Rezando con los iconos

"Así como la lectura de los libros materiales permite la comprensión de la palabra viva del Señor, del mismo modo el icono permite acceder, a través de la vista, a los misterios de la salvación" (Juan Pablo II, Duodecimum saeculum).
 

Arte religioso y arte sacro


Casulla sacra

 

No sólo la poesía o la literatura, también la escultura o la pintura, incluso cualquiera de las nuevas disciplinas artísticas aparecidas en el último siglo, puede expresar, de alguna manera, lo humanum, es decir lo que concierne al ser humano. Incluso podemos decir que en todas las artes se puede dar una tensión que mueva al espectador a detenerse ante la obra artística, contemplarla como si el tiempo se parase, salir de sí mismo movido hacia un mundo superior… quedar momentaneamente en una situación como de arrebato místico ante la belleza contemplada o ante el mensaje transmitido, situación en todo parecida a la que transmite una experiencia religiosa. Y, así, aceptando esta generalización, podemos decir que toda obra artística cuenta con la posibilidad de expresar un sentimiento religioso.

El deseo de captar la atención del hombre que se encierra en toda forma de arte no se hace sin acudir a interesarle en algún aspecto de sus inquietudes vitales, es decir, intentando contestar a alguna de las preguntas que le acompañan en la vida sin encontrar respuesta. Esa respuesta, con pretensión siempre de ser original y definitiva, es en su sentido profundo como una respuesta «religiosa» a las preguntas fundamentales de la vida.

Pero lo religioso no es ciertamente lo sagrado, ni mucho menos lo sacro cristiano. El arte sacro cristiano, de hecho, existe para proclamar la verdad del Evangelio, para alabar al Señor, para servir a la liturgia sacra.

 

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1.-Arte sagrado y arte sacro

Cristo-cosmocrator_ abside-san-Vital

Como hemos visto, llamamos arte sagrado al que, estando inspirado en motivos religiosos, lleva al creyente a experimentar la presencia del misterium. En términos humanos es una experiencia indefinible del Ser supremo, del Ser Fascinante, en la terminología de Otto (El arte y lo sagrado).

 

Este grado de la experiencia espiritual que proporciona la imagen es, para Juan Plazaola, propio del arte sacro: “Una imagen religiosa sólo alcanza la categoría de lo sacro cuando irradia una atmósfera de seducción y de temor al mismo tiempo” (El Arte sacro actual, BAC, pág. 21)

 

 

 

Se dice que estamos ante una obra de arte litúrgico cuando está destinada al culto y a la catequesis de la revelación cristiana. En palabras del P. Rupnik:
"El arte litúrgico es un arte que testimonia la misericordia de Dios. Este arte expresa en las formas artísticas la objetividad del Credo de la Iglesia. Y lo expresa como belleza, como una especie de identidad de la Iglesia misma... es un arte –que alguno lo llama arte sacro- que forma parte de la liturgia misma". (MARKO I. RUPNIK, en la entrevista concedida a Natasa Govekar, en El rojo de la plaza de oro, págs. 79,80).

 

 

La sociedad secular plantea unas preguntas críticas sobre el arte con motivos religiosos que pertenecen a un arte puramente profano porque ¿cómo considerar la relación en este arte entre la expresión artística de un suceso o personaje religioso y la sanción de la Iglesia sobre dicha expresión? ¿Cómo interpretar el fabuloso tesoro artístico compuesto por las imágenes en poder de la Iglesia, cuando éstas fueron hechas en y para una clara sociedad tradicional? ¿Cómo encarnarlas ahora, en una cultura profana que ha roto con cualquier referencia religiosa? ¿Cómo enfrentar una comprensión del mundo y la existencia humana en el arte litúrgico, arte destinado al culto, en un claro contexto de falta de fe y general descreimiento?

 

La experiencia nos dice que, a medida que se vacían las iglesias y disminuye la asistencia a los templos, aumenta la asistencia a los museos y galerías de arte que, naturalmente, exhiben las colecciones de arte que con motivos religiosos han hecho los pintores de los siglos XV al XVIII. Ello es porque para apreciar el arte de inspiración religiosa no es imprescindible ser religioso. Cuando el Auditorio se llena para escuchar el Requiem, de Mozart, o una cantata inspirada en los Salmos, de Bach, no se puede suponer que se ha llenado de cristianos.

 

Tiene razón el P. Rupnik cuando señala que el
"El arte religioso es un arte que quiere suscitar mociones, experiencias, participaciones intimas en un mundo espiritual, religioso en sentido general."

 

y para sentir estas mociones sólo se precisa tener alma humana, porque la trascendencia no debe entenderse como relacionada directamente con un concepto divino.

 

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2.-El arte sacro

Creación de Adán (detalle)“Entre las actividades más nobles del ingenio humano se cuentan, con razón, las bellas artes, principalmente el arte religioso y su cumbre, que es el arte sacro” (Sacrosantum Concilium, 122).

En todas las culturas y en todos los tiempos el hombre ha dedicado recursos y habilidades a distinguir espacios que le sirvieran para dar culto a Dios, distinguiendo, así, espacios sagrados en medio del espacio pagano donde ejercía sus actividades ordinarias. Este primer arte arquitectónico fue sucesivamente complementado con obras propias del resto de las bellas artes, como pintura o escultura, que buscaban crear el ambiente propicio para cubrir la sensibilidad religiosa de los hombres de su tiempo.

Así, surge “el arte religioso y su cumbre, que es el arte sacro”, como nos indica el Concilio Vaticano II, sin aclarar muy bien qué cosa sea cada uno de ellos, aunque indica que son obras que “por su naturaleza, están relacionadas con la infinita belleza de Dios, que intentan expresar de alguna manera por medio de obras humanas”(SC 122).

Esta falta de concreción y el espíritu propio de la segunda mitad del siglo XX hicieron que los templos cristianos se llenasen de imágenes de dudosa calificación artística o, más aún, religiosa. El cardenal Ratzinger salió al paso de las exageraciones registradas diciendo:
“El arte sacro no puede ser el ámbito de la pura arbitrariedad.... De la subjetividad aislada no puede surgir el arte sacro. ... La libertad del arte, que tiene que existir también en el ámbito más delimitado del arte sacro, no es arbitrariedad”. (RATZINGER, El espíritu de la liturgia, pág. 158)

 

Y, al mismo tiempo, pedía que las imágenes entraran en las iglesias, porque
"La ausencia total de imágenes no es compatible con la fe en la encarnación de Dios. Dios, en su actuación histórica, ha entrado en nuestro mundo sensible para que el mundo se haga transparente hacia Él. Las imágenes de lo bello en las que se hace visible el misterio del Dios invisible forman parte del culto cristiano".

 

"El arte sagrado encuentra sus contenidos en las imágenes de la historia de la salvación, comenzando por la creación, desde el primer día, hasta el octavo: el día de la resurrección y de la segunda venida, en el que se consuma la línea de la historia cerrando el círculo. Forman parte de él, sobre todo, las imágenes de la historia bíblica, pero también la historia de los santos como concreciones de la historia de Jesucristo". (RATZINGER, oc. pág. 154).

 

Parece que podríamos llamar arte religioso al que responda a una cierta sublimidad espiritual que pudiéramos llamar divina, dejando para el más concreto arte sacro aquel que tiene por objeto a Dios. A este arte el Card. Ratzinger le asigna una función muy concreta:
“La imagen de Cristo y las imágenes de los santos no son fotografías. Su cometido es llevar más allá de lo constatable desde el punto de vista material, consiste en despertar los sentidos internos y enseñar una nueva forma de mirar que perciba lo invisible en lo visible... La imagen está al servicio de la liturgia; la oración y la contemplación en la que se forman las imágenes tienen que realizarse en comunión con la fe de la Iglesia. La dimensión eclesial es fundamental en el arte sagrado y, con ellos, también la relación interior con la historia de la fe, con la Sagrada Escritura y con la Tradición” (RATZINGER , oc, pág. 155)

 

Juan Plazaola concreta mejor esa cierta sublimidad espiritual propia del arte sacro y dice que
“una imagen religiosa solo alcanza la categoría de lo “sacro” cuando irradia una atmósfera de seducción y de temor al mismo tiempo, cuando hace sentir su vinculación con realidades ultramundanas que han irrumpido en nuestra existencia de tal manera que, fuera del santuario, tales imágenes parecen arrancadas a su natural destino” (J. PLAZAOLA, El arte sacro actual, BAC nº 250, pág.21). 


 

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3. Arte sacro y liturgia

Benedicto XVIComo hemos visto anteriormente, la Constitución Sacrosanctum Concilium establece una distinción entre arte religioso y arte sacro cuando dice: «Entre las actividades más nobles del ingenio humano se cuentan, con razón, las bellas artes, principalmente el arte religioso y su cumbre, que es el arte sacro» (n. 122).

Destaca, pues, el arte religioso –es decir, la expresión artística que expresa sentimientos religiosos- entre las bellas artes. Afinando más el acercamiento, podemos decir que es arte religioso el que expresa un sentimiento humano de búsqueda de Dios; el que refiere la necesidad de infinito que el hombre alberga en sí mismo; el que se hace eco del dolor, a veces de la desesperación, ante el inutil resultado de no encontrar nada que la satisfaga; pero también el que sabe expresar el íntimo sentimiento de agradecimiento a un ser superior y misterioso por el simple don de la existencia … todo lo cual, en principio, es posible de ser producido por cualquiera de las bellas artes, independientemente de otras consideraciones ajenas a ella misma, como, por ejemplo, la experiencia religiosa del artista.

En la cumbre del arte religioso está el arte sacro. El arte sacro, sin embargo, no es simplemente la expresión de la dimensión religiosa de todo hombre, sino que está íntimamente conectado a la fe. Vive en ella y por ella. La fe es una virtud teologal porque es emanación de la gracia santificante, teniendo a Dios como objeto directo y como motivo.

La dimensión sagrada del arte, se explica en referencia a la “sacralidad” del rito. El adjetivo “sacro” se atribuye sobre todo al culto, a los ritos, a los lugares “sacros”

La dimensión sacra del arte, de hecho, se explica con la referencia a la “sacralidad” del rito. El adjetivo “sacro” se atribuye, antes que nada, al culto, a los ritos, a los lugares, precisamente, “sacros” y, consiguientemente, al arte “sacro” y a sus obras.

El arte religioso se convierte en “sacro” cuando se destina al culto sagrado, al lugar sagrado , para que
“sirva con la reverencia debida y el honor que merecen las exigencias de los edificios y los ritos sagrados” (Concilio Vaticano II, Sacrosanctum Concilium, n. 123).

 

"Por tanto, el arte sacro es integralmente arte, pero encuentra su razón de ser en la sacralidad del rito al que se destina y que la conforma desde dentro, para que se destine íntimamente e internamente a la sacralidad, espejo de las verdades de fe, celebraciones y liturgias».(RODOLFO PAPA, en https://es.aleteia.org/2015/07/16/puede-ser-el-abstracto-tambien-arte-sacro/2/)

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El arte sacro se distingue, por tanto, del arte religioso por este vínculo íntimo con la liturgia; el arte sacro es «un arte adecuado a la liturgia» [J. RATZINGER, “El espíritu de la Liturgia”, cap.III]; el vínculo con la liturgia es posible gracias a la fe.

El necesario vínculo entre la liturgia y la belleza necesaria en el arte litúrgico es examinado posteriormente:
«A este respecto, se ha de tener presente que el objetivo de la arquitectura sacra es ofrecer a la Iglesia, que celebra los misterios de la fe, en particular la Eucaristía, el espacio más apto para el desarrollo adecuado de su acción litúrgica […]. La iconografía religiosa se ha de orientar a la mistagogía sacramental» (BENEDICTO XVI , Sacramentum Caritatis, 121-125).


 

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4. Características del arte sacro

Anunciación, de Rublev

Como muy bien afirma Kandiski, «Todo artista, como hijo de su época, ha de expresar lo que le es propio a esa época» (KANDINSKY, V. De lo espiritual en el arte. Paidós. 1996, pág. 65).

¿Significa eso que hoy “Todo artista, como hijo de su época, puede ignorar 2.000 años de tradición en la pintura sacra cristiana”?

Mientras la liturgia sea la oración de Cristo y la finalidad del arte sacro tenga la dimensión litúrgica que ha tenido hasta ahora, hay que afirmar que el arte sacro contemporáneo ha de mantener las características que ha presentado inequívocamente a lo largo de estos años.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Anunciación_fray-AngélicoMerece la pena destacar tres de ellas:
1. Tiene que ser bello, como es bello el Sacerdote único y eterno, Jesucristo, que es quien celebra la liturgia de la Iglesia. Y aunque no sea objeto del arte sacro darnos la salvación ni asumir la totalidad de la misión sacerdotal, sí debe mostrarnos el camino hacia ello facilitando la comprensión de la Escritura y de la fe de la Iglesia.
«Actualmente, existe una "separación" que el Papa califica de "dramática" entre "la búsqueda de la belleza, comprendida aunque reductivamente como forma exterior, como apariencia que perseguir a toda costa, y la de la verdad y la bondad de las acciones".
Esta separación transforma la belleza "en mero esteticismo, y sobre todo para los más jóvenes, en un itinerario que desemboca en lo efímero, en la apariencia banal y superficial, o incluso en una fuga hacia paraísos artificiales, que enmascaran y esconden el vacío y la inconsistencia interior".
La belleza, añade, siempre ha sido considerada como "una vía para llegar a Dios" » (BENEDICTO XVI, mensaje al presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, el arzobispo Gianfranco Ravasi, 25.11.2008)

2. Debe ser universal, capaz de expresarse en continuidad con la multiplicidad de los estilos que ha acogido a lo largo de la historia: clásico, románico, renacentista, gótico, etc.
3. Debe ser figurativo, es decir, acoger la figura, el realismo de la naturaleza humana de Cristo, centro de la acción litúrgica. Esta posibilidad –la de poder hacer imágenes de la divinidad- afirmada definitivamente en el Concilio II de Nicea, tiene su fundamento en el mismo Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, que dijo «Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre».

El arte sacro ha sido figurativo siempre, y esta característica es inherente a su dimensión litúrgica, como indica el Catecismo de la Iglesia: «La iconografía cristiana transcribe, a través de la imagen, el mensaje evangélico que la Sagrada Escritura transmite por la palabra. La imagen y la Palabra se iluminan mutuamente» (CIC n.1160).

A este respecto, el de la necesidad de la figura para la presentación real del misterio, el Papa Benedicto XVI lo dejó bien claro: «La total ausencia de imágenes no es conciliable con la fe en la encarnación de Dios» (J. RATZINGER, “El espíritu de la Liturgia”).
Como corolario a estas afirmaciones, puede decirse que todos los sistemas figurativos son capaces de expresar el arte sacro, mientras que “a sensu contrario”, todos los sistemas que rechazan la figura (arte pobre, abstracto, informal…) son incapaces de producir arte sacro y, en el fondo, ni siquiera arte cristiano.

 

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5.-Sobre el artista de arte sacro

Elogio de lo religiosoCuando acepta un encargo de arte sacro, el artista no ve mermada su capacida técnica, ni su habilidad creativa, ni la transmisión al lienzo de su impronta personal, porque la Iglesia carece de un estilo artístico propio.
Pero la producción artística sacra es muy diferente a la de una fabrica de automóviles, por ejemplo. Para ella se precisa un don que no procede del mundo materialista, sino del religioso: se precisa fe.

Por ello, la producción de arte sacro pone condiciones tanto al estilo artístico, como a la persona del altista. Por un lado, la vivencia de la fe cristiana es condición necesaria al artista de arte sacro cristiano. Por otro, sólo el arte figurativo es capaz de de representar adecuadamente el misterio de Cristo, Dios y hombre verdaderos

Consecuentemente, el decoro de la liturgia y de los elementos de la misma-entre ellos, la obra artística sacra- exige que ni la Jerarquía debe hacer encargo alguno a artista que esté alejado de la comunidad eclesial, ni éste, en el supuesto de recibir el encargo de un trabajo sacro, debe aceptarlo si su estilo o profesión religiosa no son acordes con las exigencias de la tradición artística cristiana.

Benedicto XVI se dirige a los artistas cristianos y los invita a
"dar razón" no sólo de la verdad, sino también "de la belleza de la propia fe", mediante "obras bellas y buenas al mismo tiempo", que remita "a otra belleza, verdad y bondad que sólo en Dios tienen su perfección y su fuente últimas".
En este sentido, explicó, es necesario, dentro de la conexión de la belleza con la verdad y la bondad, volver a "vincular la belleza con la razón", pues "una razón que quisiera despojarse de la belleza resultaría disminuida, como también una belleza privada de razón se reduciría a una máscara vacía e ilusoria".

 

El Papa invita a los artistas a volver a leer la Carta a los Artistas de Juan Pablo II:
"ésta es precisamente vuestra tarea, vuestra misión: suscitar la maravilla y el deseo de lo bello, formar la sensibilidad de las almas y alimentar la pasión por todo aquello que es expresión auténtica del genio humano y reflejo de la Belleza divina".

 

Por último, el Papa pidió a los artistas
"un empeño apasionado y creativo, sobre todo en el campo artístico, para promover en las culturas contemporáneas un nuevo humanismo cristiano, que sepa recorrer con claridad y decisión el camino de la auténtica belleza» (cfr. BENEDICTO XVI, mensaje al presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, el arzobispo Gianfranco Ravasi, 25.11.2008)


 

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6.-Oración

EN PERSEGUIRME, Mundo, ¿qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?
Yo no estimo tesoros ni riquezas;
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi pensamiento
que no mi pensamiento en las riquezas.
Y no estimo hermosura que, vencida,
es despojo civil de las edades,
ni riqueza me agrada fementida,
teniendo por mejor, en mis verdades,
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.

 

Sor Juana Inés de la Cruz

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