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Solemnidad de Cristo rey
1. Cómo hablar hoy de Cristo Rey
2. Los textos de la escritura
3. El salmo 110. El Mesías, rey y sacerdote
4. La historia de la festividad
5. Reino de Dios, reino de Cristo, la Iglesia.
6. Cristo reina ya mediante la Iglesia
7. Oración
1.-Cómo hablar hoy de Cristo Rey
Basta asistir asiduamente a cualquiera evento cultural, ya sea social, económico o artístico para comprobar cómo el cientificismo se ha apoderado del mundo profano, que considera el método científico como la única fuente de conocimiento. Por ello, si el cristiano no se mantiene firme en la conciencia de que las realidades que se conocen por la fe escapan al alcance y objeto de las ciencias profanas, su desenvolvimiento en estos campos, que constituyen el “humus” donde se desarrolla su vida toda, pondrá en peligro su fe.
Ignorar la realeza de Cristo sobre el universo, actuar como si Dios no existiese, es la norma social no escrita pero profundamente interiorizada por el mundo occidental que, así, se desenvuelve en la oscuridad del error sin capacidad para encontrar el camino, la verdad y la vida que tanto anhela.
El laicismo, el relativismo moral y el positivismo conducen al mundo occidental, especialmente al europeo, a la renuncia de sus raíces cristianas y a la apostasía de sus orígenes y cultura. En este ambiente, ¿cómo hablarle de la realeza de Cristo?.
"La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve" (Heb 11, 1)
“Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos.” (Mt 5, 13-16)
2.-Los textos de la escritura
¡Salta de gozo, Sion; alégrate, Jerusalén! Mira que viene tu rey, justo y triunfador, pobre y montado en un borrico, en un pollino de asna" (Zac 9, 9)
Son numerosos los textos del NT que hablan de la realeza de Cristo. Muchos de sus contemporáneos le daban ese tratamiento:
“ Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». (Jn 1, 49)
“Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo" (Jn 6, 15)
“Al día siguiente, la gran multitud de gente que había venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén, tomaron ramos de palmeras y salieron a su encuentro gritando: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel».(Jn 12, 14s)
“Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos».(Jn 19, 19)
“Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: «¿Eres tú el rey de los judíos?». Jesús le contestó: «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?». Pilato replicó: «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?». Jesús le contestó: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí». Pilato le dijo: «Entonces, ¿tú eres rey?». Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey».(San Juan 18, 37)
"El período de las promesas fue desde el tiempo de los profetas hasta San Juan Bautista; desde él hasta el fin es el tiempo de su cumplimiento" (San Agustín, Enarraciones, sal 109, 1. BAC)
3.- El salmo 110 (109). El Mesías, rey y sacerdote
En la Audiencia del miércoles 16 noviembre de 2011, Benedicto XVI, dijo durante su catequesis sobre el salmo 110:“Es el salmo 110, según la tradición judía, 109 según la grecolatina; un salmo muy amado por la Iglesia antigua y por los creyentes de todas las épocas. Es uno de los salmos “reales” más famosos, un salmo que Jesús mismo citó y que los autores del Nuevo Testamento retomaron ampliamente y lo aplicaron al Mesías
La tradición de la Iglesia ha tomado en gran consideración este salmo como uno de los más significativos textos mesiánicos. Y de modo eminente, los Padres hicieron continuas referencias al mismo en clave cristológica:
.- el rey cantado por el salmista es en definitiva Cristo, el Mesías que instaura el Reino de Dios y que vence a las potencias del mundo, es el verbo generado por el Padre antes de toda criatura, el Hijo encarnado, muerto y resucitado y ascendido a los cielos, y es, también,
.- el sacerdote eterno que, en el misterio del pan y del vino, da la remisión de los pecados y la reconciliación con Dios, el rey que levanta la cabeza triunfando sobre la muerte con su resurrección”.
“San Agustín escribe en sus comentarios a este salmo:
Por tanto, debió ser anunciado el unigénito Hijo de Dios que había de venir a los hombres y tomar al hombre, y ser, por lo que tomó, hombre que moriría, resucitaría, subiría al cielo, se sentaría a la derecha del Padre y cumpliría entre las gentes lo que prometió, y, después del cumplimiento de sus promesas entre las gentes, también cumpliría la promesa de su segunda venida para exigir lo que dio, discernir los vasos de la ira de los vasos de misericordia y dar a los impíos lo que les prometió. Todo esto debió de ser profetizado, debió de ser anunciado, debió de ser recomendado como venidero para que no horrorizase viniendo de repente, sino que se esperase creído. En virtud de estas promesas se presenta este salmo profetizando sin ambages y claramente a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, de suerte que de ningún mod o podemos dudar que se anuncia en este salmo a Cristo. Ya somos cristianos y creemos al Evangelio. En este salmo se anuncia a Cristo; porque, cuando nuestro Señor y Salvador Jesucristo preguntó a los judíos de quién decían que era Hijo Cristo, habiéndole respondido: De David, a seguida replica a los que le respondieron y dice: Luego ¿cómo David en espíritu le llama Señor, diciendo: "Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos bajo tus pies?" Luego, si en espí- ritu le llama Señor, ¿cómo es su hijo? (San Agustín, Enarraciones, sal 109, 3. BAC)”
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».
Él es el verdadero rey que con la resurrección ha entrado en la gloria a la derecha del Padre (cfr Rom 8,34; Ef 2,5; Col 3,1; Hb 8,1; 12,2), hecho superior a los ángeles, sentado en los cielos sobre toda potencia y potestad y con todos sus adversarios a sus pies, hasta que el último enemigo, la muerte, sea derrotado por Él (cfr 1 Cor 15,24-26; Ef 1,20-23; Hb 1,3-4.13; 2,5-8; 10,12-13; 1 Pe 3,22)”.
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
Entre el rey celebrado en nuestro salmo y Dios existe una relación inseparable; los dos gobiernan juntos en un único gobierno. Hasta el punto de que el salmista puede afirmar que es Dios mismo quien extiende el cetro de soberano dándole el deber de dominar sobre sus adversarios
El ejercicio del poder es un encargo que el rey recibe directamente del Señor, una responsabilidad que debe vivir en la dependencia y en la obediencia, convirtiéndose en signo para el pueblo de la presencia potente y providente de Dios.”
entre esplendores sagrados; |
yo mismo te engendré, desde el seno, |
antes de la aurora».
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec».
En la figura de Melquisedec, el poder real y sacerdotal convergen y son proclamados por el Señor en una declaración que promete eternidad: el rey celebrado por el Salmo será sacerdote para siempre, mediador de la presencia divina en medio de su pueblo, a través de la bendición que viene de Dios y que en la acción litúrgica se encuentra con la respuesta del hombre que bendice. Jesús es el verdadero y definitivo sacerdote, que lleva a cumplimiento las características del sacerdocio de Melquisedec haciéndolas perfectas (cfr. Heb 5,5-6.10; 6,19-20; Heb 7)”
“Melquisedec, como dice la Carta a los Hebreos, no “tenía padre, ni madre, ni genealogía” (7,3a), sacerdote por tanto no según las reglas dinásticas del sacerdocio levítico. Por esto es “sacerdote para siempre” (7,3c), prefiguración de Cristo, sumo sacerdote perfecto que “no se ha convertido en tal según una ley prescrita por los hombres, sino por la potencia de una vida indestructible” (7,16”).
“En el Señor Jesús resucitado y ascendido al cielo, que se sienta a la derecha del Padre, se realiza la profecía de este Salmo y el sacerdocio de Melquisedec es llevado a su cumplimiento, para que sea absoluto y eterno, convertido en una realidad que no conoce el ocaso (cfr 7,24). Y la oferta del pan y del vino, realizada por Melquisedec en los tiempos de Abrahán, encuentra su realización en el gesto eucarístico de Jesús, que en el pan y el vino se ofrece a sí mismo y, vencida la muerte, lleva a la vida a todos los creyentes. Sacerdote eterno, “santo, inocente, sin mácula” (7,26), él, como dice de nuevo la Epístola a los Hebreos, “puede salvar perfectamente a los que por medio de Él se acercan a Dios; Él, de hecho, está siempre preparado para interceder a su favor (7,25)”.
quebrantará a los reyes,
4.-La historia de la festividad
La Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo fue promulgada por el Romano Pontífice Pío XI1 el día 11 de diciembre de 1925 a través de su encíclica "Quas primas", al conmemorar un año Jubilar, el XVI centenario del I Concilio Ecuménico de Nicea (que definió y proclamó el dogma de la consubstancialidad del Hijo Unigénito con el Padre, incluyendo las palabras...y su reino no tendrá fin, en el Símbolo o "Credo Apostólico", promulgando así la real dignidad de Cristo) estableciendo para su celebración el domingo anterior al día de Todos los Santos (1 de noviembre).Desde 1970 la Solemnidad de Cristo Rey se celebra el último domingo per amnum, es decir el quinto domingo anterior a la Navidad (25 de diciembre). Al cerrar el año litúrgico con esta fiesta se quiso resaltar la importancia de Cristo como centro de toda la historia universal. Es el alfa y el omega, el principio y el fin. Cristo reina en las personas con su mensaje de amor, justicia y servicio. El Reino de Cristo es eterno y universal, es decir, para siempre y para todos los hombres.
Con la fiesta de Cristo Rey se concluye el año litúrgico. Esta fiesta tiene un sentido escatólogico pues celebramos a Cristo como Rey de todo el universo. Sabemos que el Reino de Cristo ya ha comenzado, pues se hizo presente en la tierra a partir de su nacimiento, pero Cristo no reinará definitivamente sobre todos los hombres hasta que vuelva al mundo con toda su gloria al final de los tiempos, en la Parusía.
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: “Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”. Entonces los justos le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; 38 ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”. Y el rey les dirá: “En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25,31-40).
5.-Reino de Dios, reino de Cristo, la Iglesia.
El progresivo desvelamiento del plan de Dios para nuestra salvación, desde la promesa a Abrahán hasta la venida de Cristo, ha hecho que, durante el desarrollo de la revelación hayan sido numerosas las formas de hablar de esa promesa, de tratar de explicar en qué consistirá o habrá de consistir la misma. Así, a continuación se figuran las principales denominaciones sinónimas que, de una manera u otra, hablan de la promesa y de su cumplimiento: Cristo:
El nuevo cielo y la nueva tierra
"Mirad: voy a crear un nuevo cielo y una nueva tierra: de las cosas pasadas ni habrá recuerdo ni vendrá pensamiento" (Is 65, 17)
El cielo
El Reino de los cielos
El paraíso celestial
"las almas de todos los santos...y de todos los demás fieles muertos estarán en el cielo, en el reino de los cielos y paraíso celestial con Cristo, admitidos en la compañía de los ángeles." (Benedicto XII: DS 1000; Cf. LG 49).
El Reino
El Reino de Dios
El Reino de Cristo
“Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».(Mc 1,14)
"El Señor Jesús comenzó su Iglesia con el anuncio de la Buena Noticia, es decir, de la llegada del Reino de Dios prometido desde hacía siglos en las Escrituras" (LG 5).
“Jesús eligió unos hombres ... y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar" (Lc 9, 2). Ellos permanecen para siempre asociados al Reino de Cristo porque por medio de ellos dirige su Iglesia” (CIC 551)
“Por su muerte y su Resurrección Jesucristo nos ha "abierto" el cielo" (CIC 1026).
La Iglesia:
La Iglesia es el Reino de Cristo "presente ya en misterio" (LG 3).
"La Iglesia es una, santa, católica y apostólica en su identidad profunda y última, porque en ella existe ya y será consumado al fin de los tiempos "el Reino de los cielos", "el Reino de Dios" (Cf. Ap 19, 6) (CIC 865)
“Jesús eligió unos hombres ... y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar" (Lc 9, 2). Ellos permanecen para siempre asociados al Reino de Cristo porque por medio de ellos dirige su Iglesia.” (CIC 551)
En la Nueva Alianza Cristo identifica el reino de Dios con su propia persona y misión. En efecto, no sólo proclama que con él el reino de Dios está en el mundo; enseña, además, a "dejar por el reino de Dios" todo lo que es más preciado para el hombre (Cfr. Lc 18, 29.30); y, en otro punto, a dejar todo esto "por su nombre" (Cfr. Mt 19, 29), o "por mí y por el Evangelio" (Mc 10, 29).
"Pilato le dijo: «Entonces, ¿tú eres rey?». Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey..»(Jn 18, 37)
El reino de Dios se identifica con el reino de Cristo. Está presente en él, en él se actúa, y de él pasa, por su misma iniciativa, a los Apóstoles y, por medio de ellos, a todos los que habrán de creer en él:
“Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo preparo para vosotros el reino como me lo preparó mi Padre a mí” (Lc 22, 28s)
Es un reino que consiste en una expansión de Cristo mismo en el mundo, en su Iglesia:
"Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos» (Mt 16, 18s)
“Acercándose a ellos, Jesús les dijo*: «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. 19 Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos». (Mt 28, 18ss).
6.-Cristo reina ya mediante la Iglesia
"Ha llegado a vosotros el Reino de Dios" (Mt 12,28).
"Si por el Espíritu de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el reino de Dios" (Mt 12, 28).
Como hemos visto en el punto anterior, el reino de Dios es el reino del Padre y de su Hijo. El reino de Dios es el reino de Cristo. Pero, aunque se realice y se desarrolle en este mundo, el reino de Dios tiene su finalidad en los "cielos". Y hasta allí llegará cuando su Iglesia, el “pleroma” de Cristo
“Pues, así como en un solo cuerpo tenemos muchos miembros, y no todos los miembros cumplen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada cual existe en relación con los otros miembros.”(Rom 12, 4-5)“Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro. Pues en la Iglesia Dios puso en primer lugar a los apóstoles; en segundo lugar, a los profetas, en el tercero, a los maestros, después, los milagros, después el carisma de curaciones, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas” (1Co 12, 27-28)
“Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados en un solo cuerpo.” (Col 3,15)
“Reconcilió con Dios a los dos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, a la hostilidad”. (Ef 2,16)
Se trata de que no hay más que un solo Cuerpo y un solo Espíritu. El cuerpo individual de Cristo aumentado con los de todos los cristianos que se le unen por el bautismo; el Espíritu que llena el cuerpo individual de Cristo y, a través de él, el de todos los miembros de su gran Cuerpo.
San Pablo va añadiendo paulatinamente rasgos realmente nuevos que y desarrollan su enseñanza sobre el cuerpo de Cristo:
.- Primero, el Cuerpo de Cristo parece personificarse y distinguirse más del Cristo individual; lo cual aparece en la combinación del término sóma (cuerpo) con el de ecclesía.
.-.Segundo, aparece situado en un horizonte de salvación más cósmica; se manifiesta por la asociación con el término pleroma. El uso de la palabra ecclesía en singular para designar a toda la asamblea aparece en varios pasajes cuando el apóstol dice que ha perseguido la Iglesia de Dios y principalmente en 1 Cor 12,28, visto anteriormente como claramente vinculada por su contexto al tema del Cuerpo de Cristo.
“Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia” (Col 1, 18. 24);
“Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo”. (Ef 1, 22)
Este hecho indica una personificación notable del Cuerpo de Cristo. Al llamarlo “la Iglesia”, subraya la existencia colectiva del grupo de los que se salvan como la de una sociedad organizada y unificada, que se distingue del Cristo personal, aunque no vive sino por Él (en Cristo).
“porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. 24 Como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo”. (Ef 5, 23-30).
EL Catecismo hace una presentación sistemática de estos conceptos:
671 El Reino de Cristo, presente ya en su Iglesia, sin embargo, no está todavía acabado "con gran poder y gloria" (Lc 21, 27; Cf. Mt 25, 31) con el advenimiento del Rey a la tierra. Este Reino aún es objeto de los ataques de los poderes del mal (Cf. 2 Te 2, 7) a pesar de que estos poderes hayan sido vencidos en su raíz por la Pascua de Cristo. Hasta que todo le haya sido sometido (Cf. 1 Co 15, 28), y "mientras no haya nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia, la Iglesia peregrina lleva en sus sacramentos e instituciones, que pertenecen a este tiempo, la imagen de este mundo que pasa. Ella misma vive entre las criaturas que gimen en dolores de parto hasta ahora y que esperan la manifestación de los hijos de Dios" (LG 48). Por esta razón los cristianos piden, sobre todo en la Eucaristía (Cf. 1
Co 11, 26), que se apresure el retorno de Cristo (Cf. 2 P 3, 11-12) cuando suplican: "Ven, Señor Jesús" (Cf.1 Co 16, 22; Ap 22, 17-20).
763 Para cumplir la voluntad del Padre, Cristo inauguró el Reino de los cielos en la tierra. La Iglesia es el Reino de Cristo "presente ya en misterio" (LG 3).
865 La Iglesia es una, santa, católica y apostólica en su identidad profunda y última, porque en ella existe ya y será consumado al fin de los tiempos "el Reino de los cielos", "el Reino de Dios" (Cf. Ap 19, 6)
541 " la voluntad del Padre es "elevar a los hombres a la participación de la vida divina" (LG 2). Lo hace reuniendo a los hombres en torno a su Hijo, Jesucristo. Esta reunión es la Iglesia, que es sobre la tierra "el germen y el comienzo de este Reino" (LG 5).
1043 La Sagrada Escritura llama "cielos nuevos y tierra nueva" a esta renovación misteriosa que trasformará la humanidad y el mundo (2 P 3, 13; Cf. Ap 21, 1). Esta será la realización definitiva del designio de Dios de "hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está
en los cielos y lo que está en la tierra" (Ef 1, 10).
1044 En este "universo nuevo" (Ap 21, 5), la Jerusalén celestial, Dios tendrá su morada entre los hombres. "Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado" (Ap 21, 4;Cf. 21, 27).
1024 Esta vida perfecta con la Santísima Trinidad, esta comunión de vida y de amor con Ella, con la Virgen María, los ángeles y todos los bienaventurados se llama "el cielo". El cielo es el fin último y la realización de las aspiraciones más profundas del hombre, el estado supremo y definitivo de dicha.
1025 Vivir en el cielo es "estar con Cristo" (Cf. Jn 14, 3; Flp 1, 23; 1 Ts 4,17). Los elegidos viven "en Él", aún más, tienen allí, o mejor, encuentran allí su verdadera identidad, su propio nombre (Cf. Ap 2, 17)
7.-Oración
Oh príncipe absoluto de los siglos,
oh Jesucristo, rey de las naciones:
te confesamos árbitro supremo
de las mentes y de los corazones.
En la tierra te adoran los mortales
y los santos te alaban en el cielo,
unidos a sus voces te aclamamos
proclamándote rey del universo.
Oh Jesucristo, príncipe pacífico:
somete a los espíritus rebeldes,
y haz que encuentren el rumbo los perdidos
y que en un solo aprisco se congreguen.
Para eso pendes de una cruz sangrienta,
y abres en ella tus divinos brazos;
para eso muestras en tu pecho herido
tu ardiente corazón atravesado.
Para eso estás oculto en los altares
tras las imágenes del pan y el vino;
para eso viertes de tu pecho abierto
sangre de salvación para tus hijos.
Por regir con amor el universo,
glorificado seas, Jesucristo,
y que contigo y con tu eterno Padre
también reciba gloria el Santo Espíritu. Amén
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Cristo en majestad
2.2.-Cuadrados
2.3.-Los símbolos de evangelistas
2.4.-Los circulos
2.5.-Los cuadrados
2.6.-Los vestidos
2.7.-Los gestos
2.8.-El libro
2.9.-Los colores
2.10.-Monogramas
2.11.-El canon iconográfico
La variada iconografía de Cristo, vista en la página “El Salvador”, muestra las diferentes maneras de representarle, según el aspecto de su misterio que se contempla.
Dentro de esa nómina, la imagen de Cristo se dibuja en iconos diferentes que presentan variables sutiles, más diferentes en la teología que los inspiran, que en la iconografía en sí.
Si Cristo Pantocrator es el Señor Todopoderoso (Creador del cielos y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible), y el icono de Cristo en el Trono muestra al Hijo del Hombre venir como Señor de la Historia y Juez de vivos y muertos (según la visión de san Juan en el Apocalipsis), el icono que ahora consideramos, Cristo en Majestad, recoge toda una multiplicidad de puntos de vista (segunda venida y Juicio Final, Rey de Reyes, el Cordero y Pantocrator, Logos y Creador, etc.).
Este icono responde a la reflexión cristiana sobre la importancia de Cristo en la Historia de la Salvación, de su protagonismo central en ella y de su segura segunda venida como Juez, con todos los atributos que estos nombres connotan. Por eso, es general verlo en las cúpulas de las catedrales o presidiendo los iconostasios con su situación central en ellos. La evidente imposibilidad de compartimentar estos aspectos de la segunda persona de la Trinidad hace comprensible que los diferentes iconos de Cristo tengan figuraciones muy parecidas y que todas ellas se encuadra perfectamente en lo que podríamos considerar la familia del Pantocrator.
Por ello, el iconógrafo, al desarrollar la figura de Cristo en Majestad según la teología antes explicada, busca eliminar las emociones no deseadas y dirigir la mente del contemplador en la dirección de las lecturas de la Escritura que lo inspiran, porque el enorme uso que el arte medieval, tanto en la pintura como en la literatura, hizo del tema del Juicio Final llevó a que épocas enteras estuviesen dominadas por sentimientos escatológicos, que elevó la imaginación humana a esferas extraordinarias, a veces bastante alejadas de la revelación bíblica. Busca el iconógrafo, en especial, que la contemplación tranquila de su obra lleve al espectador hacia la comprensión de la misericordia divina que brillará el día del juicio, según las palabras de Jesús.
1.-Los textos de la Escritura
Las visiones proféticas de Ezequiel y del Apocalipsis, de san Juan, recogen de forma similar los acontecimientos de los últimos días, cuando Cristo, recapituladas definitivamente todas las cosas, las presente al Padre. En especial se fijan en la venida en majestad para juzgar a vivos y muertos.
Dice Ezequiel: «Vi un viento huracanado que venía del norte: una gran nube y un fuego zigzagueante con un resplandor en torno, y desde el centro del fuego como un resplandor de ámbar, y en el centro de todo la figura de cuatro seres vivientes. Este era su aspecto: tenían forma humana, con cuatro rostros y cuatro alas cada uno». (Ez 1, 1-4)
«Sus alas se juntaban una a la otra. No se volvían al caminar; caminaban de frente. Su rostro tenía este aspecto: rostro de hombre y rostro de león por el lado derecho de los cuatro, rostro de toro por el lado izquierdo de los cuatro, rostro de águila los cuatro». (Ez 1, 9s)
Y en la visión que Juan cuenta en el Apocalipsis:
«Vi en la mano derecha del que está sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos» (Ap 5, 1)
Esta segunda venida es un artículo de fe que proclamamos en la celebración eucarística:
«al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, todopoderoso. Desde allí va a venir a juzgar a vivos y muertos». (Credo apostólico)
"y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos",(credo de Nicea-Constantinopla)
Dijo Jesús: «Para un juicio he venido yo a este mundo: para que los que no ven, vean, y los que ven, se queden ciegos» (Jn 9, 39) o
"Al que oiga mis palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día. ”( Jn 12, 47s).
El apóstol Juan, el discípulo amado de Jesús, lo expresa de la siguiente manera:
“En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos”( Jn 3,16 ).
«Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió» (Jn 5,30).
La imagen de Cristo en poder y gloria, como imagen de su segunda y gloriosa venida, está directamente relacionada con el tema del Juicio Final, porque el Señor es Juez de los vivos y los muertos, como expresamente lo afirmaba Pedro en Jerusalén: «Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos» (Hch 10, 42 ).
2.-El icono: descripción
2.1.-El icono, en general
El título del icono, cuando figura, indica que representa a Cristo rodeado por las Potestades angélicas, que, junto con los Dominaciones y Virtudes, constituyen la segunda esfera de la jerarquía de los ángeles. Las primeras y más altas esferas incluyen órdenes tales como Serafines, Querubines y Tronos, que están más cerca de Dios y, aunque no sea frecuente, también se representan en el icono.
Cristo está sentado en el trono, como suspendido en el aire, sobre un fondo formado por un cuadrado rojo de extremos extendidos, inscrito en una mandorla azul que, a su vez, tiene de fondo un diamante, también rojo, que simboliza el fuego ardiente del amor divino.
El trono está dotado de ruedas y los pies de Cristo descansan sobre un escabel propio de su dignidad real.
Todo ello figurado sobre la tablilla que es una superficie dorada, color propio de la santidad divina, y sobre la que parece no haber mas que dos colores primarios, el rojo y el azul, porque, como dice el P. Rupnik: "En el corazón del universo la luz pone de manifiesto dos colores especialmente intensos: el rojo y el azul, los dos colores en los que los cristianos del primer milenio reconocían lo divino y lo humano" (MARKO I. RUPNIK , Los colores de la luz).
La figura de Cristo está vestida con chitón e himatión; sentado en el trono bendice con su mano derecha mientras mantiene un libro sobre la izquierda.
2.2.-Los Cuadrados
A la izquierda aparece el conocido icono de Rublev “El Salvador en Majestad”, que presenta, como se ve inmediatamente, la originalidad de vestir a Cristo exclusivamente de dorado, color de la santidad divina.
En las esquinas aparecen las figuras-signo de los evangelistas. En el icono presente, se han aclarado las dos esquinas inferiores con objeto de hacer más visible las figuras allí dibujadas.
En el icono de Cristo en Majestad los cuadrados simbolizan también la unificación en Él, además de sus naturalezas divina y humana, de las grandes realidades no siempre en armonía que hay en el universo: misericordia y verdad, lo inefable y la encarnación, sacrificio y glorificación, etc.
El cuadrado rojo más al fondo significa la tierra. El polígono de cuatro lados iguales siempre representa la tierra, expresando sus cuatro puntos extremos y el destino universal del mensaje cristiano. Los símbolos de los evangelistas aparecen en los vértices de diamante rojo del fondo.
2.3.-Los símbolos de evangelistas
Se distribuyen de la siguiente manera: el ángel u hombre simboliza al evangelista Mateo; el becerro, a Lucas; el león, a Marcos; y el águila, a Juan. El evangelio del reino se predica en los cuatro extremos de la tierra, y los símbolos de los evangelistas se representan en los cuatro rincones de la plaza.
En las imágenes presentes se observan con suficiente claridad las figuras del toro y el águila, que señalan a Lucas y Juan, respectivamente
2.4.-La mandorla
Como es habitual en la iconografía bizantina, la mandorla (almendra) o los círculos que rodean a la figura de Cristo significan la esfera celeste, el mundo de las fuerzas espirituales o angélicas.
En el icono, la bóveda celestial aparece preñada de cabezas de ángeles, como tejida con ellos, sobre un fondo azul. Estos círculos pueden aparecer cerrados o abiertos, en este último caso para simbolizar más claramente que el universo divino se mantiene abierto a todos los hombres.
2.5.-Los cuadrados
El cuadrado rojo más al fondo significa la tierra: el cuadrilátero siempre se lee como una figura terrenal (cuatro puntos geográficos, cuatro elementos, etc.).
Significando que el Evangelio de la buena nueva del Reino se predica en los cuatro extremos de la tierra, los personajes de los evangelistas aparecen en los cuatro rincones del cuadrado. La misma figura de Cristo aparece rodeada de un diamante rojo.
A diferencia del cuadrado del fondo, también rojo como se ha comentado anteriormente, este rombo más inmediato al Salvador denota un fuego celeste, la ardiente esencia de un Dios que habla desde el fuego: "Entonces el Señor os habló de en medio del fuego" (Dt 4, 12) "¿Escuchó algún pueblo, como tú has escuchado, la voz de Dios, hablando desde el fuego, y ha sobrevivido?" (Dt 4, 33) Y como de naturaleza de fuego se presenta: "Guardaos de olvidar la alianza que el Señor, vuestro Dios, concertó con vosotros, y de fabricaros ídolos, cualquier figura de todo lo que te prohibió el Señor, tu Dios, porque el Señor, tu Dios, es fuego devorador, un Dios celoso." (Dt 4, 24)
2.6.-Los vestidos
Jesucristo aparece en sus íconos con vestimenta característica del período histórico de su vida, al gusto griego, con dos prendas: una, interior, el quitón; y una segunda, exterior, el himatión.
• El quitón, era una túnica, por lo común sin mangas que llegaba hasta el codo y se ceñía a la cintura;
• El himatión, consistía en una especie de manto rectangular que se echaba sobre el hombro izquierdo y se recogía por el lado opuesto, dejando ordinariamente libre en sus movimientos el brazo de esta parte; y cuando se iba de viaje o a la guerra se cambiaba el himatión por la clámide, capa rectangular en tres de sus lados y algo circular en la parte que rodeaba el cuello, más corta que el manto y que se abrochaba con fíbula sobre el hombro derecho. (Tomado de Wikipedia, Indumentaria en la antigua Grecia)
En el icono, el Salvador aparece vestido con ropas de los dos colores que dominan la tabla: un chitón rojo y un himatión azul, símbolos de las dos naturalezas, divina y humana.
Rublev pintó su “Salvador en Majestad” con túnicas doradas, signos de su Gloria. El color dorado será el color propio de los nimbos o aureolas de los santos, signo de la santidad de Dios que los adorna.
Modernamente, el P.RUPNIK juega con los vestidos y los colores: "El vestido en el AT define a la persona que lo lleva, da a conocer a la persona: Los colores absolutos: el dorado como el sol, exclusivo de la divinidad; el rojo púrpura, que habla de Dios y de sacrificio; el azul, propio del hombre." (véase https://rezarconlosiconos.com/index.php/la-capilla-de-san-pablo#punto08)
2.7.-Los gestos
Cristo bendice con su mano derecha, mientras sostiene el Libro abierto con su izquierda. El gesto no es siempre el mismo en todos los iconos, aunque predominan el modelo de bendición latina (el pulgar que busca cerrarse sobre el índice y el corazón), y el tipo griego de bendición (el índice, el corazón y meñique se mantienen abiertos, mientras se unen el pulgar y el anular). Sólo excepcionalmente aparecen otros gestos de bendición (p.e., con la mano abierta).
2.8.-El libro
Siendo el cristianismo una de las “religiones del libro” no es extraño que su utilización en los iconos llene de complejo simbolismo a éstos. La Biblia, nuestro libro sagrado, significa “los libros” y él mismo está lleno de las diversas acepciones que tiene la palabra.
Así, se dice:
El Libro de la Vida: "Se abrieron los libros y se abrió otro libro, el de la vida. Los muertos fueron juzgados según sus obras, escritas en los libros".(Ap 20,13);
El libro de la Ley: "El Señor dijo a Moisés: «Escribe esto en un libro para recuerdo y trasmítele a Josué que yo borraré la memoria de Amalec bajoel cielo» (Ex 17,14)
El Libro de la Revelación: “Vi en la mano derecha del que está sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos”.(Ap 5, 1)
El libro del Evangelio: “Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni el mundo entero podría contener los libros que habría que escribir.(final evangelio de san Juan)
“En mi primer libro, Teófilo, escribí de todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el comienzo 2 hasta el día en que fue llevado al cielo" (Hch 1,1)
Por ello, no es extraño que el libro esté lleno de un simbolismo profundo y amplio en la cultura cristiana, hasta el punto de que entre los primeros monumentos del arte cristiano, Cristo fue representado como un libro sobre un trono, en la forma de la composición simbólica Etimasia [Etimasía (= preparación): la solemne representación simbólica del juicio final presidido por Cristo (esetoimasía tou thrónou = preparación del trono): un trono que termina con una cruz (o el monograma de Cristo). Ejemplos típicos son: el famoso sarcófago de Túsculo, en el mosaico de la cúpula del baptisterio de los ortodoxos en Rávena, y el arco triunfal de la basílica de Santa María la Mayor, mosaico que mandó hacer Sixto III (432-440)] (Véase el término Etimasia en el Glosario de este sitio https://www.rezarconlosiconos.com/index.php/glosario-2)
2.9.-Los colores
En realidad, se construye toda la composición con la combinación de dos colores primarios, el rojo y el azul. Con esto se simboliza la unificación en Cristo de los principios antinómicos: misericordia y verdad, el fuego del Espíritu y el agua, la vida, la naturaleza divina y humana, la incognoscibilidad y la encarnación, etc.. .La plaza es un símbolo de la tierra.
En los cuatro extremos de la plaza puedes encontrar imágenes de un ángel (hombre), un león, un toro y un águila. Estos son símbolos de los evangelistas (Mateo, Marcos, Lucas y Juan, respectivamente) que llevan la enseñanza salvadora a todos los rincones del mundo.
2.10.-monogramas
Por lo general, en los iconos figura siempre el monograma de Jesucristo, las letras del alfabeto griego IС XС, que también pueden verse insinuadas en el gesto de bendición, hechas con los dedos que están libres y cuyas puntas no se juntan.
En el halo que rodea la cabeza del Salvador inscribe una cruz hecha con líneas finas. Escritas sobre los brazos horizontales de la cruz se leen las letras griegas OWH, que es la forma abreviada del nombre de Dios Yavhé, literalmente significan "Yo soy".
2.11.-El canon iconográfico
Este canon iconográfico de Cristo en Majestad, inspirado en textos bíblicos, se observa cuidadosamente hasta el día de hoy.
Recoge las siguientes características:
1. Imagen del rostro: La cara mira frontalmente, dibujada con evidente simetría.
2. La mano izquierda porta un libro, normalmente el Evangelio. Puede estar cerrado o abierto y, en este caso, las inscripciones son visibles para el espectador. No es raro que, en lugar del libro de los Evangelios, sostenga un rollo, tal como se conservaba la Ley en las sinagogas de su tiempo
3. La mano derecha hace el gesto de bendición. Típicamente, los dedos representan un gesto que codifica el nombre de Jesucristo. En los iconos antiguos, el gesto puede ser ligeramente diferente;
4. El nimbo es dorado, con una cruz propia de la cabeza de Cristo en la que figuran letras griegas que hablan de la Trinidad
5. Chiton rojo Simboliza un ser humano;
6. Himation azul Indica la naturaleza celestial de Cristo. En combinación con el chitón, habla de dualismo y armonía;
7. Los colores rojo y azul de la vestimenta del Salvador indican Su naturaleza dual;
8. Klav en el hombro: Raya, barra vertical. Sirvió como un adorno para los ciudadanos romanos y se convirtió en un rasgo característico de la iconografía de Jesucristo.
3.-El icono: teología
La imagen de Cristo en poder y gloria, como imagen de su segunda y gloriosa venida, está directamente relacionada con el tema del Juicio Final, porque el Señor es como el Juez de los vivos y los muertos y, en general, con toda la apocalíptica, desde los profetas hasta san Juan.
En el punto 1.-Los textos de la escritura se encuentran citas de la Biblia, especialmente del Antiguo Testamento, que inspiran al artista en la pintura de este icono. Pero también el Nuevo Testamento se hace eco de la segunda venida del Salvador:
• «Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos »(Hch 10, 42 ;
• «Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo, me dará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación» (2 Tim 4, 8)
• «Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió». (Jn 5,30)
• «Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? Y tú, ¿por qué desprecias a tu hermano? De hecho, todos compareceremos ante el tribunal de Dios» (Rom 14,10).
La iconografía de Cristo en Majestad se desarrolló a partir del siglo XIV. El ícono " Cristo en Majestad " muestra al Señor Jesucristo, como el Señor de todo el mundo visible e invisible, tal como aparece al final de los tiempos. Y está relacionado con todos los temas escatológicos de la Revelación: la Segunda Venida del Salvador, el Juicio Final, el fin de los tiempos y la transformación venidera del universo, presentándole con todas las dimensiones de la persona del Verbo divino: Cristo Juez y Salvador definitivo, Cristo como Rey de Reyes y Cordero, Cristo presente en la creación universal como Pantocrátor todopoderoso y Sabiduría divina..
El iconógrafo llena esta imagen con la clara intención de despertar la conciencia del hombre, pretende hacerle llegar una voz que le lleve al arrepentimiento, a la metanoia, a un cambio de conciencia y de transformación de toda su vida. Es importante contemplar el icono "Cristo en Majestad" haciendo una determinada composición de lugar, imaginándonos en el interior del templo. Cristo se presenta rodeado de figuras simbólicas: un cuadrado rojo y una almendra azul, que simbolizan la tierra y el cielo. Pero el cielo y la tierra están claramente simbolizados en el lugar sagrado de la iglesia, del templo: la nave, símbolo de la tierra, cubierta por la cúpula, símbolo de la esfera del cielo. Así como el templo nos acoge y nos separa del mundo profano, así el icono de Cristo en Majestad nos recibe en su misterio y nos lleva al mundo celestial de su Reino.
La imagen del Salvador en el poder es todo un tratado teológico, ejecutado a través de la pintura y el lenguaje simbólico. Debido a esto, en las iglesias rusas la imagen de "Cristo en Majestad" se convierte en el centro no solo del iconostasio, sino también de toda la iglesia, repitiendo en parte la imagen de Cristo Pantocrátor en la cúpula.
4.-Su lugar en el templo
El icono de “Cristo en Majestad” es una especie de punto de referencia en el templo. El Salvador en las Fuerzas es siempre el centro de los íconos individuales, del rango Deesis aun en las veces que este rango esté reducido a su expresión mínima: la Virgen María y Juan bautista, a cada lado de Cristo.
Uno de los iconos conocidos de este tipo de iconografía es la famosa imagen del Salvador en las Fuerzas, escrita por Andrei Rublev para el rango de Deesis de la Catedral de la Asunción de Vladimir en 1408. El icono, que se encuentra hoy en la colección de la Galería Estatal Tretyakov, es un ejemplo que siguen los pintores de iconos rusos más de seis siglos después.
Muy a menudo una imagen de este tipo se colocaba en una fila local, sobre las Puertas Reales. El lugar no fue elegido por casualidad: Cristo introduce al adorador en el reino de Dios. ("Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos", Juan 10,9 ) Por lo general, en este icono, el Salvador se representa con un Evangelio cerrado, ya que, al acercarse a la puerta, solo abordamos el secreto que se revelará completamente el último día, el día del Juicio, cuando "anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo" (Mc 13, 35), se eliminará el Libro de la Vida. Sello y Palabra juzgarán al mundo. Sólo a partir del siglo XVII comenzó a escribirse este icono con la imagen del Salvador en la fila local y el Evangelio abierto.
5.- Oración
El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder:
así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.
Levantan los ríos, Señor,
levantan los ríos su voz,
levantan los ríos su fragor;
pero más que la voz de aguas caudalosas,
más potente que el oleaje del mar,
más potente en el cielo es el Señor.
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.
Salmo 92
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Cristo en el Trono
"Bendito eres sobre el trono de tu reino: a ti gloria y alabanza por los siglos" (Dn 3, 54)
1.-Los textos de la Escritura
2.-El icono: descripción
3.-El icono: teología
4.-Oración
El icono de Cristo en el Trono está plenamente implantado en Bizancio desde el siglo IX, rastreándose su aparición hasta tiempos anteriores a la iconoclasia, y extendiéndose por el mundo ruso a partir del siglo XII. Su visión dirige la fe del creyente a las visiones apocalípticas de san Juan, que relata como el Hijo del Hombre vendrá en su segunda venida como Señor de la historia y Juez universal.
Es normal ver a Cristo sentado sobre un trono monumental y ricamente adornado por atributos supuestamente imperiales, pero que esta representación corresponda a la utilizada por la realeza bizantina o por las autoridades romanas no es asunto pacíficamente resuelto. Por un lado, los tronos de la realeza bizantina o romana no se caracterizan por su alto respaldo rectangular o dotado de dosel; por otro, no abundan las imágenes de autoridades en posición sedente.
En efecto, los emperadores romanos utilizaban unos taburetes bajos llamados “silla curul”, muy alejados de los tronos que se reflejan en la iconografía de Cristo en el Trono. Tronos semejantes usaron posteriormente los emperadores del Sacro Imperio Romano.
Tampoco abonan este tipo de representación la costumbre de presentar sentados a los emperadores, pues es raro su retrato en esa posición sedente, más propia de hombres pacíficos, que de figuras militares, que se hacen dibujar de pie, luciendo lujosos vestidos o armaduras, y a caballo, en ricas escenas ecuestres.
Este tipo de figuración apareció a partir del siglo IV, cuando ya el cristianismo se consolidaba victorioso sobre la persecución romana y se convertía en la religión oficial de Constantino. Se pretendía con ello, dejando al margen la realidad histórica, revestir de majestad y poder a Cristo y sus imágenes. Y, por ello, atribuyó a Jesús con los símbolos del poder, en este caso el trono.
Su dimensión de autoridad divina no es ajena a su realidad histórica –“la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como sus escribas”(Mt 7, 28s); «Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para preguntarle: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?»(Mt 21, 23)- y este aspecto está `presente en la iconografía de Cristo, naturalmente.
Pero como Él mismo afirmó “su reino no es de este mundo” y su autoridad tiene una naturaleza muy diferente a cualquier poder de la tierra. Esa «autoritas» se extiende a su Iglesia y, así, el obispo católico preside la celebración desde su “cátedra”, y el obispo ortodoxo desde el «trono episcopal», aunque sus poderes son obviamente muy diferentes a los de los gobernantes terrenales.
1.-Los textos de la Escritura
El icono de Cristo en el Trono aparece en los tiempos anteriores a la iconoclastia y quiere presentar al Dios del Antiguo Testamento según los sueños de Isaías y Ezequiel, confirmados por la visión de San Juan en el Apocalipsis. “vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo.” (Is 6,1). “por encima de la bóveda, que estaba sobre sus cabezas, había una especie de zafiro en forma de trono; sobre esta especie de trono sobresalía una figura que parecía un hombre.” (Ez 1,26). “fui arrebatado en espíritu. Vi un trono puesto en el cielo, y sobre el trono uno sentado. (Ap 4, 2).
No es difícil identificar estas visiones proféticas con el Cristo del Juicio Final, y, consecuentemente, no es de extrañar que la figura del icono presente un rostro severo, ciertamente hierático, mirada al frente y planta frontal simétrica. Es el Cristo anunciado por Mateo: «Entonces dirá a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. 42 Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber,” (Mt 25, 41s).
2.-El icono: descripción
El icono de Cristo o el Salvador en el Trono muestra a Cristo vestido con los clásicos chiton e himation, sentado en un trono con un libro, presentando muchas características comunes con la imagen de Cristo en Majestad (mano que bendice, libro, vestidos, etc.).
El Salvador en el trono es uno de los tipos más antiguos de iconografía del Salvador. Ya en las imágenes de los siglos V - VI.en Roma, Rávena, Tesalónica, hay una imagen del Cristo Regio rodeado de ángeles y los llamados "tetramorfos" - imágenes simbólicas de evangelistas. Las composiciones de este tipo se llaman "teofanía", del griego "Teofanía" ("Epifanía").
Más tarde, el significado teofánico se volvió característico de los antiguos iconos rusos como, por ejemplo, "El Salvador en el poder", ubicado en la fila Deesis del alto iconostasio ruso. El Señor en el trono es una imagen que surgió bajo la influencia de la descripción de la visión apocalíptica de Juan el Teólogo: "Y la séptima luminaria de oro se convirtió, y entre las siete luminarias, como el Hijo del Hombre, vestida con un saco y ceñida ..." (Ap. 1, 12-13).
Trono con respaldo alto, que consiste en dos tablas verticales ligeramente dobladas, cruzadas en la parte superior horizontal. El espacio entre ellos se rellena con un paño con diseño en forma de S. La parte inferior del trono consiste en un asiento y patas, cubiertas, aparentemente, con la misma tela que la espalda, con el mismo adorno.
Todas las partes del trono en los bordes están decoradas con adornos de perlas en dos filas. En el asiento y bajo los pies de Cristo hay cojines con nubes en los márgenes laterales. En el campo superior, a los lados de la "Etimasia", aparecen los arcángeles Gabriel y Miguel.
La grandeza de la figuración viene ayudada por el fuerte simbolismo del trono: «El trono que se yergue en el cielo del Apocalipsis, rodeado por cuatro animales simbólicos, es la manifestación de la gloria divina al final de los tiempos. Simboliza el equilibriio final del cosmos, equilibrio constituido por la integración total de todas las antítesis naturales»(JEAN CHEVALIER, Diccionario de los símbolos, HERDER)
Grandeza simbólicamente reforzada por la presentación de la figura de Cristo enfrentada totalmente al espectador, con mirada y gesto intimidantes por su “descaro”, aunque realmente su rostro carece de rasgos de dureza. Es imposible permanecer ante el icono sin sentirse interpelado.
En los extremos del regio respaldo aparecen los animales-símbolos de los cuatro evangelistas.
Su cabeza viene adornada con un nimbo dorado cruciforme, característico del Cristo Jesús. Es el Señor del tiempo y de la historia, el alfa y omega de la creación, y estas letras aparecen en los brazos horizontales de la cruz, mientras en la línea superior se indica expresamente que estamos ante I C X C.
La mano derecha bendice y parece simbolizar, con la posición de los dedos pulgar, anular y meñique unidos, la unión de la Trinidad, mientras que el índice y corazón desplegados nos remiten a la doble naturaleza de su persona
Con el brazo izquierdo mantiene el Libro de la Vida que contempla el Apocalipsis (cfr 20, 12-15; 21, 27), y el conjunto de la figura, situado dentro de la almendra que simboliza, tanto el señorío sobre todo lo creado, como el abrazo y acogimiento a todo el que lo contempla, lleva a sentir que es el Cristo de la misericordia quien nos mira.
La contemplación del icono provoca, como respuesta adecuada ante la majestad de Cristo, la súplica "Maràn athà. ¡Ven, Señor Jesús!"
3.- El icono: teología
En este icono, el trono presenta un doble simbolismo: es un símbolo del Universo creado, del mundo visible e invisible; y, además, es signo de la gloria de Cristo. Aquí el Salvador se presenta como Rey del universo y como el Hijo del Hombre que ha de venir como Juez de vivos y muertos.
Son figuraciones que aparecen repetidamente en los grandes mosaicos monumentales de Bizancio, donde, a los lados de el Salvador aparecen personajes reales de la corte imperial. En este icono del siglo XI, situado en la catedral de Hagia Sofía, en Constantinopla, se presenta a Cristo entre Constantino y la emperatriz Zoya.
«El Apocalipsis de san Juan, leído en la liturgia de la Iglesia, nos revela primeramente que "un trono estaba erigido en el cielo y Uno sentado en el trono" (Ap 4,2): "el Señor Dios" (Is 6,1; cf Ez 1,26-28).
[Luego revela al Cordero,] "inmolado y de pie" (Ap 5,6; cf Jn 1,29): Cristo crucificado y resucitado, el único Sumo Sacerdote del santuario verdadero (cf Hb4,14-15; 10, 19-21; etc), el mismo "que ofrece y que es ofrecido, que da y que es dado" (Liturgia Bizantina. Anaphora Iohannis Chrysostomi).
[Y por último, revela] "el río de agua de vida [...] que brota del trono de Dios y del Cordero" (Ap 22,1), uno de los más bellos símbolos del Espíritu Santo (cf Jn 4,10-14; Ap 21,6)» (Catecismo, 1137).
Consecuentemente con este sentido teológico, el icono de Cristo en el Trono (Cristo Rey del Universo y Juez, tal como lo anuncia el Apocalipsis) tiene su colocación propia en el retablo del ábside del templo, desde donde preside la asamblea y la contempla desde un lugar privilegiado donde nada escapa a su mirada.
Y se explica la severidad del conjunto y su imponente figuración por la dimensión de Juez al final de los tiempos que el artista ha elegido para inspirarse en su trabajo: «Miré, y apareció una nube blanca; y sentado sobre la nube alguien como un Hijo de hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro y en su mano una hoz afilada. 15 Salió otro ángel del santuario clamando con gran voz al que estaba sentado sobre la nube: «Mete tu hoz y siega; ha llegado la hora de la siega, pues ya está seca la mies de la tierra» (Ap 14, 14s)
Su mensaje catequético es claro. Desde la cúpula, su presencia es una verdadera teofanía que nos habla de su continua presencia en nuestras vidas y del juicio final que ineludiblemente nos lcanzará.
Los textos que suelen colocarse en el libro abierto nos hablan de de la misericordia divina y del “mandamiento nuevo”:
Son todos textos que hacen que la dimensión de juicio y severidad propias de la presentación apocalíptica sea velada por la de Salvador misericordioso que «no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos» (Mc 10, 45)
4.- Oración
¡Ven, Señor! Ven a tu modo, del modo que tú sabes.
Ven donde hay injusticia y violencia.
Ven a los campos de refugiados, en Darfur y en Kivu del norte, en tantos lugares del mundo.
Ven donde domina la droga.
Ven también entre los ricos que te han olvidado, que viven sólo para sí mismos.
Ven donde eres desconocido.
Ven a tu modo y renueva el mundo de hoy.
Ven también a nuestro corazón, ven y renueva nuestra vida.
Ven a nuestro corazón para que nosotros mismos podamos ser luz de Dios, presencia tuya. En este sentido oramos con san Pablo: Maranà, thà!
" ¡Ven, Señor Jesús"!,
(BENEDICTO XVI, Audiencia General, 12.11.2008)
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La Deesis
1.- Introducción
Deesis designa una representación de Cristo, generalmente entronizado y flanqueado por la Virgen María y San Juan Bautista, propia del arte bizantino.
Este grupo aparece prontamente en las puertas principales de las iglesias cristianas, indicando el papel de juez que se asignaba a la figura mayestática de Cristo, y que, situado a la entrada del Templo, simbolizaba el juicio final y el papel de Reino de Dios que se daba a la Iglesia y de bienaventurados a los admitidos en su seno. “Yo soy la puerta, si uno entra por mí se salvará”(Jn 10, 9).
2.-iconografía
Tras el siglo IX, la composición comenzó a aparecer en contextos que sugerían el tema de la intercesión, resolviendo la importante cuestión de cómo la Iglesia Triunfante podía colaborar a la implantación del dominio universal de Jesucristo. Con su nuevo énfasis en la intercesión, la deesis se convirtió en un elemento importante en las escenas del Juicio Final, donde la Virgen y Juan interceden por la humanidad. Desde el siglo XIX, el término deesis se ha aplicado exclusivamente a las imágenes de la Virgen y San Juan Bautista de pie a cada lado de Cristo con sus manos extendidas hacia él.
En el mundo ortodoxo las iglesias
tienen un muro interior que separa a los fieles del lugar santo del altar, el iconostasio, dotado de tres puertas. Sobre la central, llamada Puerta Santa que solo puede ser usada por el sacerdote durante el servicio religioso, se sitúa en lugar preeminente el icono de Cristo acompañado de más o menos santos. Pero estos no
juzgan, oran al rey de la gloria.
En ambos mundos, católico y ortodoxo, se utilizó la palabra deesis para describir imágenes de la Virgen María y Juan el Bautista que acompañan a Cristo. La piedad de los primeros cristianos entendió pronto que ellos dos tenían lugares privilegiados cerca de Cristo resucitado como corresponde a los primeros testigos de la divinidad de Cristo.
3.-El icono
Este mosaico apareció en Santa Sofía cuando fue restaurada a principios del S XX y data de 1261. Está considerado como un pionero para el arte bizantino en época del Renacimiento, con sus tonos suaves, la intensa humanidad y realismo emocional en los rostros de las figuras.
Cristo lleva un ejemplar cerrado de los Evangelios en su mano izquierda y la derecha hace el signo de la bendición. Su expresión suave transmite la compasión de Dios por la humanidad.
A cada lado, María y Juan vuelven sus rostros hacia Cristo en señal de adoración. Todas las imágenes muestran una profunda espiritualidad, que son reflejo de las vivencias de los habitantes de Constantinopla en aquella época. Esta "Deésis" es el más famoso de los mosaicos de Santa Sofía.
4.-Teología del icono
Otras, las manos de los orantes aparecen extendidas hacia el frente señalando a Cristo como única fuente de todas las gracias. Así están María y Juan en el icono de la Deesis que aparece al lado.
La extensión de estos iconos de la deesis por el mundo cristiano expresa la interiorización del valor de la oración en el pueblo cristiano. Los gestos en la liturgia (estar de pie, cantar, alzar las manos, etc.) completan con su lenguaje no verbal, lo que hablan nuestros labios. En esta gestualidad las manos son elemento esencial de nuestra conversación-oración litúrgica.
5.-Oración
1. La liturgia, al poner en las Laudes de una mañana el salmo 76, quiere recordarnos que el inicio de la jornada no siempre es luminoso. Como llegan días tenebrosos, en los que el cielo se cubre de nubes y amenaza tempestad, así en nuestra vida hay días densos de lágrimas y temor. Por eso, ya al amanecer, la oración se convierte en lamento, súplica e invocación de ayuda.
Nuestro salmo es, precisamente, una imploración que se eleva a Dios con insistencia, profundamente impregnada de confianza. Más aún, de certeza en la intervención divina. En efecto, para el salmista el Señor no es un emperador impasible, retirado en sus cielos luminosos, indiferente a nuestras vicisitudes. De esta impresión, que a veces nos embarga el corazón, surgen interrogantes tan amargos que constituyen una dura prueba para nuestra fe: «¿Está Dios desmintiendo su amor y su elección? ¿Ha olvidado el pasado, cuando nos sostenía y hacía felices?». Como veremos, esas preguntas serán disipadas por una renovada confianza en Dios, redentor y salvador.
2. Así pues, sigamos el desarrollo de esta oración, que comienza con un tono dramático, en medio de la angustia, y luego, poco a poco, se abre a la serenidad y a la esperanza. Encontramos, ante todo, la lamentación sobre el presente triste y sobre el silencio de Dios (cf. vv. 2-11). Un grito pidiendo ayuda se eleva a un cielo aparentemente mudo; las manos se alzan en señal de súplica; el corazón desfallece por la desolación. En la noche insomne, entre lágrimas y plegarias, un canto «vuelve al corazón», como dice el versículo 7, un estribillo triste resuena continuamente en lo más íntimo del alma.
Cuando el dolor llega al colmo y se quisiera alejar el cáliz del sufrimiento (cf. Mt 26,39), las palabras explotan y se convierten en pregunta lacerante, como ya se decía antes (cf. Sal 76,8-11). Este grito interpela el misterio de Dios y de su silencio. (JUAN PABLO II, Audiencia general del Miércoles 13 de marzo de 2002)
Alzo mi voz a Dios gritando,
alzo mi voz a Dios para que me oiga.
En mi angustia te busco, Señor mío;
de noche extiendo las manos sin descanso,
y mi alma rehúsa el consuelo.
Cuando me acuerdo de Dios, gimo,
y meditando me siento desfallecer.
Sujetas los párpados de mis ojos,
y la agitación no me deja hablar.
Repaso los días antiguos,
recuerdo los años remotos;
de noche lo pienso en mis adentros,
y meditándolo me pregunto:
«¿Es que el Señor nos rechaza para siempre
y ya no volverá a favorecernos?
¿Se ha agotado ya su misericordia,
se ha terminado para siempre su promesa?
¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad,
o la cólera cierra sus entrañas?»
Y me digo: «¡Qué pena la mía!
¡Se ha cambiado la diestra del Altísimo!»
Recuerdo las proezas del Señor;
sí, recuerdo tus antiguos portentos,
medito todas tus obras
y considero tus hazañas.
Dios mío, tus caminos son santos:
¿qué dios es grande como nuestro Dios? Tú, oh Dios, haciendo maravillas,
mostraste tu poder a los pueblos;
con tu brazo rescataste a tu pueblo,
a los hijos de Jacob y de José.
Te vio el mar, oh Dios,
te vio el mar y tembló,
las olas se estremecieron.
Las nubes descargaban sus aguas,
retumbaban los nubarrones,
tus saetas zigzagueaban.
Rodaba el estruendo de tu trueno,
los relámpagos deslumbraban el orbe,
la tierra retembló estremecida.
Tú te abriste camino por las aguas,
un vado por las aguas caudalosas,
y no quedaba rastro de tus huellas:
mientras guiabas a tu pueblo, como a un rebaño,
por la mano de Moisés y de Aarón.
Salmo 76
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El icono de la Sabiduría divina
1.El icono de un misterio
2.-Los textos de la Escritura
3.-La Tradición: Los iconos de la Sabiduría Divina
3.1.-“La Sabiduría se ha hecho una casa”
3.2.-“La sabiduría divina”
3.3.-“Sede de la sabiduría divina”
4.-La teología de la Sabiduría
4.1.-La Sabiduría divina en la Historia de la Salvación
4.2.-La Sabiduría y el misterio de Jesús
4.3.-La Sabiduría y el misterio de Cristo
5.-La Sofía de Rupnik en la Sacristía Mayor de la Almudena
5.1.-Descripción inicial de la sacristía
5.2.-Los textos de la escritura
5.3.-Contemplación para alcanzar sabiduría
1.-El icono de un misterio
Así abre P. Evdokimov su comentario al icono de la Sabiduría divina (L’art de l’icône, cap. X).
“La sabiduría es un atributo de Dios. La Tradición cristiana la ha expresado con formas variadas, significando la energía divina que mantiene el orden en la creación; también como un don del Espíritu, efusión de amor y belleza. La iconografía oriental meditó hasta dar forma y color a la Divina Sabiduría. La representó en figura de ángel con alas de fuego, que lleva atributos reales y se sienta en un trono. La corona, el cetro, los vestidos y el trono, todo es de oro refulgente. El escabel de sus pies es una piedra, símbolo de la inmutabilidad. (Mª Victoria Triviño, OSC, Como un sello en el corazón, pág. 46).
La tradición iconográfica nos muestra la Sabiduría divina bajo una figura femenina dotada de alas, y con alusiones más o menos explícitas a las manifestaciones de la escritura sobre ella.
2.-Los textos de la Escritura
Los iconos son catequesis de la Historia de la Salvación preparada para ser explicada a un pueblo que no sabe leer. Para ellos, la imagen, la luz y los colores van desgranando los grandes misterios de la Trinidad, de Cristo, de la Virgen y de los santos. A través de las figuras se va reflejando la santidad de Dios, cuya visión es, en último término, el Reino anunciado por los profetas y realizado en Jesucristo.
Por ello, cada tipo de icono, al anunciar la santidad del representado, desarrolla la profecía que anuncia al Salvador, profecía que en su globalidad ha sido dicha de formas muy variadas, pues «En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas»(Heb 1, 1). Aquí se recogen, en la columna de la izquierda, algunas especialmente idóneas para comprender la iconografía existente alrededor del tema de la Sabiduría divina, y, en la columna derecha, la manifestación del Nuevo Testamento de su cumplimiento en Jesucristo. El iconógrafo se fija especialmente en una de esas profecías y la desarrolla en su tablilla tal como la interioriza en su vida de trabajo y oración.
ANTIGUO TESTAMENTO | NUEVO TESTAMENTO |
Es efluvio del poder de Dios, emanación pura de la gloria del Omnipotente; … e imagen de su bondad. (Sab 7, 25-26) |
Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser.(Heb 1,3) |
El Señor me creó al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas. En un tiempo remoto fui formada, antes de que la tierra existiera. (Prov 8, 22s) |
Él es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles (Col 1,15s) |
Yo estaba junto a él, como arquitecto, y día tras día lo alegraba, todo el tiempo jugaba en su presencia: jugaba con la bola de la tierra, y mis delicias están con los hijos de los hombres. (Prov 8, 30s) | En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.(Jn 1, 1ss) |
«La sabiduría se ha hecho una casa, ha labrado siete columnas; ha sacrificado víctimas, ha mezclado el vino y ha preparado la mesa. Ha enviado a sus criados a anunciar en los puntos que dominan la ciudad: «Vengan aquí los inexpertos»; y a los faltos de juicio les dice: «Venid a comer de mi pan, a beber el vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la inteligencia».(Prov 9, 1-6). | «Pues los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados —judíos o griegos—, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.(1Cor 22-25) |
El Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel (Is 7, 13). |
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”» (Mt 1, 22s) |
Brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y entendimiento, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor del Señor.(Is 11., 1) |
«Sabiduría, sí… enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido, pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria». (1cor 2, 6-8). |
3.-La Tradición: Los iconos de la Sabiduría Divina
La Tradición iconográfica recoge tres tipos distintos de iconos sobre el misterio de la Sabiduría divina, la Santa Sofía.
- Bajo el nombre de “La Sabiduría se ha hecho una casa”, la escuela de Yaroslav ha popularizado los iconos de tipo “Iglesia”.
- Como “La sabiduría divina” o la “Santa Sofía”, la escuela de Novgorod ha creado los iconos de tipo “Ángel”, en el que la figura alada aparece en majestad.
- Un tercer tipo de iconos, bajo la denominación de “Virgen María” o “Virgen Inmaculada”, se ha desarrollado por la escuela de Kiev.
3.1.-La Sabiduría se ha hecho una casa
El iconógrafo se fija en el anuncio de Proverbios: «La sabiduría se ha hecho una casa, ha labrado siete columnas; ha sacrificado víctimas, ha mezclado el vino y ha preparado la mesa. Ha enviado a sus criados a anunciar en los puntos que dominan la ciudad: «Vengan aquí los inexpertos»; y a los faltos de juicio les dice: «Venid a comer de mi pan, a beber el vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la inteligencia».(Prov 9, 1-6).
Se conoce su existencia en Malo-Kirillov, Monasterio cerca de Novgorod, desde mediados del siglo XVI, en la fase tardía del arte bizantino. Actualmente está expuesto en Moscú, en la Galería Tetriakov.
Es un icono con una compleja figuración, rica en alegorías, con dos partes claramente diferenciadas. En la parte superior está figurado de modo monumental una alusión, a través de siete cúpulas, a los siete concilios ecuménicos celebrados antes de la ruptura de 1054. Y sobrevolando la mismas, los siete círculos de los ángeles.
En la parte inferior, que supone dos tercios del icono, la imagen muestra de forma inmediata la Iglesia, simbolizadas por siete torres. En un balconcillo de la más centrada, el rey Salomón se dirige al pueblo mostrándole el libro de los Proverbios, en su capítulo noveno, al comienzo del cual figuran los versículos que dan pie a este icono, mientras dirige su mirada a la figura de la derecha, de no segura identificación. Algunos lo señalan como san Juan Damasceno, que parece contestar a Salomón mostrándole un pergamino con su defensa de la encarnación en la disputa iconoclasta; y, otros, con Cosme de Jerusalén, obispo de Maiuma, tocado con un turbante, que le presenta el comienzo del Tropario del Jueves Santo: “La Sabiduría infinita, fundamento y creadora de la vida, se ha construido la casa de la santa virgen Madre”.
El conjunto del cuadro dibuja diferentes estancias del interior de una casa, con varias escenas repartidas por la tabla y muy rica figuración, llena de simbolismos eucarísticos tomados de la Sagrada Escritura o de los Padres.
El sentido global del icono no es expresado por el ritmo o por la armonía de la composición, sino por las alusiones simbólicas referidas a la liturgia eucarística de las escenas. El icono exige un esfuerzo de interpretación, una cierta ilustración del sujeto que lo contempla para descifrar el hilo conductor de las metáforas que expresa.
El rosetón de la izquierda muestra la personalización de la Sabiduría, vestida de blanco y sentada en majestad en un triple círculo. El primero, círculo celeste, símbolo del universo. Un fondo oscuro en el interior del mismo, significa la incognoscible esencia divina. En el exterior dominan los colores púrpura y verde: un anillo rojo, dotado de ruedas y ángeles querubes, en el interior de otro verde-marrón, signo de las energías divinas, no creadas.
El ángulo superior derecho está ocupado por un medallón de la Virgen sentada en majestad sobre un trono, dentro de un doble círculo de gloria, y mostrando al Cristo-Emmanuel sobre el pecho, el modo terrenal de presentarse la Sabiduría divina.
Entre ambos medallones –uno, la madre de Dios; otro, la Sabiduría divina- se despliega el gran dinamismo del cuadro. Aparecen dos grupos de siete personajes cada uno. En uno de ellos, se ve a los profetas y los apóstoles, como criados y servidores de la sabiduría, en ademán de repartir las viandas de la mesa: el animal degollado, los vinos y el ajuar de la misma, etc., en una doble alusión al sacramento eucarístico y al ministerio de la Palabra, alimento espiritual.
En el otro, siete jóvenes extienden sus manos para recoger los cálices que les son ofrecidos por el primer grupo, separados ambos por una mesa. Al lado, en otra mesa que hace las veces de credencia, un sirviente va preparando más vasos.
Tanto el Cristo-Sabiduría, como la personalización de la Sabiduría divina son considerados como figuras de la Iglesia, cuyo principal ministerio es la predicación del Evangelio (cfr. Mt 28, 19-20), verdadera dispensadora de la Palabra de Dios.
"La Iglesia es templo de Dios, espacio sagrado, casa de oración, convocación de pueblo, cuerpo de Cristo. (...) Es el cielo en la tierra, donde Dios trascendente habita como en su casa y pasea por ella, pero es también imagen realizada (antitypos) de la crucifixión, de la tumba y de la resurrección. (...) La Iglesia es la casa de Dios en la que se celebra el sacrificio místico vivificante y, al mismo tiempo, la parte más íntima del santuario y gruta santa. Dentro de ella se encuentran el sepulcro y la mesa, alimentos para el alma y garantías de vida. En ella se encuentran, por último, las verdaderas perlas preciosas que son los dogmas divinos de la enseñanza impartida directamente por el Señor a sus discípulos” (Germán, Patriarca de Constantinopla, citado por Benedicto XVI, Audiencia general, miércoles 29 de abril de 2009).
Este icono de la Sabiduría divina se celebra el día de la Natividad de la Virgen.
3.2.-“La sabiduría divina”
Existe un segundo icono de la escuela de Novgorod de la Sabiduría Divina, éste de tipo “Ángel”, que es la imagen más conocida de Sofía y que no se asienta tan directamente en Prov 9, como el anteriormente considerado, sino en una figura simbólica que aparece en el mismo libro:
«El Señor me creó al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas. En un tiempo remoto fui formada, antes de que la tierra existiera».
«Yo estaba junto a él, como arquitecto, y día tras día lo alegraba, todo el tiempo jugaba en su presencia: jugaba con la bola de la tierra, y mis delicias están con los hijos de los hombres» (Prov 8, 22.30).
En este icono, la parte superior muestra un trono en el centro, flanqueado por tres ángeles a cada lado, inclinados ante la Hetoimasia (Ετοιμασίᾳ) la "Preparación", un término griego usado para la representación del altar como símbolo del trono divino que espera la segunda venida de Jesús.
Esta parte superior cierra el cuadro con una banda azul con estrellas, símbolo del cielo, que los ángeles sostienen de un extremo a otro.
Inmediatamente, sin dejar espacio en el trasfondo, siguiendo la vertical del cuadro de arriba abajo, aparece Cristo, en el interior de una mandorla redonda, cuya anchura muestra los radios iluminados, con los brazos abiertos en señal de acogida.
Bajo él, aparece una figura coronada, sentada de frente, con alas, portando cetro y rollo de las Escrituras. Llama fuertemente la atención el brillante color rojo de su rostro, interpretado originariamente como signo de pudor virginal, dando, con ello, soporte a la interpretación en femenino de la Sofía. El resto de la imagen, -sus alas, y el vestido- son de un color rojo púrpura, propio de la corte bizantina. Un nimbo dorado le adorna junto con la corona. Es el Ángel de la Sabiduría que ocupa la centralidad del icono, tanto por su posición como por el tamaño de la imagen.
Las siete barras verticales colocadas bajo el trono reproducen “ha labrado siete columnas;” (Prov 9, 1) y simbolizan los siete dones del Espíritu Santo, según Is 11,2s.
Rodean esta figura dos círculos de gloria, de color verde el interior y dorado el exterior. Sus pies descansan sobre piedra redonda, signo de plenitud y perfección, que recuerda la expresión “sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Cfr Mt 16, 18).
Flanqueando a esta figura central está la Virgen, a la izquierda del espectador, con los brazos bajos, semicaídos, como sosteniendo al Cristo-Emmanuel que muestra en forma de medallón sobre el pecho. Su colocación evoca el salmo: «Hijas de reyes salen a tu encuentro, de pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir». (Sal 45, 10).
La Virgen, junto con san Juan Bautista, que aparece a la derecha, figura una Deesis orante. Ambos personajes descansan sobre sendos escabeles. Tras la Virgen aparecen sus padres y abuelos de Jesús, Joaquín y Ana. Tras el Precursor, San Juan evangelista, y san Juan Damasceno.
La obligada inscripción de la tabla dice simplemente: “La santa Sabiduría”. Se celebra el día de la Dormición de la Virgen.
3.3.-“Sede de la sabiduría divina”
Hay, sin embargo, otro tipo y más complejo del icono "Sophia, Sabiduría de Dios", el llamado Sofía de Kiev , sito en su catedral. Este icono del tipo “Virgen María”, que disfruta de un lugar especial en la devoción de la Iglesia Ortodoxa ucraniana, fue realizado en el entorno de la escuela de Kiev. Presenta a la Virgen con los brazos elevados en actitud orante mientras muestra al Niño-Emmanuel en medio de una singularísima figuración. En este niño se cumple la doble profecía de Isaías: «El Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel» (Is 7, 13). «Brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y entendimiento, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor del Señor» (Is 11, 1s).
Data del siglo XVII y tiene rasgos que extrañan en un canon iconográfico bizantino estricto, de signos claramente occidentales. Este icono de Kiev fue el símbolo en Rusia de María Inmaculada Concepción, probablemente por la feliz coincidencia de que en la festividad de la Inmaculada, el 8 de diciembre, se proclama el origen divino de la Sabiduría, según Proverbios:
«El Señor me creó al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas. En un tiempo remoto fui formada, antes de que la tierra existiera. Antes de los abismos fui engendrada, antes de los manantiales de las aguas. (Prov 8, 22ss).
De alguna manera, recuerda la oración de san Bernardo a la Virgen que se puede leerse en “La Divina Comedia”:
«Virgen Madre, hija de tu Hijo,
la más alta y humilde criatura,
término fijo del consejo eterno»
(Dante, La divina comedia, El cielo, XXX, 1)
Una mirada de conjunto a este icono nos permite observar tres grandes grupos de figuras, tres grandes realidades de la Historia de nuestra salvación:
1º. La figuración nos remite expresamente a la Trinidad, a quien corresponde en plenitud la Sabiduría Divina, aunque ella no sea el motivo central del icono, ni en su mensaje, ni en la colocación de las figuras, ni en el tamaño de las mismas.
En una línea vertical, en el centro del icono, en la cima del mismo, está Dios Padre, representado como un anciano barbudo (cfr. Dan 7, 9), a menudo con un halo triangular (una adopción tardía en la iconografía ortodoxa) que significa la Trinidad; Él está expirando el Espíritu Santo en forma de paloma, y su aliento se extiende a la imagen central de María. En la ortodoxia oriental, se afirma que el Espíritu Santo procede del Padre, mientras la Iglesia romana confiesa en su credo que el Espíritu santo “procede del Padre y del Hijo”. La controversia sobre «el Filioque» ("... y del Hijo") fue un tema determinante en el cisma de 1054.
Los brazos abiertos, y el cuerpo vuelto hacia las figuras centrales dan a entender que bendice lo que ve. Su boca parece hablar y la tradición se ha fijado en las palabras del salmista: “Aunque tiemble la tierra con sus habitantes, yo he afianzado sus columnas» (Sal 75, 4).
Finalmente, la Trinidad se completa con Cristo-Emmanuel, figurado sobre el pecho de la Virgen.
2º. Nuestro Señor Jesucristo aparece como Emmanuel en el pecho de la Virgen, ocupando el lugar central de la tabla, como plenitud de la Sabiduría Divina encarnada. Desde allí, bendice con su mano derecha mientras muestra en su izquierda, como señor del universo, el globo terrestre.
Es la importancia dada a María en esta imagen, así como su habitual clasificación entre los iconos marianos, lo que ha llevado a confundir a María con la Sabiduría, cuando tradicionalmente Jesús, que es visualmente sólo una pequeña parte de esta imagen, es la Sabiduría.
3º.La Virgen María, en quien se encarnó la Sabiduría Divina, ocupa el centro del icono. Tanto por la posición central como por las dimensiones de su figura, es con Jesús el “mensaje” del icono. Está flanqueada por siete columnas, y alzada en un púlpito de siete peldaños, sobre los cuales, a izquierda y derecha, se encuentran siete figuras representativas de los profetas y los padres apostólicos. El conjunto ocupa los tres cuarto inferiores del icono.
En el centro del templo María reposa sobre la luna; doce estrellas están en su aureola, representando tanto a los doce apóstoles, como a las doce Tribus de Israel. La imagen evoca Ap 12: 1: “Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”
En el cuadro, la manifestación de Dios Padre se cierra horizontalmente con una bóveda de la que descienden siete columnas, referencia indiscutible de Prov. 9, 1-6. Ambas remiten a los siete dones del Espíritu Santo, según el texto de Isaías 1, 1 que se ha mostrado anteriormente: Sabiduría, Entendimiento, Consejo, Fortaleza, Ciencia, Piedad y Temor de Dios.
El tipo de "Kiev" se destaca por la riqueza de sus alegorías expresadas en sus septenas, grupos de siete elementos, aunque no siempre los iconos de este tipo recogen todos. En el icono que estamos contemplando, pueden notarse:
SIETE COLUMNAS sostienen un arco que muestra el tema central del icono y es como el “nombre” del mismo: «La sabiduría se ha hecho una casa, ha labrado siete columnas». Este arco sirve de dosel a la Virgen y responden a la profecía de Prov 9.
SIETE ESCALONES desde el suelo permiten subir al púlpito, que tiene, según la visión de Ezequiel: «Un muro exterior rodeaba el templo por todos los lados. Las ventanas del vestíbulo y las palmas tenían las mismas medidas del pórtico oriental. Se subía a él por siete escalones» (Ez 40,5.22).
SIETE ARCÁNGELES
Se muestran con sus símbolos, que pueden variar de icono a icono:
- Miguel con una espada,
- Uriel con una llama,
- Rafael con un vaso de medicamentos,
- Gabriel con un lirio floreciente,
- Selaphiel con las manos cruzadas en oración,
- Yegudiel con una corona (en algunos iconos un látigo se añade), y
- Barachiel con flores ) Sobre un paño blanco
SIETE SÍMBOLOS DEL APOCALIPSIS:
Descritos en los siete pilares constan los dones que acompañan al Espíritu Santo, según la profecía: “Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y entendimiento, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor del Señor. Lo inspirará el temor del Señor "(Is 11, 2-3).
Por lo general son, de izquierda a derecha:
- Un libro con siete sellos, ("El don de sabiduría")," Pero uno de los ancianos me dijo: «Deja de llorar; pues ha vencido el león de la tribu de Judá, el retoño de David, y es capaz de abrir el libro y sus siete sellos». (Ap 5, 5)
- Un candelabro de siete brazos; ("El don de entendimiento”);"Me volví para ver la voz que hablaba conmigo, y, vuelto, vi siete candelabros de oro” (Ap 1,12)
- Siete ojos; ("El don de consejo"); "... Y vi en medio del trono y de los cuatro vivientes, y en medio de los ancianos, a un Cordero de pie, como degollado; tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados a toda la tierra ".(Ap 5, 6).
- Siete trompetas; ("El don fortaleza");"Y vi a los siete ángeles que están de pie delante de Dios; y les dieron siete trompetas." (Ap 8,2).
- Una mano con siete estrellas ("El don del ciencia"); "Tenía en su mano derecha siete estrellas; y de su boca salía una espada aguda de doble filo; su rostro era como el sol cuando brilla en su apogeo” (Ap 1:16)
- Siete viales de oro; ("El don de piedad") "Uno de los cuatro vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro llenas de la ira de Dios, que vive por los siglos de los siglos" (Ap 15, 7).
- Siete truenos; (“El don del temor de Dios ")."... y gritó con voz potente como ruge el león. Y cuando gritó, los siete truenos hablaron con sus voces ". (Ap 10,3)
SIETE PERSONAJES DEL ANTIGUO TESTAMENTO:
Siete personajes situados sobre los escalones flanquean a izquierda y derecha la figura de la Virgen. En los escalones figuran los nombres de las virtudes fe, esperanza, caridad, castidad y humildad; y de los estados de gracia y gloria. Los siete personajes son: David, Aarón y Moisés, en la parte izquierda, de abajo a arriba. Daniel, Ezequiel, Jeremías e Isaías, en la derecha, subiendo. En todos ellos, la Iglesia reconoce prefiguraciones de María Virgen. Así, en:
- Moisés, que vio la zarza que ardía sin consumirse, usada como una prefiguración de María con Jesús en su vientre. También las tablas de la ley, escritas por el dedo de Dios, se consideran prefiguraciones de María, que porta en su seno la última palabra de Dios.
- Aarón con su caña de florecimiento: "Y aconteció, que al día siguiente vino Moisés al tabernáculo del testimonio; y he aquí que la vara de Aarón de la casa de Leví había reverdecido, y dio a luz a los brotes, y echado flores, y produjo almendras." Esto prefigura a María dar a luz a Jesús.
- El rey David con el Arca de la Alianza: María es considerado como el Arca de la Alianza del Nuevo Testamento, que contiene a Jesús, a semejanza como el Arca del Antiguo Testamento contenía la Ley , la Antigua Alianza.
- Isaías 07:14 en la tradición cristiana se aplica al nacimiento de Jesús de una virgen
- Jeremías con su vara de almendro: "Y la palabra de Jehová vino a mí, diciendo: Jeremías, ¿qué ves? Y dije: Veo una vara de almendro. " (Jer 1,11), frase que encuentra relación con la vara de Aarón.
- Ezequiel con las puertas cerradas: "Y el Señor dijo a mí; Esta puerta estará cerrada, no se abrirá, y nadie entrará por ella; porque el Señor, el Dios de Israel, ha entrado por ella, por lo tanto, estará cerrada. " (Ez 44, 2). Claro un símbolo del nacimiento virginal y de la virginidad perpetua de María
- Daniel con la piedra sin cortar: "mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó." (Dan 2:34), simbolizando, una vez más, la virginidad de María.
SIETE ESCALONES
Hay siete escalones que conducen al templo (que representa a la Iglesia, así como a María, la "casa" de Jesús). De abajo a arriba son:
1. Vera: fe
2. Nadezhda; esperanza
3. Liubov; amor
4. Chistota; pureza
5. Smirenie; humildad
6. Blagodat ' gracia
7. Slava; gloria
4.-Teología de la Sabiduría
Al contemplar los diferentes iconos de La divina sabiduría, se observan los siguientes rasgos comunes, más o menos explícitos:
1.-la Sabiduría aparece en el centro, con figura de un ángel de color rojo fuego, coronado y dotado de una aureola, sentada en un trono, dentro de unas esferas de gloria.
2.- La figura femenina está vestida con hábitos imperiales propios de la dinastía bizantina, destacando el color dorado brillante.
3.-Encima vemos un busto de Cristo, que tiende sus manos hacia el ángel.
4.-En lo alto, el trono de la Parusía y los ángeles.
5.-La cara, las manos y las alas son de un fuerte rojo-fuego.
6.-Sus pies se asientan firmemente en una roca, en clara resonancia de las palabras de Jesús: “sobre esta roca fundaré mi Iglesia”, la roca de la fe, de forma esférica, signo de perfección y plenitud.
7.-La Sabiduría aparece en el centro de esferas de gloria.
8.-El ángel está flanqueado por la Theotokos, que porta a Cristo-Emmanuel y por san Juan Bautista, recordando una Deisis.
9.-Las siete barras verticales colocadas bajo el trono reproducen “el palacio de siete columnas” y simbolizan los siete dones del Espíritu Santo.
La figura femenina no representa aquí una simple imagen de soporte, sino a una realidad divina de existencia eterna (Cfr Prov 8, 21ss), que es participada por el hombre como don de Dios -el sabio por antonomasia-, libremente donado.. «Es efluvio del poder de Dios, emanación pura de la gloria del Omnipotente; … e imagen de su bondad»(Sab 7, 25s).
Los comentarios patrísticos refieren este versículo a la eucaristía. También se reza en el oficio de dedicación de una Iglesia y en las fiestas marianas: en ambos casos, la Iglesia y la Virgen son receptáculos de la sabiduría.
Recorriendo la Tradición, se encuentra una rica simbología para esta imagen de la Sabiduría de Dios:
- Imagen del verbo encarnado:«Pues los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados —judíos o griegos—, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres (1Cor 22-25)».«Sabiduría, sí, hablamos entre los perfectos; pero una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, condenados a perecer, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido, pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria». (1Cor 2, 6-8).
- Según san Irineo y san Teófilo de Antioquia, la Sabiduría no es la imagen de la segunda persona, sino de la tercera hipóstasis, del Espíritu Santo.
- Es la imagen de la energía trinitaria, según san Gregorio Palamas
- La sabiduría encuentra su imagen en la Virgen
- La sabiduría encuentra su imagen en la Iglesia.
Dada esta riqueza simbólica, sería un error darle un significado único, aislado. La Sabiduría es atributo del Dios Trinitario y lugar de manifestación de cada persona. Más precisamente, según el esquema patrístico: ella es revelación del Padre (el Sabio) en el Hijo (la Sabiduría) por el Espíritu Santo (Espíritu de Sabiduría). Visto en la economía de la Salvación, la Sabiduría es, más precisamente, el lugar de la diada Hijo-Espíritu Santo, que revela al Padre. Y por ello puede ser identificada tanto con el Hijo, como con el Espíritu Santo. La identificación con el Hijo es más frecuente porque el Hijo es el Verbo encarnado y tiene figura humana. (Cfr. Evdokimov, L’art de l’icòne, pág. 297).
4.1.-La Sabiduría divina en la Historia de la Salvación
La Sabiduría divina no es un principio abstracto, sino una persona de origen divino que está presente en el origen de la creación: “en un tiempo remoto fui formada, antes de que la tierra existiera” (Prov 8,23) “…y mi delicias están con los hijos de los hombres” ( 8, 31).La Sabiduría divina empapa toda la creación, todo el universo, desde el mismo principio de los tiempo. “Yo salí de la boca del Altísimo y como niebla cubrí la tierra” (Eclo 24,3), y habla de sí misma como de la primera criatura de Dios, “Desde el principio, antes de los siglos, me creó, y nunca jamás dejaré de existir” (Ecl 24, 9), jugando un papel principal en la creación de todas las cosas, “Goberné sobre las olas del mar y sobre toda la tierra, sobre todos los pueblos y naciones” (Eclo 24, 6).
Expresa la elección divina del pueblo de Israel sin ambages: “Entonces el creador del universo me dio una orden, el que me había creado estableció mi morada y me dijo: Pon tu tienda en Jacob y fija tu heredad en Israel” (24, 8). Todo el capítulo 24 del Eclesiástico es, tanto un elogio de la Sabiduría hecho por sí misma, como la afirmación de la elección de Israel como heredad de Yahvé entre todos los pueblos. En él se insiste en que la verdadera sabiduría se encuentra de una manera especial en Israel y, más concretamente en la Torá, “en la ley que nos prescribió Moisés como herencia para las asambleas de Jacob” (24, 23).
Los profetas, en su continuo hablar al pueblo con la mirada de Dios, van enriqueciendo sin cesar el tema de la sabiduría. Tras el exilio se comprenderá con mayor claridad que la sabiduría humana participa de la Sabiduría divina, y que “el Señor mismo creó la Sabiduría, la vio, la midió y la derramó sobre todas sus obras” (1, 9).
En el Sinaí, rescatado el pueblo de la tiranía de Faraón y entregado en el desierto a la sola providencia de Dios, éste culmina la donación de la Sabiduría con la entrega de la Torá a Moisés y a cada israelita “El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que lo cumplas” (Dt 30, 14).
En el libro de la Sabiduría, escrito unos 150 años antes de Jesús, la búsqueda de la sabiduría es el camino para encontrar a Dios. Ella es vista como “efluvio del poder de Dios, emanación pura de la gloria del Omnipotente; por eso, nada manchado la alcanza. Es irradiación de la luz eterna, espejo límpido de la actividad de Dios e imagen de su bondad” (Sab 7, 25s).
De forma simbólica, la Sabiduría presenta la intimidad de la comunión con Dios. La Sabiduría aparece por ello recomendada con los cuidados propios de la esposa... «no la abandones y ella te cuidará, ámala y te protegerá … conquístala y te hará noble; abrázala y te colmará de honores» (Prov 4, 6.9)
Con las motivaciones profundas del amor, la Sabiduría invita al hombre a la comunión con ella y en consecuencia exige una respuesta personal de amor. Esta comunión se describe en los versículos de Proverbios 9 con la imagen bíblica del banquete: «La Sabiduría se ha hecho una casa, ha labrado siete columna; ha sacrificado víctimas, ha mezclado el vino y preparado la mesa. Ha enviado a sus criados a anunciar en los puntos que dominan la ciudad: “Vengan aquí los inexpertos”; y a los faltos de juicio les dice: “Venid, comed mi pan, a beber el vino que he mezclado; dejad las inexperiencias y viviréis, seguid el camino de la inteligencia» (Prov 9, 1-6) con palabras que los Santos Padres siempre han visto referidas a la Historia de la Salvación y, más concretamente, al banquete eucarístico.
4.2- La Sabiduría y el misterio de Jesús
La revelación de Jesús enlaza con este depósito de sabiduría en el corazón y, por eso, bendice a su Padre porque había “revelado estas cosas a los pequeños” (Mt 11,25). Desde entonces, la Iglesia ha crecido a través de los siglos con esta fe: “Nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar” (Mt 11, 27).
Con esta revelación de su Hijo mediante el Espíritu, Dios nos manifiesta su designio final, la causa de toda la creación y el contenido de la Historia de la Salvación que desarrolla con toda la humanidad y con cada uno de los hombres “En Él, por su sangre tenemos la redención, el perdón de los pecados, conforme a la riqueza de la gracia que en su sabiduría y prudencia ha derrochado sobre nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad: el plan que había proyectado realizar por Cristo, en la plenitud de los tiempos: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra” (Ef 1, 7ss).
ANTIGUO TESTAMENTO | NUEVO TESTAMENTO |
Es efluvio del poder de Dios, emanación pura de la gloria del Omnipotente; … e imagen de su bondad. (Sab 7, 25-26) |
Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser.(Heb 1,3) |
El Señor me creó al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas. En un tiempo remoto fui formada, antes de que la tierra existiera. (Prov 8, 22s) |
Él es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles (Col 1,15s) |
En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.(Jn 1, 1ss) |
La promesa de un rey definitivo viene anunciada por un texto profético del libro de Isaías que habla de las características que tiene “el Espíritu del Señor [que] se posará sobre él. Espíritu de sabiduría y entendimiento, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y de temor de Dios” (Is 11, 2).
La Sabiduría divina aparece ante los hombres presente a lo largo de la vida de Jesús. En el Nuevo Testamento son varios los textos que presentan a Jesús lleno de la Sabiduría divina. Así, Durante su infancia en Nazaret: “Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres” (Lc 2, 52), y entre los doctores del templo, donde “todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba” (Lc 2, 47),
Durante los años de vida pública, sus palabras despertaban sorpresa y admiración: “Y la multitud que le oía se preguntaba asombrada: “¿De dónde saca todo es? ¿Qué sabiduría es ésa que le ha sido dada?” (Mc 6, 2).
Esta Sabiduría que le adornaba confería a Jesús un prestigio especial: “Porque les enseñaba con autoridad y no como sus escribas” (Mt 7, 29). Más aún, Jesús se compara con Salomón, el rey sabio por antonomasia del AT, para decir de sí mismo “aquí hay uno que es más que Salomón” (Mt 12, 42).
4.3La Sabiduría y el misterio de Cristo
Tras la resurrección, con la fe pospascual, San Pablo profundiza teológicamente esta identidad de Cristo-Jesús con la sabiduría repetidas veces: “se ha hecho para nosotros sabiduría de parte de Dios, justicia, santificación y redención” (1 Cor 1, 30).
Es más, Jesús es la “sabiduría que no es de este mundo, ni de los príncipes de este mundo... predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria” (1 Cor 2, 6-7).
Progresivamente, Pablo contempla a Cristo cada vez con mayor intensidad como la verdadera “Sabiduría de Dios”. Así, utilizando claramente al lenguaje de los libros sapienciales, se le proclama “imagen del Dios invisible”, “primogénito de toda criatura”, “porque en él fueron creadas todas las cosas… y todo se mantiene en él” (Col 1, 15-17); Él es “reflejo de su [de Dios] gloria e impronta de su ser. ÉL sostiene el universo con su palabra poderosa” (Heb 1, 3).
Consecuentemente, la fe en Cristo, la fe en quien es la Sabiduría de Dios, se convierte tanto en el “conocimiento perfecto” de la voluntad divina, “con toda sabiduría e inteligencia espiritual”, como en la definitiva norma moral, “De esa manera vuestra conducta será digna del Señor, agradándole en todo; fructificando en toda obra buena y creciendo en el conocimiento de Dios” (Col 1, 9-10).
Unos años más tarde, San Juan, habla del Verbo que estaba en el principio, junto a Dios, y confiesa que “el Verbo era Dios” (Jn 1, 1). La Sabiduría, que el Antiguo Testamento había llegado a equiparar a la Palabra de Dios, es identificada ahora con Jesús, el Verbo que “se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1, 14).
Como la Sabiduría en el pasaje anteriormente citado de Prov 9, también Jesús prepara el banquete eucarístico de su palabra y de su cuerpo, porque Él es “el pan de vida” (Jn 6, 48), da el agua viva “el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed” (Jn 4, 14).
5.-La Sofía de la Sacristía Mayor de la Almudena
5.1.-Descripción inicial de la sacristía
5.2.-Los textos de la escritura
5.3.-Contemplación para alcanzar sabiduría
Durante el mes de septiembre de 2005, el Centro Aletti terminó el encargo recibido de modernizar la decoración de la Sacristía Mayor de la Catedral de la Almudena, en Madrid.
Se trata de una sala rectangular, de gran porte, destinada, como corresponde a una sacristía mayor, a la preparación del celebrante de la Eucaristía. Tiene sendas entradas en los lados cortos del rectángulo y tres grandes ventanales en cada lado largo. La superficie a cubrir, exceptuando los laterales cortos, es de unos 90 metros cuadrados.
El trabajo del Centro Aletti desarrolla una síntesis de tradición, teología litúrgica y sentido actual del arte litúrgico. La Tradición muestra que las sacristías mayores han sido siempre objeto de decoraciones cuidadas y brillantes; la teología litúrgica nos remite al sacramento eucarístico, a la nueva creación del cristiano cuando le alcanza la redención de Cristo; finalmente, el P. Rupnik asegura la modernidad del lenguaje artístico de sus mosaicos.
Así, a lo largo de las paredes de la Sacristía se desarrolla una visión de la creación, desde el relato del Génesis hasta la salvación lograda en la cruz. A lo largo del mosaico, la decoración muestra la perenne preocupación de Rupnik por mostrar la belleza de la creación, haciéndola accesible mediante la simple actitud contemplativa del observador, abierto a la sencillez de la figuración, y alejado de especulaciones ideológicas que le desfiguren la realidad observable.
5.1.-Descripción inicial de la sacristía
El visitante de la Catedral entra en la Sacristía por una de las puertas laterales, flanqueado por “las dos manos del Padre”: Cristo y el Espíritu Santo. Inicialmente, se encuentra con la visión, en la pared opuesta, de un mosaico espectacular, de más de 9 metros cuadrados representando una mujer alada.
Al recorrerla en un primer paseo, contempla que todo el lateral izquierdo de la Sacristía le habla de la creación: las aguas, la tierra, hasta Adán y Eva; enfrente, en el lateral derecho, el bautismo de Jesús, la partición del pan en Emaús, y el descenso a los infiernos de Cristo, le presentan la nueva creación del nuevo Adán: Cristo resucitado.
Y abarcándolo todo dentro de sus enormes alas, recogiendo simbólicamente la creación y la nueva Sión inaugurada por la resurrección de Jesús, la divina Sofía.
La imagen de la Sofía divina muestra una figura femenina, sentada sobre un asiento con cojín rojo, signo de su autoridad, en el interior de unas esferas de gloria abiertas por arriba y cerradas con sus alas, como indicando que abarca el mundo creado, desde antes de que éste fuera hecho, hasta el fin de la eternidad futura. Los colores azules y rojos con los que brillan las teselas se extienden como una melodía de fondo a lo largo de la decoración de las paredes laterales, haciendo patente a la vista el significado profundo de la Sabiduría divina.
5.2.-Los textos de la escritura
Sabiduría divina que complacía al Creador mientras éste creaba: “El Señor me creó al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas. En un tiempo remoto fui formada, antes de que la tierra existiera. Antes de los abismos fui engendrada, antes de los manantiales de las aguas. Aún no estaban aplomados los montes, antes de las montañas fui engendrada. No había hecho aún la tierra y la hierba, ni los primeros terrones del orbe. Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo; cuando sujetaba las nubes en la altura, y fijaba las fuentes abismales; cuando ponía un límite al mar, cuyas aguas no traspasan su mandato; cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él, como arquitecto, y día tras día lo alegraba, todo el tiempo jugaba en su presencia: jugaba con la bola de la tierra, y mis delicias están con los hijos de los hombres.» (Pr 8, 22-31).
La sabiduría divina es la visión de Dios creador, es su idea, su imaginación, su proyecto. Por eso se puede entender justificadamente como la memoria y la custodia de lo creado. «La Sabiduría es el ángel custodio del mundo que, como un pájaro, que incuba a sus pequeños, cubre con sus alas a todas las criaturas para elevarlas, poco a poco, hacia el ser auténtico» (Cf. La Catedral de la Almudena mosaicos de la Sacristía Mayor y Sala Capitular, citado por P. Rupnik , Monte Carmelo, p. 24s).
La sabiduría divina está presente en todo lo que es creado: « La sabiduría posee un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, ágil, penetrante, inmaculado, diáfano, invulnerable, amante del bien, agudo, incoercible, benéfico, amigo de los hombres, firme, seguro, sin inquietudes, que todo lo puede, todo lo observa, y penetra todos los espíritus| los inteligentes, los puros, los más sutiles. La sabiduría es más móvil que cualquier movimiento y en virtud de su pureza lo atraviesa y lo penetra todo. Es efluvio del poder de Dios, emanación pura de la gloria del Omnipotente; por eso, nada manchado la alcanza. Es irradiación de la luz eterna, espejo límpido de la actividad de Dios e imagen de su bondad. Aun siendo una sola, todo lo puede; sin salir de sí misma, todo lo renueva y, entrando en las almas buenas de cada generación, va haciendo amigos de Dios y profetas.» (Sb 7, 22-27).
«Diseminada en todo lo creado, habita la presencia de una memoria divina que custodia el mundo en su designio primero, es más, lo conduce hacia una cada vez más explícita revelación de esta realidad interior del mundo. La esencia celeste escondida bajo las apariencias del mundo inferior era el espíritu luminoso de la humanidad regenerada, el Ángel custodio de la tierra, la manifestación futura y definitiva de Dios» (SOLOVIEV, citado en: CERVERA BARRANCO, PABLO, El arte de Marko I. Rupnik y del Centro Aletti, Madrid 2011, p. 5.).
No estamos ante una idea o una abstracción, porque la Sabiduría divina es contemplada por la Escritura como un principio de pensamiento vivo. Atañe a Dios y a Él se dirige, y, por eso, la Sabiduría ayuda a personalizar a quien la posee. Como hemos visto antes, la Sabiduría se sitúa, según su modo propio, en Cristo, en la Virgen y en la Iglesia.
“Hoy día, cuando una mentalidad basada sobre los principios abstractos ha creado una ciencia y un saber que no tienen en cuenta la verdadera vida, es especialmente importante hacer ver que las ideas se radican en las ideas de Dios y que por eso están vivas. Lo mismo ocurre también con nuestras imágenes. Se trata, por tanto, de un modo sapiencial de pensar. Sabiduría que une conocimiento y vida. Conocimiento que se traduce en un estilo de vida que hace que la vida dure eternamente”. (http://www.centroaletti.com/)
5.3.-Contemplación para alcanzar sabiduría
Volvamos a la sacristía, ante el mosaico de la Santa Sofía. Rodeando en esta Sacristía al espectador con todo el plan salvífico, tal como se desarrolla en las paredes laterales, y abrazándole con las alas de la Sofía, el artista, el P.Rupnik le propone un ejercicio de realismo. Está invitado a contemplar la belleza que Dios imprimió en el universo creado, y a conmoverse por el amor desplegado en la redención ganada por Cristo.
La sencillez de las teselas, los colores puros y la evidencia de la materia como elemento de todo el mosaico le invitan a dejarse llevar por el asombro que produce la decoración de la Sacristía, a huir de cualquier tentación de ideologización del arte que contempla, a abandonarse al sentimiento de veneración que espontáneamente surge de la presencia del Misterio que tan fuertemente evoca toda la figuración sagrada.
Sacristía Mayor de la Almudena
Si el espectador entró internamente dividido entre lo que piensa y lo que vive; si acostumbra a juzgar las impresiones de sus sentidos a través de teorías sociológicas, económicas o culturales; o si, finalmente, es hombre de pensamiento “políticamente correcto”, es invitado a dejarse llevar por el bienestar que produce, nada más entrar, la decoración y el trasfondo de las paredes de la Sacristía, llenas de colores puros fuertemente potenciados por la luz que entra por los grandes ventanales de la sala.
Este primer contacto con la belleza ya es un encuentro con lo Bello, con Dios, porque «Diseminada en todo lo creado, habita la presencia de una memoria divina que custodia el mundo en su designio primero; es más, lo conduce hacia una cada vez más explícita revelación de esta realidad interior del mundo. La esencia celeste escondida bajo las apariencias del mundo inferior era el espíritu luminoso de la humanidad regenerada, el Ángel custodio de la tierra, la manifestación futura y definitiva de Dios» (Soloviev, cfr. El arte de Marko I. Rupnik y del Centro Aletti, antes citado).
El bienestar procurado por la luz y el color prepara el cuerpo y el ánima a la contemplación no discursiva de la rica figuración del mosaico y, puestos ante la Sofía, a sentir la presencia de la Sabiduría divina como algo que está presente ante él en ese momento, que le abre ojos nuevos para ver las escenas de la creación, que tiene a su lado derecho. Se le aparecerá como nuevo lo que ha aprendido a conocer de la relación entre Dios y lo creado. Admirará asombrado que todo ello aparece transfigurado en los mosaicos del lado izquierdo de la Sacristía, donde todo se “recrea”, donde todo habla del cumplimiento de la Palabra del Apocalipsis: «Mira, hago nuevas todas las cosas»(Ap 21, 5)”, donde Cristo es el nuevo Adán, la Virgen la nueva Eva, y el conjunto una nueva creación.
Si nos dejamos empapar por los sentimientos que suscita toda la catequesis de la Sacristía y hacemos una “composición de lugar” al estilo ignaciano, podemos recrear en nosotros la estupefacción de los judíos contemporáneos de Jesús, que estaban acostumbrados a escucharle definiéndose entre extremos paradójicos: profeta, incluso más que profeta, mesías; Rabí y maestro, pero habla con autoridad no conocida en los escribas y fariseos; que volverá en la gloria propia de la divinidad, pero antes debe sufrir y morir a manos de los hombres; es el Hijo de Dios vivo, pero no puede anunciarse antes de que se cumplan las profecías sobre el siervo de Yahvé.
También le escucharon una autopresentación sorprendente: «Entonces algunos escribas y fariseos le dijeron: «Maestro, queremos ver un milagro tuyo»... Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón». (Mt 12, 38.42)Es una “composición de lugar” comprometedora, porque la Sabiduría nos interpela personalmente y pide una adhesión a la Trinidad que se nos hace presente a través de la iconografía. En el lateral derecho, el Padre a través del mosaico de la creación; a través de todo el lateral izquierdo, a Cristo, muerto y resucitado, alimentando a su Iglesia simbolizada en los discípulos de Emaús; en el fondo, al Espíritu Santo, en el icono de Pentecostés, donde se figura a la Virgen en medio de una catarata de dorados rayos divinos.
La Sabiduría es también, para los teólogos orientales, la memoria que vive en la creación custodiando su significado. Esta Memoria-Sabiduría recuerda que Dios Padre crea con el Espíritu Santo, por medio del Hijo y en vista de este Hijo que se encarna. (Spidlik, Tomás, La espiritualidad del oriente cristiano, Monte Carmelo, Pag. 225).
6.-Orar con la sabiduría
Dentro de las culturas de todos los pueblos se contiene la intuición religiosa de que la realidad visible necesita un nexo con lo divino para ser comprendida. Algunas veces, la materia se ha considerado más un obstáculo que un puente para esa comprensión y, por ello, la filosofía griega aconsejaba abandonar lo visible para subir a lo invisible.
Desde los primeros momentos los apóstoles invitaban a pedir el don de la sabiduría:
«Y si alguno de vosotros carece de sabiduría, pídasela a Dios, que da a todos generosamente y sin reproche alguno, y él se la concederá». (San 1,5).
«La sabiduría que viene de lo alto es, en primer lugar, intachable, y además es apacible, comprensiva, conciliadora, llena de misericordia y buenos frutos, imparcial y sincera. El fruto de la justicia se siembra en la paz para quienes trabajan por la paz». (San 3:17s)
Los santos Padres enseñaron que, en la creación, la eterna Sabiduría se ha materializado en cada ser creado, en la realidad visible, donde ha dejado unas “semillas”, a modo de Sabiduría creada, que hablan al hombre que sabe mirar del autor del universo. Descubrir esta dimensión en las criaturas eleva al hombre, todavía en la tierra, hasta quien ocupa el trono celestial, hasta el cielo.
A través de María, la primera criatura que supo ver la divina Sabiduría en Jesús, y de Juan el Bautista, que en Jordán contempló la epifanía trinitaria durante el bautismo de Jesús, los cristianos nos dirigimos al Padre eterno invocando para nosotros el don de la Sabiduría,
Como modelo de oración invocando sabiduría, la Escritura nos ofrece la oración de Salomón:
«Dios de los padres y Señor de la misericordia, que con tus palabras hiciste todas las cosas, y en tu sabiduría formaste al hombre, para que dominase sobre las criaturas que tú has hecho, y para regir el mundo con santidad y justicia, y para administrar justicia con rectitud de corazón.
Dame la sabiduría asistente de tu trono y no me excluyas del número de tus siervos, porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva, hombre débil y de pocos años, demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes. Pues, aunque uno sea perfecto entre los hijos de los hombres, | sin la sabiduría, que procede de ti, será estimado en nada.
Contigo está la sabiduría, conocedora de tus obras, que te asistió cuando hacías el mundo, y que sabe lo que es grato a tus ojos y lo que es recto según tus preceptos. Mándala de tus santos cielos, y de tu trono de gloria envíala, para que me asista en mis trabajos y venga yo a saber lo que te es grato. Porque ella conoce y entiende todas las cosas, y me guiará prudentemente en mis obras, y me guardará en su esplendor.
Así aceptarás mis obras, juzgaré a tu pueblo con justicia y seré digno del trono de mi padre. Pues, ¿qué hombre conocerá el designio de Dios?, o ¿quién se imaginará lo que el Señor quiere? Los pensamientos de los mortales son frágiles e inseguros nuestros razonamientos, porque el cuerpo mortal oprime el alma y esta tienda terrena abruma la mente pensativa.
Si apenas vislumbramos lo que hay sobre la tierra y con fatiga descubrimos lo que está a nuestro alcance, | ¿quién rastreará lo que está en el cielo?, ¿quién conocerá tus designios, si tú no le das sabiduría | y le envías tu santo espíritu desde lo alto? Así se enderezaron las sendas de los terrestres, | los hombres aprendieron lo que te agrada | y se salvaron por la sabiduría». (Sab9 1-6. 9-18)
Y añadamos la petición de que se haga en cada uno de nosotros la misma respuesta de Dios:
«Por haber sido ese el deseo de tu corazón y no haberme pedido riquezas, bienes, gloria, la muerte de tus enemigos y ni siquiera una vida larga, pidiéndome en cambio sabiduría y ciencia para regir a mi pueblo, del que te he constituido rey, se te concede ciencia y sabiduría; y te daré también riquezas, bienes y gloria que no tuvieron los reyes que te precedieron ni tendrán los que te sucedan» (2Cro 1, 7-12).
por la intercesión de María, nuestra madre.
Salve, sagrario de arcana Sapiencia;
Salve, despensa de la Providencia.
Salve, por ti se confunden los sabios;
Salve, por ti el orador enmudece.
Salve, por ti se aturden sutiles doctores;
Salve, por ti desfallecen autores de mitos;
Salve, disuelves enredos de agudos sofistas;
Salve, rellenas las redes de los Pescadores.
Salve, levantas de honda ignorancia;
Salve, nos llenas de ciencia suprema.
Salve, navío del que ama salvarse;
Salve, oh puerto en el mar de la vida.