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El martirio de Juan Bautista
1. El icono
2.-Texto evangélico
3.-la historia
4.-Catequesis
5.-Oración
En los iconos de la Iglesia griega -y otras orientales , el Bautista es figurado con alas, aparentemente de un ángel, y portando una bandeja o plato con su cabeza cortada. La figuración angélica hace recordar la misión de los ángeles como “mensajeros” de Dios y la presentación que de él hace Marcos :“Como está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío a mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino; voz del que grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos”»; se presentó Juan en el desierto bautizando y predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados” (Mc 1,2ss).
2.-Texto evangélico.
Muerte de Juan el Bautista
“Como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó hablar de él. Unos decían: «Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso las fuerzas milagrosas actúan en él». Otros decían: «Es Elías». Otros: «Es un profeta como los antiguos». Herodes, al oírlo, decía: «Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado» (Mt 14, 1s).
"Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener a la mujer de su hermano. Herodías aborrecía a Juan y quería matarlo, pero no podía, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo defendía. Al escucharlo quedaba muy perplejo, aunque lo oía con gusto. La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven: «Pídeme lo que quieras, que te lo daré». Y le juró: «Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino». Ella salió a preguntarle a su madre: «¿Qué le pido?». La madre le contestó: «La cabeza de Juan el Bautista». Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: «Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista». El rey se puso muy triste; pero por el juramento y los convidados no quiso desairarla. Enseguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.
Al enterarse sus discípulos fueron a recoger el cadáver y lo pusieron en un sepulcro”( Mc 6, 14-29; cfr. Mt 14, 8ss).
3.-La historia
Para el desempeño de su misión contó con la gracia especial de ser santificado aún antes de nacer, tal como fue anunciado por el ángel, cuando María hace llegar al Salvador (recién concebido) a la casa de Isabel, madre de Juan, que estaba de seis meses.
Su predicación y denuncia se dirigió no sólo a los hebreos, también a los poderosos como el rey Herodes Antipas, que había asesinado a su hermano Felipe para poder contraer matrimonio con su viuda, Herodías, tal como conocemos por los relatos de Flavio Josefo.
Herodes, temiendo una revuelta contra él, ordenó el ingreso en prisión de Juan y el relato evangélico no duda en señalar el duro juicio que le merece: "El tetrarca Herodes, a quien Juan reprendía por el asunto de Herodías, esposa de su hermano, y por todas las maldades que había hecho, añadió a todas ellas la de encerrar a Juan en la cárcel.”(Lc 3, 19s).>
Mateo nos da detalles de la intervención de Herodías y su hija Salomé en la suerte final de Juan: Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado, por motivo de Herodías, mujer de su hermano Filipo; porque Juan le decía que no le era lícito vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta. El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera.Ella, instigada por su madre, le dijo: «Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista». El rey lo sintió, pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran,y mandó decapitar a Juan en la cárcel.
Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre. Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús.(Mt 14,3-11)
Alrededor de la suerte de la cabeza de Juan hay toda una saga de leyendas. Fue encontrada por Elena, la madre de Constantino, en el palacio de Herodes, y viajaría secretamente hasta Emesa; citando a Flavio Josefo, se ha afirmado que habría sido enterrada en Maqueronte;
Hoy en día, hay por lo menos tres lugares que se disputan la posesión de la preciada reliquia: la Catedral de Amiens, la Iglesia de San Silvestre en Roma y la Gran Mezquita de Damasco, en Siria
El Bautista en la tradición de la Iglesia Ortodoxa Oriental.
La rica descripción evangélica de la vida de Juan Bautista es enriquecida en la tradición de la Iglesia Ortodoxa que, al igual que la Iglesia Católica, considera a Juan el Bautista como el último de los profetas del Antiguo Testamento, que sirve como puente entre el período de la revelación veterotestamentaria, y la Nueva Alianza.
Su misión de Precursor la desempeña incluso tras la muerte. Muerto antes de que muriera y resucitara Jesús, Juan desciende al Hades y una vez más predica en él a Jesús, el Mesías que había de venir, de tal modo que es Precursor de Cristo en la vida y en la muerte. Según esta tradición sagrada, el Bautista se aparece a las personas que jamás han escuchado el mensaje del Evangelio, para predicárselo, cuando están a punto de morir, de modo que tengan oportunidad de salvarse.
Toda iglesia ortodoxa tiene un iconostasio, en el cual, hay siempre -en lugar de honor-, un icono de Juan el Bautista, colocado al lado derecho (mirando de frente) del icono de Cristo, es decir, hacia el lado "sur" del templo. Juan es frecuentemente mencionado durante la liturgia, y todos los martes del año le están dedicados devocionalmente.
4.-Catequesis
Podemos preguntarnos cómo puede seguirse de una denuncia religiosa, como era la predicación del Bautista, el encarcelamiento y la muerte dictada por el poder político. Sería una pregunta retórica cuando en nuestro tiempo, tras 2000 años después del martirio de Juan pasa eso mismo sin apenas disimulos.
En el mundo musulmán, que no es pequeño, la religión es más que un asunto de Estado: el Islam conforma el propio Estado, y la sharía sus leyes y preceptos son los supuestos prepolíticos sobre los que se asienta la "civitas", el acuerdo social. Pero sería una hipocresía intolerable ocultar que en el mundo occidental, que tampoco es una parte insignificante de nuestro planeta, la "dictadura del relativismo" ejerce una presión intolerable sobre la libertad y la conciencia de sus ciudadanos.
La historia de Israel conocía suficientemente la peripecia de los hombres que, elegidos por Dios ejerciian el ministerio profético. Denunciar la injusticia, la opresión, el olvido del menesteroso o del inmigrante, tanto al pueblo como al poder, sea este civil o religioso, se pagaba al precio de la persecución y de la muerte. Como no se cansaba de mostrar Jonás, no era el oficio de profeta un empleo agradecido...
No debemos poner en duda que san Juan sufrió la cárcel y las cadenas y dio su vida en testimonio de nuestro Redentor, de quien fue precursor, ya que, si bien su perseguidor no lo forzó a que negara a Cristo, sí trató de obligarlo a que callara la verdad; ello es suficiente para afirmar que murió por Cristo.
Cristo, en efecto, dice: Yo soy la verdad; por consiguiente, si Juan derramó su sangre por la verdad, la derramó por Cristo; y él, que precedió a Cristo en su nacimiento en su predicación y en su bautismo, anunció también con su martirio, anterior al de Cristo, la pasión futura del Señor (San Beda el Venerable, Liturgia de las Horas, 29 de agosto).
Hoy, en la segunda mitad de la segunda década del S. XXI, se sufre cárcel, exclusión social, persecución política y, no en raras ocasiones, la muerte, por no callar la verdad. Lo "políticamente correcto" es una losa que aplasta por igual en países ya occidentales, ya árabes o musulmanes, ya sea comunistas... la libertad y la dignidad de los ciudadanos. Como en tiempos de Cristo, los numerosos Herodes de hodierno que en todas partes surgen como hongos persiguen al que no calla la verdad.
"Vemos esta gran figura, esta fuerza en la pasión, en la resistencia contra los poderosos. Preguntamos: ¿de dónde nace esta vida, esta interioridad tan fuerte, tan recta, tan coherente, entregada de modo tan total por Dios y para preparar el camino a Jesús? La respuesta es sencilla: de la relación con Dios, de la oración, que es el hilo conductor de toda su existencia. Juan es el don divino durante largo tiempo invocado por sus padres, Zacarías e Isabel (cf. Lc 1, 13); un don grande, humanamente inesperado, porque ambos eran de edad avanzada e Isabel era estéril (cf. Lc 1, 7); pero nada es imposible para Dios (cf. Lc 1, 36).
Celebrar el martirio de san Juan Bautista nos recuerda también a nosotros, cristianos de nuestro tiempo, que el amor a Cristo, a su Palabra, a la Verdad, no admite componendas. La Verdad es Verdad, no hay componendas.
La vida cristiana exige, por decirlo así, el «martirio» de la fidelidad cotidiana al Evangelio, es decir, la valentía de dejar que Cristo crezca en nosotros, que sea Cristo quien oriente nuestro pensamiento y nuestras acciones." (Benedicto XVI, papa. Catequesis, 2012).
"Un hombre, Juan, es un camino, que es el camino de Jesús, indicado por el Bautista, pero es también el nuestro, en el cual todos estamos llamados en el momento de la prueba.
Es preciso reflexionar sobre estos caminos paralelos a lo largo de los cuales el grande sufre muchas pruebas y llega a ser pequeño, pequeño, pequeño, pequeño hasta el desprecio. Juan, como Jesús, se abaja, conoce el camino del abajamiento. Juan con toda esa autoridad, pensando en su vida, comparándola con la de Jesús, dice a la gente quién es él, como será su vida: “Conviene que Él crezca, yo en cambio debo disminuir”. Es esta la vida de Juan: disminuir ante Cristo, para que Cristo crezca. Es la vida del siervo que deja sitio, abre camino, para que venga el Señor.
A lo largo del camino de Juan se asomó la oscuridad del error, la oscuridad de una vida consumida en el error. Y esto fue para él una cruz.
Por último, después de esta purificación, después de este continuo caer en el anonadamiento, dando lugar al abajamiento de Jesús, termina su vida. El rey, perplejo, es capaz de tomar una decisión, pero no porque su corazón se haya convertido; sino más bien porque el vino le da valor.
Cuando leo este pasaje, me conmuevo. Pienso en dos cosas: primero, pienso en nuestros mártires, en los mártires de nuestros días, esos hombres, mujeres y niños que son perseguidos, odiados, expulsados de sus casas, torturados, masacrados. Esto no es algo del pasado: hoy sucede esto. Nuestros mártires, que terminan su vida bajo la autoridad corrupta de gente que odia a Jesucristo. Por eso nos hará bien pensar en nuestros mártires." (Francisco, Papa, 6 de febrero de 2015)
5. ORACION
Dios nuestro, que quisiste que san Juan Bautista fuera el precursor de tu hijo, tanto en su nacimiento como en su muerte, concédenos que así como el dio su vida por dar testimonio de la verdad y de la justicia, así también nosotros entreguemos generosamente la nuestra al testimonio y servicio del Evangelio, por nuestro Sr. Jesucristo...
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Santos Joaquín y Ana
La sagrada familia: José, Ana y la niña María
1. Introducción
2. La historia
3.-Los textos
4.-La iconografía
4.1.- El icono de la concepción de la Virgen
5.- La fiesta
6.- reflexión teológica
7.-Oración
tú concediste a san Joaquín y a santa Ana
la gracia de traer a este mundo
a la Madre de tu Hijo;
concédenos, por la plegaria de estos santos,
la salvación que has prometido a tu pueblo.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Misa en memoria de San Joaquín y santa Ana
Padres de la Virgen María. 26 de julio
8.-Galería
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San José
2. La historia
3. Los textos
4. La iconografía
5. La fiesta
6. Reflexión teológica
7. La devoción popular
8. Oración
1.-Introducción
En el capítulo dedicado a Los Desposorios de la Virgen María, se ha tratado extensamente, como no podía ser de otra manera, la figura del esposo: quién era José y por qué llegó a ser esposo de la Theotokos y, con ello, padre putativo de Jesús.
En este capítulo no podremos evitar algunas repeticiones, dado que vamos a hablar del mismo sujeto, y que, si permanece en la historia y nos es pertinente, se debe exclusivamente a su relación con María y Jesús. Pero un personaje tan crucial en la Historia de la Salvación posee en sí un modelo elevado del ser cristiano. Apenas es mencionado en la Escritura, «donde tiene un lugar muy discreto que, en el espíritu del Evangelio, conviene admirablemente al más grande de los santos» (GERARD, Dictionnaire de la Bible, voz Joseph).
Esas virtudes y esa santidad es la que trataremos de descubrir aquí más ampliamente, buscando su mensaje válido hoy para nuestra vida cristiana.
2.-La historia
José proviene de la familia real de David, pero las referencias familiares que dan Lucas y Mateo no coinciden en el nombre de su padre: Jacob, según san Mateo, y Helí, según Lucas. No se conocen bien las razones de la discrepancia, si porque su padre tuviera estos dos nombre, o porque uno fuera del padre natural y el otro del legal.
De profesión era carpintero (“La gente de Nazaret dice de Jesús: "¿No es éste el hijo de los carpinteros?", en Mt 13,55), y a esta profesión dedicó su vida laboral, y con toda seguridad enseñaría el oficio a su hijo Jesús. No podemos dudar que ello le permitiría trabajar tranquila y honradamente, ganar dinero con ello y sufragar los gastos habituales de una familia modesta. Debido a su compromiso con la Virgen María, el pueblo cristiano pronto le conoció como “el Esposo” o el “Prometido”.l
Este fue el segundo matrimonio de José, del primero tuvo seis hijos: cuatro varones y dos mujeres y, quizá por ello, aparecen en el Evangelio citados “los hermanos de Jesús”
Entonces le avisaron: «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte» (Lc 8,20).
No se conocen las circunstancias de la muerte de José, pero muy probablemente murió antes del inicio de la vida pública de Jesús. Las palabras «Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio” (Jn 19,26s) permiten afirmar que había muerto antes de la crucifixión.
3.-Los textos
4.-La iconografía
A partir de la aprobación del culto de la Theotokos, en el Concilio de Éfeso (año 431), comenzó el desarrollo del ciclo iconográfico la Virgen y, como consecuencia lógica, , comenzó a tomar cuerpo la formación de la iconografía de José.
Hasta este momento, el prometido esposo de María no entra en el campo de visión de los intereses de los artistas. La figura masculina que acompaña a la Virgen María en la escena "La Adoración de los Reyes Magos" que encontramos en los mosaicos de la Basílica de Santa Maria Maggiore, en Roma, que antes se confundía con la imagen de José, está siendo revisada en el sentido de atribuirla a Balaam, que profetizó la venida de Cristo a Balac, rey de Moab:
"Oráculo del que escucha palabras de Dios y conoce los planes del Altísimo, que contempla visiones del Poderoso, que cae en éxtasis y se le abren los ojos: Lo veo, pero no es ahora, lo contemplo, pero no será pronto: Avanza una estrella de Jacob, y surge un cetro de Israel. Aplasta las sienes de Moab" (Núm 24, 16s)
Un año después de Nicea, el Papa Sixto III construye la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, como el primer templo romano dedicado específicamente a la Virgen María. Los mosaicos del arco triunfal de la basílica presentan un diseño iconográfico que resalta la naturaleza Divina del Niño Jesús y glorifica a María como Theotokos. María está presentada con lujosa túnica propia de la realeza y diadema en la cabeza.
En todas las escenas que ilustran la historia de la Santísima Virgen aparece José, aunque está a cierta distancia de María. Generalmente, José es representado como un varón no muy mayor, notable pelo negro y barba recortada, vestido como un ciudadano romano con túnica blanca y «clavis» y palio dorado.
Para la iconografía de José, el mosaico "El sueño de José" en el arco triunfal de Santa Maria Maggiore es sumamente importante. Representa la escena que cuenta Mateo
el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo»(Mt 2, 13).
La figura de José dormido tendido en el suelo y el ángel inclinado sobre él se convertirán en el esquema compositivo que se repetirá en el arte cristiano a lo largo de todos los siglos posteriores.
5.-La fiesta
6.-Reflexión teológica
7.-La devoción popular
Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos «custodios» de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro. Pero, para «custodiar», también tenemos que cuidar de nosotros mismos. Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida. Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura.
-Señor, ten piedad. (Se repite)
-Cristo, ten piedad.
-Señor, ten piedad.
-Cristo, óyenos.
-Cristo, escúchanos.
-Dios, Padre celestial Ten piedad de nosotros
-Dios Hijo, Redentor del mundo
-Dios Espíritu Santo
-Santa Trinidad, un solo Dios
-Santa Maria, Ruega por nosotros
-San José
-Ilustre descendiente de David
-Luz de los patriarcas
-Esposo de la Madre de Dios
-Custodio purísimo de la Virgen,
-Nutricio del Hijo de Dios
-Diligente defensor de Cristo
-Jefe de la Sagrada Familia
-José justo
-José casto
-José prudente
-José fuerte
-José obediente
-José fiel
-Espejo de paciencia
-Amante de la pobreza
-Modelo de obreros
-Gloria de la vida doméstica
-Custodio de vírgenes
-Sostén de las familias
-Consuelo de los desdichados
-Esperanza de los enfermos
-Patrono de los moribundos
-Terror de los demonios
-Protector de la santa Iglesia.
-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo Perdónanos, Señor.
-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo Escúchanos, Señor
-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo Ten piedad de nosotros.
V. Lo nombró administrador de su casa.
R. Y señor de todas sus posesiones.
8.-Oración
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Los santos
1. Quienes son los santos
2. Qué es la comunión de los santos
3. Sobre la santa Iglesia católica
4. La intercesión de los santos
5. La liturgia
6. Oración
1.-Quienes son los santos
Cuando hablamos de los santos estamos refiriéndonos, normalmente, a aquellos que, recorrido ya el curso de su vida, han sido acogidos por Dios en el cielo, en la gloria eterna para la que fueron creados.
A partir de esta elemental definición, son numerosas las maneras de describir a los santos, según el aspecto del misterio de Cristo que nos ayudan a comprender mejor. Así:
"Los santos son los verdaderos intérpretes de la Sagrada Escritura. El significado de una expresión resulta mucho más comprensible en aquellas personas que se han dejado ganar por ella y la han puesto en práctica en su vida".(Ratzinger, Jesus de Nazaret I, pag 40/167)
«La interpretación de la Sagrada Escritura quedaría incompleta si no se estuviera también a la escucha de quienes han vivido realmente la Palabra de Dios, es decir, los santos. [...] Cada santo es como un rayo de luz que sale de la Palabra de Dios». (Verbum Domini, 48)
«La vida de los Santos, de los mártires, muestra una singular belleza que fascina y atrae, porque una vida cristiana vivida en plenitud habla sin palabras» (Benedicto XVI, Al Consejo Pontificio para la Cultura, 13-11-2010)..
«Cuando la Iglesia venera a un Santo, anuncia la eficacia del Evangelio y descubre con alegría que la presencia de Cristo en el mundo, creída y adorada en la fe, es capaz de transfigurar la vida del hombre y producir frutos de salvación para toda la humanidad» (A la Congregación para las causas de los Santos, 19-dic-2009);
“Los santos, signo de la novedad radical que el Hijo de Dios, con su encarnación, muerte y resurrección, ha injertado en la naturaleza humana, e insignes testigos de la fe, no son representantes del pasado, sino que constituyen el presente y el futuro de la Iglesia y de la sociedad. Los santos han realizado en plenitud la “caritas in veritate” que es el valor supremo de la vida cristiana, y son como las caras de un prisma, en las que, con diversos matices, se refleja la única luz que es Cristo”. (A la Congregación para las causas de los Santos, 19-dic-2009);
“Los santos son para los cristianos modelos de oración, y a ellos les pedimos también que intercedan, ante la Santísima Trinidad, por nosotros y por el mundo entero; su intercesión es el más alto servicio que prestan al designio de Dios. En la comunión de los santos, a lo largo de la historia de la Iglesia, se han desarrollado diversos tipos de espiritualidad, que enseñan a vivir y a practicar la oración.” (Compendio CIC 564)
2.-Qué es la comunión de los santos
“Creo en el Espíritu Santo,
En la santa Iglesia católica,
en la comunión de los santos,
en el perdón de los pecados,
en la resurrección de la carne...”
Una doble significación nos muestra el CIC:
1,.- La expresión “comunión de los santos” indica, ante todo, la común participación de todos los miembros de la Iglesia en las cosas santas (sancta): la fe, los sacramentos, en particular en la Eucaristía, los carismas y otros dones espirituales (Compendio CIC, 194; cfr. CIC 946-953; 960);
2.- La expresión “comunión de los santos” designa también la comunión entre las personas santas (sancti), es decir, entre quienes por la gracia están unidos a Cristo muerto y resucitado. Unos viven aún peregrinos en este mundo; otros, ya difuntos, se purifican, ayudados también por nuestras plegarias; otros, finalmente, gozan ya de la gloria de Dios e interceden por nosotros. Todos juntos forman en Cristo una sola familia, la Iglesia, para alabanza y gloria de la Trinidad. (Compendio CIC 195)
En este segundo sentido, la revelación sobre la comunión de todos los santos se inicia con san Pablo:
"lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu... Sin embargo, aunque es cierto que los miembros son muchos, el cuerpo es uno solo... Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro". (1Co 12, 12-13. 20.27).
"En cambio, el que se une al Señor es un espíritu con él "(1Co 6,17)
"El que no se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él?" (Rom 8, 32)
Es un cuerpo formado no solo por las miríadas de justos que han muerto en el Señor:
“Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a las miríadas de ángeles, a la asamblea festiva de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos; a las almas de los justos que han llegado a la perfección, y al Mediador de la nueva alianza, Jesús”(Heb 12, 22s),
sino también por los que, vivos aún, están en gracia de Dios y por los difuntos que, muertos en gracia, purifican su estado en el purgatorio. A estos efectos, el CIC nos dice:
"Hasta que el Señor venga en su esplendor con todos sus ángeles y, destruida la muerte, tenga sometido todo, sus discípulos, unos peregrinan en la tierra; otros, ya difuntos, se purifican; mientras otros están glorificados, contemplando 'claramente a Dios mismo, uno y trino, tal cual es” (LG 49):
"Todos, sin embargo, aunque en grado y modo diversos, participamos en el mismo amor a Dios y al prójimo y cantamos en mismo himno de alabanza a nuestro Dios. En efecto, todos los de Cristo, que tienen su Espíritu, forman una misma Iglesia y están unidos entre sí en él."(LG 49)
Los modos de participar en la Comunión de los santos son distintos, según la situación y estado de cada uno:
“Así, pues, hasta que el Señor venga revestido de majestad y acompañado de sus ángeles (cf. Mt 25, 31) y, destruida la muerte, le sean sometidas todas las cosas (cf. 1 Co 15, 26-27), de sus discípulos, unos peregrinan en la tierra; otros, ya difuntos, se purifican; otros, finalmente, gozan de la gloria, contemplando «claramente a Dios mismo, Uno y Trino, tal como es» (LG, nº49).
Aun formando un solo cuerpo y una sola Iglesia, los santos que se encuentran en uno u otro de los estados contemplados en la Lumen Gentium se clasifican en
1- La iglesia peregrina en la tierra, formada por los viadores, los que aún no han conocido la muerte.
2- La iglesia purgante (en el purgatorio), son los difuntos que aún no han ido al cielo.
3- la iglesia triunfante, formada por los que ya gozan de la plena visión de Dios
“La unión de los viadores con los hermanos que se durmieron en la paz de Cristo, de ninguna manera se interrumpe, antes bien, según la constante fe de la Iglesia, se robustece con la comunicación de bienes espirituales" [LG, 49].
Esta comunión de los bienes espirituales, como oraciones, sacramentos, obras buenas, etc., permiten la activa intervención de unos a favor de otros, de manera que los fieles aún en vida, en la tierra, o purificándose en el purgatorio, pueden recibir ayudas del resto de los miembros del cuerpo de Cristo.
3.-Sobre la santa Iglesia católica
La mejor comprensión de qué cosa sea la Comunión de los santos y cómo es ella posible entre los bautizados se realiza a través del conocimiento de qué es la Iglesia de Jesucristo y su papel en el plan divino de la Historia de la Salvación. Nosotros lo hemos conocido a partir de la revelación hecha a través del apóstol san Pablo.
San Pablo nos presenta la acción eterna de la Trinidad a través de los himnos cristológicos de sus cartas. Es posible seguir la lógica que Dios ha querido revelarnos de su designio divino “reordenando” las explicaciones de san Pablo sobre el plan de Dios y, con ello, comprender mejor qué es la Iglesia, qué es el cuerpo místico de Cristo y cuál es nuestra participación en ellos.
Empieza san Pablo diciéndonos que Dios Padre
“nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor. Él nos ha destinado por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, a ser sus hijos, para alabanza de la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en el Amado”.(Ef 1, -6).
El Hijo unigénito del Padre
“primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles. Tronos y Dominaciones, Principados y Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud". (Col 1, 15-19)
Fruto privilegiado de esa creación es el universo que conocemos y, sobre todo, la humanidad. Sabemos que
“creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó” (Ge 1,27).
No obstante destinados a dar gloria a su creador, Adán y Eva se separaron del plan divino bajo el influjo de Satanás, y por su pecado entró la muerte en el mundo. Desde entonces
“la creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios; en efecto, la creación fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por aquel que la sometió, con la esperanza de que la creación misma sería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy toda la creación está gimiendo y sufre dolores de parto” (Rom 8, 19-22).
La promesa del Génesis contempla ya la decisión eterna de la encarnación del Hijo, pero la realidad del pecado original obliga a convertirla también en redentora del pecado de Adán. Para ello, el Hijo eterno
“siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres. Y así, reconocido como hombre por su presencia, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz."(Fil 1, 5-8)
Con ella, Cristo Jesús
“quiso reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz”. (Col 1, 15-20).
"Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre".(Fil 1, 5-11).
Y le exaltó
“resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, poder, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no solo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que llena todo en todos”
Contemplando esa muerte y la glorificación de Cristo por su Padre, San Pablo nos dice, al mismo tiempo que a los colosenses:
“Vosotros, en otro tiempo, estabais también alejados y erais enemigos por vuestros pensamientos y malas acciones; ahora en cambio, por la muerte que Cristo sufrió en su cuerpo de carne, habéis sido reconciliados para ser admitidos a su presencia santos, sin mancha y sin reproche” (Col 1, 21-23).
“Ser admitidos a su presencia santos, sin mancha y sin reproche” es posible hacerlo a través de la Santa Iglesia, donde todos los cristianos de todos los tiempos nos integramos formando el cuerpo místico de Cristo. Ahí estamos todos
“Pues, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. Pues el cuerpo no lo forma un solo miembro, sino muchos.”(1Co12 , 12-14)
"Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros entráis con ellos en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu" (Ef 2, 20ss)
En este tiempo intermedio, entre la glorificación de Jesucristo con su ascensión a la derecha del Padre y su anunciada segunda venida, cuando la salvación ya se ha cumplido, pero todavía no plenamente en los que estamos vivos, Cristo mismo
“es la prenda de nuestra herencia, mientras llega la redención del pueblo de su propiedad, para alabanza de su gloria” (Ef1, 14)
"Así, pues, hasta que el Señor venga revestido de majestad y acompañado de sus ángeles (cf. Mt 25, 31) y, destruida la muerte, le sean sometidas todas las cosas (cf. 1 Co 15, 26-27), de sus discípulos,
.-unos peregrinan en la tierra;
.-otros, ya difuntos, se purifican;
.-otros, finalmente, gozan de la gloria, contemplando «claramente a Dios mismo, Uno y Trino, tal como es»" (LG 49)
Así, pues, podríamos decir siguiendo una perífrasis paralela a la mención de la Lumen Gentium antes transcrita, hasta que el Señor venga su Iglesia estará formada por:
1- La iglesia militante, que peregrina en la tierra, formada por los viadores, los que aún no han conocido la muerte;
2- la iglesia purgante (en el purgatorio), formada por los difuntos que aún no han ido al cielo, y cuya memoria celebramos el 2 de noviembre; y
3- la iglesia triunfante (en el cielo), formada por los que ya gozan de la plena visión de Dios, ya glorificada en el cielo: estos son los santos que celebramos el 1 de noviembre.
Y el catecismo nos aclara que el cielo es
“Esta vida perfecta con la Santísima Trinidad, esta comunión de vida y de amor con Ella, con la Virgen María, los ángeles y todos los bienaventurados se llama "el cielo". El cielo es el fin último y la realización de las aspiraciones más profundas del hombre, el estado supremo y definitivo de dicha”.(CIC 1024)
“Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo”.(CIC 1030)
“La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados” (CIC 1031)
4.-La intercesión de los santos.
La antigua deuda de Adán es pagada por Cristo que es, así, el único mediador entre Dios y los hombres, tal como lo confiesa la Iglesia en la doxología final eucarística que el sacerdote pronuncia al concluir la santa misa:
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. –“
Pero intercesores, rogando a Dios que aplique con una determinada intención la gracia que su Hijo nos ha conseguido, pueden serlo todo los hijos de Dios, en favor unos de otros. Intercesores extraordinarios son la santísima Virgen María, la Iglesia e, incluso, los mismos ángeles.
Ejemplo paradigmático de este tipo de intercesión poderosa de la Virgen María ante su hijo lo contemplamos en el pasaje de las de las bodas de Caná:
«Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino». Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora». Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga».(Jn 2, 3s)
La Iglesia, cuerpo místico de Cristo, insiste constantemente en la Eucaristía mediante una plegaria universal.
“Padre misericordioso te pedimos humildemente por Jesucristo, tu
Hijo, nuestro Señor, que aceptes y bendigas estos dones, este
sacrificio santo y puro que te ofrecemos, ante todo por tu Iglesia santa
y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la
unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa N., con
nuestro Obispo N., y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad,
promueven la fe católica y apostólica.
Acuérdate Señor, de tus hijos [N. y N.]
Puede decir los nombres de aquellos por quienes tiene intención de orar u ofrecer la Santa Misa.
y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y
todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan,
te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza a
ti, eterno Dios, vivo y verdadero. (Plegaria Eucaristica I)
El Papa Benedicto XVI nos enseña que
"La antigua liturgia romana rezaba: Líbranos, Señor, de todos los males pasados, presentes y futuros. Por la intercesión... de todos los santos danos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación...". (Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, pág. 204)
Incluso tenemos testimonios de cómo los mismos ángeles interceden con sus peticiones por nosotros:
"Respondió el mensajero del Señor:
—Señor del universo, ¿hasta cuándo seguirás sin compadecerte de Jerusalén y de las ciudades de Judá contra las que te enojaste durante setenta años?
El Señor respondió al mensajero que me hablaba con buenas palabras, con palabras de consuelo." (Zac 1,12s).
Esta preocupación de unos por otros entre los miembros de la Iglesia, es decir, la intercesión ante Dios de los santos desde su posición particular en la Iglesia pidiendo por las necesidades de otros miembros, tiene una extensa base de apoyo en la revelación, bien en la escrita, bien en la tradición o en la enseñanza extraordinaria de la Iglesia.
Es una verdad revelada por los apóstoles:
“Ruego, pues, lo primero de todo, que se hagan súplicas, oraciones, peticiones, acciones de gracias, por toda la humanidad, por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos llevar una vida tranquila y sosegada, con toda piedad y respeto. Esto es bueno y agradable a los ojos de Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Pues Dios es uno, y único también el mediador entre Dios y los hombres: el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos; este es un testimonio dado a su debido tiempo y para el que fui constituido heraldo y apóstol —digo la verdad, no miento—, maestro de las naciones en la fe y en la verdad.," (1 Tim 2,1-6)
“ Hermanos, orad también por nosotros” (1Tes 5, 25)
"Por tanto, confesaos mutuamente los pecados y rezad unos por otros para que os curéis: mucho puede la oración insistente del justo”.(Sant 5, 16)
Es una enseñanza reafirmada con las siguientes palabras por la Lumen Gentium, que nos muestra que los Santos son válidos intercesores ante Dios, indicando que los que ya están definitivamente unidos a Cristo trabajan para que el resto de la Iglesia alcance la meta prometida.
«Porque ellos, habiendo llegado a la patria y estando «en presencia del Señor» (cf. 2 Co 5, 8), no cesan de interceder por El, con El y en El a favor nuestro ante el Padre [147], ofreciéndole los méritos que en la tierra consiguieron por el «Mediador único entre Dios y los hombres, Cristo Jesús» (cf. 1Tm 2, 5), como fruto de haber servido al Señor en todas las cosas y de haber completado en su carne lo que falta a los padecimientos de Cristo en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia (cf. Col 1,24) [151]. Su fraterna solicitud contribuye, pues, mucho a remediar nuestra debilidad.» (LG 49).
Una idea expresada posteriormente por el CIC:
"Por el hecho de que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad... no dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del único Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra... Su solicitud fraterna ayuda pues, mucho a nuestra debilidad." (CIC 956)
¿Cómo podemos ayudar en la purificación de las almas del purgatorio?
“En virtud de la comunión de los santos, los fieles que peregrinan aún en la tierra pueden ayudar a las almas del purgatorio ofreciendo por ellas oraciones de sufragio, en particular el sacrificio de la Eucaristía, pero también limosnas, indulgencias y obras de penitencia“(Compendio CIC 211)
5.-La liturgia
Lex orandi, lex credendi.: Lo que se reza es lo que se cree. O, dicho más literalmente, la ley de la oración es la ley de lo que se cree.
La Biblia está llena de estas expresiones de fe en la poderosa intercesión de la oración que configurarán las expresiones de la liturgia correspondiente:
«Acuérdate de Abrahán, Isaac y Jacob, siervos tuyos» (Ex 32,13).
«No nos retires tu amor, por Abrahán, tu amigo, por Isaac, tu siervo, por Israel, tu consagrado» (Dn 3,34-35).
«Por amor a David, tu siervo, no des la espalda a tu ungido» (Sal 132 [131],10).
Los saduceos negaban la resurrección de los muertos y el mismo Jesús, en su discusión con ellos, cita la Escritura, que pone a los patriarcas por intercesores ante Dios, diciendo:
« Que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos». Intervinieron unos escribas: «Bien dicho, Maestro». (Lc20,37ss).
Tras la resurrección de Cristo, es Él el único sacerdote que puede celebrar un sacrificio –su sacrificio- apto para subir hasta el Santísimo.
“En la liturgia actúa el “Cristo total” (Christus totus), Cabeza y Cuerpo. En cuanto sumo Sacerdote, Él celebra la liturgia con su Cuerpo, que es la Iglesia del cielo y de la tierra” (Compendio CIC 233).
Las fiestas en honor de los Santos no forman un ciclo litúrgico independiente, ya que en ellos se prolonga y actualiza la Pascua de Cristo en el tiempo. El catecismo recuerda la indisoluble unidad entre las fiestas de los Santos y el misterio pascual de Cristo:
« Cuando la Iglesia, en el ciclo anual, hace memoria de los mártires y los demás santos "proclama el misterio pascual cumplido en ellos, que padecieron con Cristo y han sido glorificados con Él; propone a los fieles sus ejemplos, que atraen a todos por medio de Cristo al Padre, y por sus méritos implora los beneficios divinos" (SC 104; Cf. SC 108 y 111).”» (CIC 1173).
Y el Papa San Juan Pablo II, nos dice, en el Angelus del 1º de noviembre de 1997:
“Amadísimos hermanos y hermanas:
1. Los primeros dos días del mes de noviembre constituyen para el pueblo cristiano un momento intenso de fe y oración, que pone de relieve de modo singular la orientación "escatológica" recordada con fuerza por el concilio Vaticano II (cf. Lumen gentium, cap. VII). En efecto, al celebrar a todos los santos y al conmemorar a todos los fieles difuntos, la Iglesia peregrina en la tierra vive y expresa en la liturgia el vínculo espiritual que la une a la Iglesia celestial.
Hoy rendimos honor a los santos de todos los tiempos, mientras ya dirigimos oraciones en sufragio de nuestros queridos difuntos, visitando los cementerios. ¡Cómo nos consuela pensar que nuestros seres queridos, ya fallecidos, están en compañía de María, de los Apóstoles, de los mártires, de los confesores de la fe, de las vírgenes y de todos los santos y santas del paraíso!
2. La solemnidad de hoy nos ayuda así a profundizar una verdad fundamental de la fe cristiana, que profesamos en el "Credo": la "comunión de los santos". A este propósito, el concilio Vaticano II afirma: "Todos los de Cristo, que tienen su Espíritu, forman una misma Iglesia y están unidos entre sí en él (cf. Ef 4, 16). Por tanto, la unión de los miembros de la Iglesia peregrina con los hermanos que durmieron en la paz de Cristo de ninguna manera se interrumpe. Más aún, según la constante fe de la Iglesia, se refuerza con la comunicación de los bienes espirituales (...). Su preocupación de hermanos ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad" (Lumen gentium, 49).
Esta admirable comunión se realiza del modo más alto e intenso en la divina liturgia y, sobre todo, en la celebración del sacrificio eucarístico: en él "nos unimos de la manera más perfecta al culto de la Iglesia del cielo: reunidos en comunión, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, madre de Jesucristo nuestro Dios y Señor; la de su esposo san José; la de todos los santos Apóstoles y mártires y la de todos los santos" (ib., 50).
3. En la gloriosa asamblea de los santos, Dios quiso reservar el primer lugar a la Madre del Verbo encarnado. A lo largo de los siglos y en la eternidad María sigue estando en la cumbre de la comunión de los santos, como protectora singular del vínculo de la Iglesia universal con Cristo, su Señor. Para quien quiere seguir a Jesús por el camino del Evangelio, la Virgen es la guía segura y experta, la Madre solícita y atenta a la que puede confiar todos sus deseos y dificultades.
Pidamos juntos a la Reina de todos los santos que nos ayude a responder con generosa fidelidad a Dios, que nos llama a ser santos como él es santo (cf. Lv 19, 2; Mt 5, 48).
El CIC recoge el decir de San Policarpo:
“Nosotros adoramos a Cristo porque es el Hijo de Dios: en cuanto a los mártires, los amamos como discípulos e imitadores del Señor, y es justo, a causa de su devoción incomparable hacia su rey y maestro; que podamos nosotros, también nosotros, ser sus compañeros y sus condiscípulos "(San Policarpo, mart.) (CIC 957).
La Iglesia Católica, en sus celebraciones eucarísticas de las festividades de Todos los santos (1º de noviembre) y de Los fieles difuntos (2 de noviembre), reza así:
1 de noviembre | 2 de noviembre |
En verdad es justo y necesario, Porque hoy nos concedes celebrar Hacia ella, aunque peregrinos en país extraño, Por eso, Santo, Santo, Santo... |
En verdad es justo y necesario, En él brilla la esperanza Porque la vida de los que en ti creemos, Señor, Por eso, Santo, Santo, Santo... |
6.-Oración
Patriarcas que fuiste la semilla
del árbol de la fe en siglos remotos:
al vencedor divino de la muerte,
rogadle por nosotros.
Profetas que rasgasteis inspirados
del porvenir el velo misterioso:
al que sacó la luz de las tinieblas,
rogadle por nosotros.
Almas cándidas, Santos Inocentes
que aumentáis de los ángeles el coro:
al que llamo a los niños a su lado,
rogadle por nosotros.
Apóstoles que echasteis por el mundo
de la Iglesia el cimiento poderoso:
al que es de verdad depositario,
rogadle por nosotros.
Mártires que ganasteis vuestra palma
en la arena del circo, en sangre rojo:
al que os dio fortaleza en los combates,
rogadle por nosotros.
Vírgenes semejantes a azucenas,
que el venado vistió de nieve y oro:
al que es fuente de la vida hermosura,
rogadle por nosotros.
Monjes que de la vida en el combate
pedisteis paz al claustro silencioso:
al que es iris de calma en las tormentas,
rogadle por nosotros.
Doctores cuyas plumas nos legaron
de virtud y saber rico tesoro:
al que es raudal de ciencia inextinguible,
rogadle por nosotros.
Soldados del ejercito de Cristo
santas y santos todos:
rogadle que perdone nuestras culpas
a Aquel que vive y reina entre vosotros.
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Santa María Magdalena
1.-Introducción
En las orillas del lago Genesaret (Galilea), entre las ciudades de Cafarnaum y Tiberias, estaba situada la pequeña ciudad de Magdala, cuyos restos han sobrevivido hasta nuestros días.
En Magdala nació y creció una mujer que al encontrarse con Jesús de Nazaret entró para siempre en la memoria universal. El Evangelio no nos dice nada acerca de los años juveniles de María, pero la tradición nos informa que María de Magdala era joven y bonita, y llevó una vida pecaminosa.
María Magdalena, a veces llamada simplemente Magdalena o La Magdalena, fue una mujer judía que, según los cuatro evangelios canónicos , viajó con Jesús como uno de sus seguidores y fue testigo de su crucifixión , entierro y resurrección . Ella es mencionada por su nombre doce veces en los evangelios canónicos, más que la mayoría de los apóstoles.
En los cuatro evangelios canónicos, ella es testigo de la crucifixión de Jesús y, en los evangelios sinópticos, también está presente en su entierro. Los cuatro evangelios identifican ella, ya sea solo o como miembro de un grupo más grande de las mujeres, ya como el primer testigo de la tumba vacía , y la primera para dar testimonio de la resurrección de Jesús. Por estas razones, es conocida en muchas tradiciones cristianas como el "apóstol de los apóstoles".
En los Evangelios dice que el Señor expulsó a siete demonios de María. El Evangelio relata que María siguió al Señor, cuando fue con los apóstoles por las ciudades y aldeas de Judea y Galilea predicando sobre el Reino de Dios. Junto a las mujeres piadosas le sirvió de sus propias posesiones, lo que indica que probablemente ella era relativamente rica. (acompañado por los Doce, y por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que les servían con sus bienes, Lc 8, 2s)
Los evangelistas la citan entre las mujeres seguidoras del Señor que están con él al pie de la Cruz, mencionándola en primer lugar. Su preeminencia entre las mujeres seguidoras de Jesús se destaca en Juan que, aparte de a la Madre de Dios, nombra sólo a ella y a María de Cleofás.
La Sagrada Escritura no nos habla de la vida de María Magdalena después de la resurrección de Cristo, pero es imposible dudar de que si en los terribles minutos de la Crucifixión de Cristo estuvo al pie de su cruz con su madre Juan, se quedara con ellos durante todo el tiempo posterior a la resurrección y la ascensión de Cristo. Así, en el Libro de los Hechos de los Apóstoles, san Lucas escribe: que todos los Apóstoles con una sola mente permanecieron en oración y súplica, con ciertas mujeres y María la Madre de Jesús y sus hermanos.
La Santa Tradición testifica que cuando los Apóstoles se fueron de Jerusalén para predicar a todos los confines de la tierra, junto con ellos también fue María Magdalena a predicar.
2.-Texto evangélicos
El Evangelio da cuenta de la singular importancia de María Magdalena en la historia de salvación desarrollada en tiempos de Jesús de Nazaret. Así:
Aparece Magdalena dentro de las relaciones sobre las mujeres que acompañaban y atendían a Jesús desde los primeros momentos de su vida pública
Ella es mencionada por su nombre trece veces en los evangelios canónicos, más que la mayoría de los apóstoles.
Pero donde su presencia resulta incuestionable es a partir de los hechos acaecidos a partir del prendimiento, muerte y resurrección de Jesús. En el relato de la pasión, María Magdalena es una de las testigos que se encontraba en el Gólgota. Junto a las restantes mujeres, María Magdalena es garante ante los discípulos de la muerte de Jesús, de su enterramiento y del lugar donde fue enterrado.
En los cuatro evangelios canónicos, es citada como testigo de la crucifixión de Jesús y, en los evangelios sinópticos también está presente en su entierro. Los cuatro evangelios la identifican, ya sea sola o como miembro de un grupo más grande de las mujeres, como el primer testigo de la tumba vacía, y la primera en dar testimonio de la resurrección de Jesús. Por estas razones, es conocida en muchas tradiciones cristianas como la "apóstol de los apóstoles".
Adquiere una importancia singular su papel como primer testigo expresamente citado en el relato evangélico de la resurrección del Señor. Para san Juan, María Magdalena es la única mujer a quien Jesús se aparece. En la escena del huerto no hay ninguna otra mujer, ni siquiera la madre de Jesús.
1. Mt 27,56 «Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo; entre ellas, María la Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los hijos de Zebedeo» (Mt 27, 55-56).
2. Mt 27, 61 María la Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro.
3. Mt28 1 «Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres: «Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado»( Mt 28, 1-5)
4. Mc 15, 40: Había también unas mujeres que miraban desde lejos; entre ellas María la Magdalena, María la madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé
5. Mc 15, 47: «Informado por el centurión, concedió el cadáver a José. 46 Este compró una sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro, excavado en una roca, y rodó una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María, la madre de Jesús, observaban dónde lo ponían» (Mc 15, 45-47).
6. Mc16 1«Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras: «¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?». Al mirar, vieron que la piedra estaba corrida y eso que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y quedaron aterradas.» (Mc16, 1-5)
7. Mc16, 9 Resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios
8. Mc 16 61 María la Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro.
9. Lc8, 1s «Después de esto iba él caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce, y por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que les servían con sus bienes».(Lc 8,2)
10. Lc24,10 «El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas quedaron despavoridas y con las caras mirando al suelo y ellos les dijeron: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado. Recordad cómo os habló estando todavía en Galilea, cuando dijo que el Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de hombres pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar». Y recordaron sus palabras. Habiendo vuelto del sepulcro, anunciaron todo esto a los Once y a todos los demás. Eran María la Magdalena, Juana y María, la de Santiago. También las demás, que estaban con ellas, contaban esto mismo a los apóstoles.» (Lc 24, 1-10)
11. .Jn19, «Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena». (Jn 19, 25)
12. Jn20 1«El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto» (Jn 20, 1-2)
13. Jn20, 18 María Magdalena, que acompaña a Jesús en la cruz, es la primera en llegar a la tumba en la mañana del domingo y desde allí informará a Pedro y “al discípulo al que Jesús ama”:
«Estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?». Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré». Jesús le dice: «¡María!». Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!». Jesús le dice: «No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”». María la Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto». (Jn 20, 11-18).
3.-Qué sabemos de María Magdalena
No obstante la abundancia relativa de citas de María Magdalena en los Evangelios, el conjunto de su vida, desde su origen hasta su muerte y sepultura, no está bien documentado.
Los problemas en torno a la Magdalena gira alrededor de los aspectos relativos a su procedencia de origen, a su tipo de vida, a su relación con Jesús, a la posible identificación con las otras “Marías” del Evangelio –María de Betania y María la hermana de Lázaro-, su vida y predicación tras la resurrección de Jesús, el lugar de su muerte y, finalmente, la peripecia de sus restos con el sitio definitivo de sus reliquias.
Y si hay aspectos problemáticos siempre que la leyenda sustituye a las fuentes escritas, en el caso de María Magdalena la complejidad se duplica porque existen tradiciones muy diferentes en Oriente y Occidente, y, fruto de ellas, la diferente veneración que se tributa a la santa en ambas Iglesias.
3.1.-la tradición de la Iglesia Católica
En la tradición católica, María Magdalena, llamada directamente por su nombre solo en los testimonios del Nuevo Testamento mencionados anteriormente, fue identificada con varios personajes más del Evangelio:
1. Con María, mencionada en el Evangelio de Juan como la hermana de Marta y Lázaro, quien recibió a Jesús en su hogar en Betania (Juan 12: 1-8 )
2. Con la mujer sin nombre que ungió la cabeza de Jesús en Betania en la casa de Simón el leproso (Mat. 26: 6-7 , Marcos 14: 3-9 )
3. Con la pecadora sin nombre (ramera), que lavó los pies de Cristo en paz en la casa del fariseo Simón (Lucas 7: 37-38).
Por lo tanto, Magdalena, identificándose con estos personajes adquiere las características de una ramera arrepentida.
El evangelio contiene tres referencias que ayudan a la identificación de la Magdalena con la ramera que Cristo había salvado de la lapidación, y que, plausiblemente, como reconocimiento, se presentó en casa del fariseo Simón (Lc 7, 38) cuando Jesús estaba cenando y derramó sobre sus pies aceites aromáticos, los lavó y procedió a secarlos con sus propios cabellos. O, bien según otra exégesis, con la mujer que le unge la cabeza con perfumes en casa de Simón, el leproso.
Esta identificación de María Magdalena con la pecadora es una visión difícilmente sostenible a pesar de las pocas referencias bíblicas existentes: si Magdalena tuviera una reputación empañada por un pecado tan bíblicamente escandaloso, los judíos no lo hubieran silenciado en su oposición a Cristo. Pero los fariseos nunca lo acusaron del hecho de que entre sus seguidores hubiera una antigua ramera.
En el siglo XX, la Iglesia Católica revisó repetidas veces durante el s. XX su visión sobre la Magdalena, buscando corregir antiguos posibles errores de interpretación bíblica, tal como se da cuenta en el punto 5.-La fiesta de esta misma página
Pero la cultura subyacente tras una tradición de 15 siglos no se modifica en un par de generaciones y, por eso, la percepción popular mantiene sin grandes cambios la visión de la Magdalena como la pecadora arrepentida.
Su predicación y lugar de sus reliquias
En la tradición de los Padres latinos se predica que María Magdalena fue una seguidora cualificada de Cristo durante su vida terrena y predicadora del Evangelio tras su ascensión.
María Magdalena continuó predicando el evangelio de Cristo en Italia y en la ciudad de Roma, donde se encontraba en la primera visita a Roma del apóstol Pablo y después de su partida dos años después.
Abona esta historiografía, además de la tradición, el saludo de Pablo en su Carta a los Romanos escrita desde CorintoSaludad a María, que con tanto afán ha trabajado en vuestro favor”(Rom.16: 6).
Dentro de dicha tradición aparecen Lázaro y su hermana Marta que, juntos con otros antiguos discípulos de Jesús, acompañaron a Magdalena en la predicación y se desplazaron a la actual Francia huyendo de las persecuciones judía y romana, concretamente a la ciudad de Marsella, donde murió y reposaron inicialmente sus restos.
Posteriormente, las reliquias de María Magdalena, con la excepción de su cabeza, fueron trasladadas a Roma, donde descansan desde entonces, cerca de Letrán, en la iglesia de San Juan de Letrán, debajo del altar.
3.2.- La tradición ortodoxa
La Iglesia ortodoxa oriental nunca ha identificado a María Magdalena con María de Betania o con la "mujer pecadora" que unge a Jesús en Lucas 7: 36ss, y siempre ha enseñado que María fue una mujer virtuosa toda su vida, incluso antes de su conversión
Oriente, tiende a ver en María Magdalena a una de las mujeres sanadas por Cristo, que fue curada de siete demonios según aparece en varios pasajes del N. T.:Resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios (Mc 16, 9), y que tras la curación lo abandonó todo y siguió al judío que la había curado, tanto por gratitud, inicialmente, como por la gracia que alcanzaba a los apóstoles que seguían a Jesús.
Es venerada, a partir de los textos del Evangelio del domingo de Pascua, exclusivamente como una “mirófora” (es decir, una de las mujeres que se acercaron al sepulcro el domingo por la mañana portando mirra y aceites esenciales para el embalsamamiento) y, dentro del relato de Marcos, la primera en conocer el anuncio de la resurrección, y de llevarlo a los apóstoles, por lo que se convirtió en “apóstol de los apóstoles”, según la expresión latina, o “Igual a los apóstoles”, en la expresión común de la ortodoxia
La tradición de la Iglesia ortodoxa explica que, después de las manifestaciones de Cristo resucitado, Magdalena se quedó con la madre de Jesús y con los apóstoles y predicó la fe cristiana por primera vez en Jerusalén. Después de pasar un tiempo en Jerusalén, tras la crucifixión y resurrección, María Magdalena fue a Efeso con la Virgen María, a casa de Juan, y lo ayudó en sus escritos del Evangelio.
Se cree que María Magdalena predicó el evangelio en Roma, como lo da a entender Pablo en su epístola a los romanos : " Saludad a María, que con tanto afán ha trabajado en vuestro favor " ( Romanos 16: 6 ). Probablemente, en relación con este viaje posterior, surgió la tradición del huevo de Pascua relacionada con su nombre .
Finalmente volvió a Efeso, permaneciendo allí hasta su muerte natural, y en Efeso fue sepultada. Las reliquias de María Magdalena fueron transferidas solemnemente de Efeso a Constantinopla en el siglo IX, bajo el emperador León VI, y colocadas en la iglesia del monasterio de San Lázaro.
La convulsa historia de oriente medio puede explicar que las reliquias de Santa María Magdalena no permanecieran definitivamente en Constantinopla. Puede colegirse fácilmente que por temor a los ataques de los turcos podrían haber sido llevados al oeste, a Roma, desde Constantinopla, cuando los italianos los capturaron a principios del siglo XIII con los cruzados de la cuarta campaña. Habrían corrido la misma suerte que las reliquias de los santos de muchas regiones del sudeste, que fueron evacuadas de las antiguas ciudades cristianas y trasladadas y repartidas por diferentes ciudades de países occidentales Europa
3.3.-Magdalena y el huevo de Pascua
La aparición de la tradición de los huevos de Pascua está asociada con María Magdalena.
Hay una leyenda de origen tardío, que sitúa a María Magdalena en Roma predicando ante el emperador romano Tiberio.
Habiendo pedido ser presentada al emperador, le lleva, siguiendo la costumbre, un obsequio de regalo que, por su condición humilde, se limita a un huevo de gallina. Una vez en presencia de Tiberio, le predica a Cristo con las palabras ¡Cristo ha resucitado!.
El emperador mostró dudas de que alguien pudiera resucitar, y expresa la imposibilidad de ello al igual que un huevo blanco no puede ponerse rojo. En este momento sucedió un milagro: el huevo blanco comenzó a ponerse rojo.
El hecho estaba lleno de simbolismos y los cristianos comenzaron a pintar huevos para las fiestas de la Pascua. Del huevo nace una nueva vida. El caparazón representa un ataúd, y el color rojo indica al mismo tiempo la sangre derramada de Jesucristo y la dignidad real del Salvador (en la antigüedad, el color rojo púrpura era vestidura regia).
El huevo de Pascua sirve de símbolo de la resurrección de Cristo y de nuestra propia resurrección, pues estamos unidos a Él por el bautismo.
4.-El icono
El arte conoce varias variantes de la imagen dela santa
- Con un recipiente de incienso: La imagen tradicional de la santa con cualquier atributo, en este caso, con una botella de incienso (alabastro), el signo de María Magdalena, como una de las mujeres portadoras de mirra.
- Lavando los pies de Jesús: Iconografía de Europa occidental: la ramera María Magdalena lava los pies de Jesús en paz, limpiándolos con su hermoso cabello. Por lo tanto, ella usualmente tiene un cabello largo y hermoso.
- Testigo del crucificado: En la ortodoxia, se representa a María Magdalena entre las santas mujeres próximas a María durante la crucifixión (aunque a veces solo hay 2 testigos: la Virgen y Juan el evangelista).
- Participante de los sucesos al pie de la cruz
.-El descendimiento de la cruz,
.-La lamentación por Cristo muerto, al pie de la cruz, recién descendido, y
.-Presente en la contemplación del cadáver sobre el ataúd (o sobre la losa del sepulcro), situación puramente contemplativa y previa a la preparación del cuerpo con los sudarios y aceites. Este icono es también conocido como de la posición en un ataúd y puede presentar elementos de la escena anterior de la Lamentación de Cristo.
Recoge la escena de la aparición de Cristo resucitado a María Magdalena, bajo la figura de un jardinero. Cuando ella trata de tocarlo Jesús se lo impide con las palabras “noli me tangere”,
En el icono, se ve a María Magdalena, cerca de la tumba de Jesús, en la mañana del tercer día. Ella traía las especias para el embalsamamiento del cuerpo y al llegar cerca del jardín de Arimatea ha divisado la tumba abierta y vacía. Ella piensa que el cuerpo de Jesús ha sido robado.
No es difícil imaginar a la Magdalena descansando y rompiendo a llorar, mirando una y otra vez la tumba vacía, hasta que, de repente, le parece ver a través de las lágrimas dos ángeles sentados en la cabecera y el pie de la piedra donde fue dejado el cadáver.
Un ángel le pregunta: "¿por qué lloras?"
La respuesta: "Porque se han llevado a mi Señor, y no sabemos dónde lo han puesto"
La mirada de los dos ángeles se dirige al jardín llena de alegría. María sigue la mirada y ve a un hombre muy agradable que no reconoce de inmediato y del que escucha: "Mujer ¿por qué lloras? A quién buscas?"
María expresa su desesperación "Se han llevado a mi Señor Jesús! Vine para embalsamarlo pendiente de su promesa de resucitar ... "Entonces, Jesús le dice; "María" y se revela en su esplendor triunfal. María dio un grito "Rabboni" (= mi querido maestro), y reconociéndole se lanza a sus pies para besarlos.
El centro del icono es el jarrón de especias e incienso que María llevó para ungir el cuerpo de Jesús . Ella quiere besar y ungir sus pies, pero Cristo le ordena que no le toque. Con las manos abiertas expresa que ha acogido el don de su Padre, que ha sido Él quien le ha resucitado.
Las aureolas de santidad de ambos se tocan, se entremezclan las radiaciones de la santidad de Dios que brilla en ambos. Estamos en primavera y flores exuberantes rodean la tumba y toda la creación es afectada por esta jubilosa resurrección. La luz triunfa sobre la oscuridad, la vida sobre la muerte.
Alain, en agosto el 2016.
5.-La fiesta
La imagen de María Magdalena como pecadora arrepentida, fue popular en Occidente desde la Edad Media y, especialmente, desde el período de la Contrarreforma, porque la Iglesia fomentó la frecuencia de los sacramentos, en especial los de la eucaristía y de la penitencia. La historia de María Magdalena se convirtió en una de las encarnaciones más populares de esta idea.
Aunque la Iglesia Católica no se ha pronunciado oficialmente sobre realidad de la vida pecadora de María Magdalena, sin embargo ha aceptado la identificación de Santa María Magdalena con la pecadora arrepentida, tanto en la misa y como en el Oficio Divino.
La misa del 22 de julio era dedicada a “Santa María Magdalena, penitente”, y la lectura del Evangelio era el relato que hace San Lucas de la pecadora que lavó los pies de Nuestro Señor con sus lágrimas, los secó con sus cabellos, y finalmente los ungió con precioso ungüento.
El Papa Pablo VI reivindicó el buen nombre y trascendencia histórica y bíblica de María Magdalena en la reforma Litúrgica de 1969, señalando que María Magdalena no es la pecadora que afirmaba el papa Gregorio el Magno. Concretamente, en los textos litúrgicos, ya no se hace ninguna referencia -como sí ocurría antes del Concilio- a los pecados de María Magdalena o a su condición de "penitente", ni a las demás características que le provendrían de ser también María de Betania, hermana de Lázaro y de Marta.
También este aspecto de la tradición occidental que identificaba a María Magdalena con la hermana de Lázaro y con María de Betania ha sido revisada recientemente por la Iglesia Católica que ha dado su versión oficial sobre a distinción entre las tres mujeres, señaladas en los evangelios. Actualmente se considera que la identificación entre Magdalena, la pecadora y María es más bien una confusión sin ningún fundamento.
En junio de 2016, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos elevó la conmemoración litúrgica de María de un memorial obligatorio a un día festivo , como el de la mayoría de los Apóstoles (como excepción, se conmemora a Pedro y Pablo con solemnidad). Se añadió un prefacio específico a la misa para referirse a ella explícitamente como el "Apóstol de los apóstoles".
«La Iglesia, tanto en Occidente como en Oriente, ha tenido siempre en gran consideración a Santa María Magdalena, la primera testigo y evangelista de la resurrección del Señor, y la ha celebrado de diversos modos. En la actualidad, cuando la Iglesia es llamada a reflexionar más profundamente sobre la dignidad de la mujer, la nueva Evangelización y la grandeza del misterio de la misericordia divina, ha parecido bien que el ejemplo de Santa María Magdalena fuera propuesto también a los fieles de un modo más adecuado. En efecto, esta mujer, conocida como aquella que ha amado a Cristo y que fue muy amada por Cristo; llamada por San Gregorio Magno “testigo de la divina misericordia” y por Santo Tomás de Aquino “la apóstol de los apóstoles”, puede ser hoy propuesta a los fieles como paradigma del servicio de las mujeres en la Iglesia».
«Por eso, el Sumo Pontífice Francisco ha establecido que la celebración de Santa María Magdalena, de ahora en adelante, sea inscrita en el Calendario Romano General con el grado de fiesta en vez de memoria, como hasta ahora».
«El nuevo grado celebrativo no conlleva ninguna variación sobre el día, en el que se realiza dicha celebración, y sobre los textos del Misal y de la Liturgia de las Horas, es decir:
a) permanece el mismo día dedicado a la celebración de Santa María Magdalena, tal como aparece en el Calendario Romano, es decir, el 22 de julio;
b) los textos a usar en la Misa y en el Oficio Divino son los mismos que aparecen en el Misal y en la Liturgia de las Horas del día indicado, con la incorporación en el Misal del prefacio propio, anexo a este decreto».
(Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, día 3 de junio de 2016, solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús).
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
aclamarte siempre,
Padre todopoderoso,
de quien la misericordia
no es menor que el poder,
por Cristo, Señor nuestro.
El cual se apareció visiblemente en el huerto
a María Magdalena,
pues ella lo había amado en vida,
lo había visto morir en la cruz,
lo buscaba yacente en el sepulcro,
y fue la primera en adorarlo
resucitado de entre los muertos;
y él la honró ante los apóstoles
con el oficio del apostolado
para que la buena noticia de la vida nueva
llegase hasta los confines del mundo.
Por eso, Señor,
nosotros, llenos de alegría,
te aclamamos con los ángeles y con todos los santos, diciendo:
Santo, Santo, Santo...
(Prefacio propio de la festividad de santa María Magdalena)
la veneración de María Magdalena
En las iglesias ortodoxa y católica, la veneración de María Magdalena es diferente.
Su principal atributo se convierte en un recipiente con incienso.
La memoria de Santa Igual a los Apóstoles María Magdalena, excepto el 4 de agosto (22 de julio, estilo antiguo) [1] también se realiza en la tercera semana de Pascua , llamada semana de las mujeres portadoras de mirra .
6.-“apostola apostolorum"
María Magdalena, la apóstol de los apóstoles
En su carta apostólica Mulieris Dignitatem ("Sobre la dignidad y la vocación de las mujeres", partes 67–69) del 15 de agosto de 1988, el Papa Juan Pablo II se ocupó de los eventos de Pascua en relación con las mujeres que estaban presentes en la tumba después de la Resurrección, en una sección titulada "Primeros Testigos de la Resurrección":
Las mujeres son las primeras en la tumba . Son los primeros en encontrarlo vacío. Ellos son los primeros en escuchar 'Él no está aquí. Ha resucitado , como dijo. [Mt 28: 6] Ellos son los primeros en abrazar sus pies. [cf. Mt 28: 9]. Las mujeres también son las primeras en ser llamadas a anunciar esta verdad a los apóstoles. [Mt 28: 1–10] [Lc 24: –11] El Evangelio de Juan (cf. también Mk 16: 9 enfatiza el papel especial de María Magdalena . Ella es la primera en encontrarse con Cristo resucitado. [...] De ahí que la llamaran "la apóstol de los apóstoles".
María Magdalena fue la primera testigo ocular de Cristo resucitado, y por esta razón también fueEl primero en atestiguarlo ante los apóstoles. Este evento, en cierto sentido, corona todo lo que se ha dicho anteriormente acerca de que Cristo confió las verdades divinas tanto a las mujeres como a los hombres.
El arzobispo Arthur Roche, Secretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, explica el significado del decreto por el que a partir de ahora María Magdalena será “festejada” litúrgicamente como el resto de los apóstoles:
7.-Oración
con la luz pascual de Cristo,
la Iglesia madrugadora
te pregunta: "¿A quién has visto?"
"¿Por qué lloras en el huerto?
¿A quién buscas?" "A mi amado.
Buscando al que estaba muerto,
lo encontré resucitado.
Me quedé sola buscando,
alas me daba el amor,
y, cuando estaba llorando,
vino a mi encuentro el Señor.
Ví a Jesús resucitado,
creí que era el jardinero;
por mi nombre me ha llamado,
lo reconocí primero.
El me libró del demonio,
yo le seguí hasta la cruz,
y dí el primer testimonio
de la Pascua de Jesús".
Haznos, santa Magdalena,
audaces en el amor,
irradiar la luz serena
de la Pascua del Señor.
Gloria al Padre omnipotente,
gloria al Hijo redentor,
gloria al Espíritu Santo:
tres personas, sólo un Dios.
Amén.
(Bernardo Velado Graña)