23    JESÚS CURA A LOS ENFERMOS
            ( Estampa de los Cien Florines )

Rembrandt
Aguafuerte, punta seca y buril, de 27.8 x 38.,8 cm.
Compuesto entre 1644 y 1649.
Barroco holandés.
Haarlem, Teylers Museum
__________________________________________________Mari Carmen MARTÍN TEJEDOR

 
Padre Nuestro,  (en arameo) por Daniela de Mari.  

Aproximación a la obra

Rembrandt representó varios temas acerca de la vida pública de Jesucristo antes de la Pasión y en ésta. Una de sus obras más notable es el grabado que se conoce como Estampa de los cien florines. Se trata de una invención iconográfica del artista. Y resulta especialmente interesante el hecho de que uno de los mayores esfuerzos que dedicó a esta única y espléndida obra de arte tenga que ver con el ministerio de Cristo a favor de los enfermos, pobres y niños. Es más, presenta un motivo sin precedentes en la tradición pictórica.

En realidad, parece desafortunado el nombre con el que se dio a este aguafuerte: Estampa de los cien florines. Esa suma se mencionó en relación con él cinco años después de su creación, en una carta descubierta recientemente, escrita en 1654 por un marchante de Amberes, Jan Meysens, al obispo de Brujas. Este comerciante lo define como el grabado más excepcional de Rembrandt que existe, e informa al obispo que se vendió en Holanda varias veces por cien florines e incluso más. Es posible que el sobrenombre pecuniario no se hubiese prendido tan tenazmente al grabado si hubiese tenido una iconografía fácilmente identificable. Pero no la tiene. Es una invención de Rembrandt, que sacó de diversas fuentes, bíblicas y no bíblicas.

Sin embargo, lo que vemos en el grabado es claramente evangélico. En muchas ocasiones los sinópticos hablan de la multitud de enfermos que acudían donde Jesús implorando ser curados. Y también hace referencia a los niños que se acercaban espontáneamente al Señor. Todo esto aparece en la obra. Y no es frecuente esta pintura.

Rembrandt la compone, sin duda, en una etapa de sufrimiento (tan frecuente en su vida) en la que también él necesita acercarse a Jesús para ser curado. El 1642 (poco antes de comenzar Los cien florines) había muerto su mujer, Saskia, y se hallaba en una crisis espiritual honda.

Comprensión y conocimiento de la obra

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Tres de los motivos de la obra que contemplamos parecen relacionarse con el capítulo 19 del evangelio según San Mateo. Jesús se ha ido de Galilea y ha cruzado el río Jordán para ir a Transjordania. En orden sucesivo, conversa con dos grupos y un individuo de la gran multitud que lo seguía. Su intercambio con cada uno trata del misterioso mundo llamado el Reino de los Cielos.

Los fariseos (versículos 3 – 12) entablan una discusión con Cristo sobre el matrimonio y el divorcio. En el grabado, el grupo que se parece a los fariseos discute más consigo mismo que con Jesús.

Los niños pequeños (13 – 15) son acercados a Jesús para que él los bendiga con las manos. Sus discípulos intentan apartarlos, pero Cristo los detiene, pronunciando las palabras inmortales: “Dejad a los niños venid a mí, y no se lo impidáis, porque de ellos es el reino de los cielos”. En el grabado de Rembrandt, sólo acercan a dos niños a Jesús, sin aparente resistencia.


ntre los niños se encuentra el joven (16 – 22) que deseaba saber como lograr la vida eterna.

Así, la función de Cristo en este famoso grabado es la de servir de puente entre el Reino de la tierra y el Reino de los cielos. Esto coincide con su postura, con una mano tendida hacia la humanidad, la otra señalando al cielo, y su lugar en la composición, entre la profunda sombra a un lado y el brillo blanquecino en el otro.

Sin embargo, con eso no se agotan los detalles o los mensajes del grabado. El ciego conducido por una anciana hacia Cristo, es el que se cura en Betsaida en Marcos 8, 22. Aparece también una mujer en el suelo a los pies de Cristo, pidiéndole que le sane.

Al margen de que estas referencias tuvieran una intención literal, las figuras de ciegos y mutilados añaden nuevas dimensiones al Cristo del grabado. Además de señalar el camino hacia el Reino de los Cielos, Jesús también obra milagros y sana a la humanidad, aquí en la tierra.

No toda la multitud procede directamente de los escritos de los Evangelistas. Tres figuras que no hablan con Cristo ni le piden ayuda son visitantes de otros tiempos y otros lugares. El negro, a la derecha, que no se menciona en los evangelios, representa la universalidad del mensaje de Jesucristo a la humanidad. A la izquierda, están las cabezas de dos hombres con los rasgos de Sócrates y Desiderio Erasmo. Además de ilustrar la intemporalidad de las enseñanzas de Cristo, también muestra el respeto que le profesan los pensadores fundamentales de todos los tiempos. Con su presencia, Jesucristo asume el papel de maestro y guía de la humanidad.

El grupo todo es ya el Reino de Dios. Y bajo esta perspectiva comunitaria y sanativa del Reino, la pintura de Rembrandt no tiene casi precedentes.

Contemplación y oración sobre la obra

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Si nos acercamos a esta obra maestra de Rembrandt desde los ojos de la fe en Jesús, en su ministerio, en su doble naturaleza de hombre y de Dios, sacaremos un gran provecho espiritual, más allá del deleite de los sentidos ante la belleza de una obra maestra de arte.

Toda ella pone de manifiesto el gran amor de Cristo por todos los hombres, especialmente por aquellos que sufren, es decir, por todos nosotros. Ante la angustia existencial el Señor se presenta como el único capaz de salvar a la persona de sus padecimientos cotidianos.

Al mismo tiempo, nos está hablando (en todo el evangelio que visualizamos) de un Reino –de una comunidad- de paz, de amor, de justicia, de salud-. Él sirve de puente ya entre la Tierra y el Cielo, nos ha abierto las puertas de “una tierra nueva y unos cielos nuevos” (Apoc). Aunque a menudo, sus enseñanzas nos llenan de estupor; como les llenaba de estupor a sus contemporáneos.

Los fariseos que se acercan a probar a Jesucristo llevan ante él el corazón lleno de leyes y vacío de amor –deberíamos preguntarnos si existe también en nosotros alguna tendencia farisáica-. Para estos, Cristo es una piedra de escándalo y tropiezo.

En cambio, cuando el joven rico se acerca a él para preguntarle cómo conseguir la vida eterna, le está confiriendo una autoridad moral superior a la de los mismos fariseos, que se preciaban de saber y conocer la Ley de Dios mejor que nadie. La mayor Ley de Dios es para Jesús el Amor; el amor a Dios y el amor efectivo al prójimo. Y ese amor con mayúsculas que Jesús predica de palabra y de obra es el que le lleva a desear aliviar el dolor humano: el dolor por la enfermedad y el dolor del alma.


uestra oración puede expresarse con este himno

Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanza nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
real acontecer de nueva vida.

De la Liturgia de la horas
(Francisco Malgosa)

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