundantes  en la iconografía y, en general, en todo el arte pictográfico. Son innumerables: el agua, fuente de vida, medio de purificación y centro de regeneración; la antorcha, representa la luz; el árbol es el símbolo de la vida en perpetua evolución, en ascensión hacia el cielo; y, así, innumerables imágenes capaces de alimentar el universo simbólico del hombre.

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