58    APARICIÓN EN EL LAGO

Marko Ivan Rupnick
Mosaico de 180 cm.(alto) x 200 cm. ancho (aproximadamente)
compuesto entre 1997 y 1999.
Iconografía occidentalizada de la Iglesia ortodoxa.
En la Capilla “Redemptoris Mater” de El Vaticano. Roma.
_______________________________________________________________ Antonio APARISI LAPORTA

 
Oblivion,   Oboe de Tomoharu Yoshida. Piazzolla

Aproximación a la obra

Este mosaico expresa la aparición de Jesús resucitado a los apóstoles en el lago de Genesaret según el relato del evangelio de Juan (Jn 21, 1-19) en donde, además de dejar constancia de la pesca milagrosa y de los peces y el pan preparados por el Señor (obvia alusión eucarística), se narra la triple confesión de amor por parte de Pedro (evocación de las tres negaciones) y el encargo pastoral que Jesús le confía de cuidar la Iglesia como verdadero pastor. De ahí la importancia dada a los símbolos en el mosaico: las esbeltez y serenidad de las figuras de Jesús, de Pedro y de los otros dos discípulos, el fuego vivo y los peces sin abrasarse, las ovejas pastando y mirando, el prado verde y fértil, el mar serenado y el amanecer de fondo.

Marko Ivan Rupnik, esloveno, nacido en 1954, jesuita, artista de renombre internacional, residente en Roma desde 1991, profesor en el Pontificio Instituto Oriental y en la Universidad Gregoriana, es el autor de esta excepcional pintura de piedra, parte reducida de la impresionante decoración en teselas de la restaurada capilla “Redemptoris Mater” (en la segunda sala del Palacio Apostólico de El Vaticano).

Junto a Tomás Spidlik, es el alma artística y teológica de esta pieza y de la totalidad de la capilla cuya restauración se confió al Taller del Centro Aletti de Roma (iniciado en 1991 por la Compañía de Jesús), un equipo permanente y comunitario de artistas creyentes (mujeres y varones) que promueve el encuentro entre el Oriente y el Occidente cristianos, escuchando y asumiendo el estilo ortodoxo en una fecunda síntesis espiritual y estética al servicio de la vivencia de la fe.

Rupnik (director del Centro Aletti) se remonta en su creación a las raíces del concepto de arte cristiano desarrolladas por Santos Padres occidentales y orientales (Gregorio de Nisa, Ireneo, Basilio, Efrén el Sirio…).

Comprensión de la obra

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La capilla “Redemptoris Mater” (Madre del Redentor, nombre que hace referencia a la gran imagen presidencial de la Virgen Sede de la Sabiduría) está concebida a modo de inmenso y deslumbrador retablo que introduce en todo el Misterio de la Redención, desde sus orígenes veterotestamentarios. En forma rectangular, la constituyen cuatro paredes y una bóveda, todo en mosaicos de colorido vivo en torno a la gama del rojo, azul y dorado, desde el suelo mismo hasta el techo. Sus coordenadas teológicas expresan –en armonía- la transfiguración del hombre y del mundo por obra de Cristo (perspectiva central de la Iglesia de Oriente) y la anamnesis o memoria viva de la obra trinitaria y humana del Redentor que culmina en el Misterio de su Muerte y Resurrección (perspectiva central de la Iglesia de Occidente); llenando de presencia divina la totalidad del espacio.

a) El conjunto

El mosaico de la Aparición en el lago pertenece a la pared lateral derecha (según miramos a la central que es la pared de la Jerusalén celeste).

El hieratismo (la quietud) que caracteriza al mosaico bizantino se supera aquí por el movimiento, el color y la luz; elementos que revelan la presencia viva de Jesús resucitado junto a los suyos en un clima de amor y de corresponsabilidad y, a la vez, la animación de la materia (la piedra) por su Espíritu.


a escena evangélica narrada se trasciende a sí misma:

- Jesús sigue obrando el detalle cálido de los peces preparados en las llamas amables como un alimento primordial para los hombres;
- Él continúa siendo el buen pastor al que siguen las ovejas y que va en busca de las que están solas;
- todo ocurre en la dinámica del amor mutuo alzado (por las tres preguntas) al triple, al amor trinitario,
- y se hace actual y apremiante para todos el encargo a Pedro: cuida de los hombres, cuida de mi iglesia.

b) El movimiento en las figuras del mosaico


l movimiento –normalmente tan difícil en el arte del mosaico- viene expresado aquí por dos elementos fundamentales:

- Por la viveza de los rostros: los ojos –grandes, claros- se mueven porque su fijeza mutua (la de Jesús en los discípulos y la de éstos en el Señor) es dinámica, extraordinariamente receptiva y activa; incluso la mirada de la oveja que alza la cabeza.
- Y por el gesto de las manos y los brazos que hablan del calor de la confianza y de la disponibilidad, simbolizados, además, en las llamas de la hoguera que asa los peces y en la frescura de la hierba.

Ese dinamismo revela una mutua complicidad de entendimiento y de atracción entre todas las personas que componen la obra y que realizan su encuentro ante nosotros.

c) La luz y el color

La transcendencia del mensaje –la comunión que testimonia el mosaico y a la que invita- viene dada, en realidad, por el conjunto perfectamente armonizado de materia, luz y color. Quizás esa sea la razón de que los colores vayan del rojo al azul (en una gama cordial) y de que los vestidos de las figuras expresen a la vez materialidad y levedad.

Lo que costosamente (aunque de manera admirable) consigue la pintura al óleo o al fresco, está realizado aquí por este mosaico de Rupnik, verdadera pintura en piedra.

El comentarista de la capilla “Redemptoris Mater”, Crispino Valenziano, escribe: “Hay tanta luz que la noche no puede engullirla. No hay crepúsculo que pueda devorar los colores”. Luz y color insertos en la materia. "Los colores son aquí testigos de la luz y la Luz es la vida de los hombres”. El principio de la belleza está en la luz (sin ella no habría percepción estética visual); y lo que brinda la luz –cuando llega- son los colores, si bien es cierto también (a la inversa), que la experiencia de la luz viene de esa fiesta de los colores. El inmenso mosaico de la capilla es una fiesta de colores en perfecta correlación de luz y de color.

Pero es preciso recordar que la fuente de la luz está siempre más allá. Nos alza a lo divino. Y ésta es la vivencia a la que Rupnik aspira en la pieza que contemplamos:

“Dios ha creado el mundo con la Palabra y, por eso, la materia no es extraña a la inteligencia. En la materia del mundo se esconde su sentido, porque la palabra, el Logos, es el sentido, la orientación, la dirección, la jerarquía justa de las cosas. Hay un código del Logos puesto en la materia de todo el universo, y Dios es tan bueno que nos ha dejado también la clave de la lectura. Esta clave es la luz”. (en Los colores de la luz , págs. 13 y ss, 23 y ss)

Contemplación de la obra. Oración.

El mosaico que miramos despacio y la capilla toda son una invitación a la catequesis (al acrecentamiento de la fe y a la liturgia oracional). Se han creado exclusivamente con ese fin. Pocas veces oramos desde la piedra convertida en mensaje luminoso. La contemplación de este mosaico nos ofrece ahora esta posibilidad. La resurrección es no sólo la presencia del Espíritu de Jesús en las personas, sino también en la tierra capaz entonces de hacerse traslúcida. Esto es lo que sucede en esta obra con las teselas llenas de color y colaboradoras de la Luz.

Estamos siendo adentrados –por el camino del corazón y de los ojos- en el misterio del arte cristiano en su dimensión cósmica, en la realidad cósmica de Jesús y, por tanto, de la fe en Jesús.

El mismo Marko Rupnik, creyente, teólogo que recibe el legado puro de la Tradición Oriental, nos testimonia esta fe al realizar su obra: “Tras veinte años de estudio del arte moderno y de trabajo específico en la pintura, la única alternativa que me parecía realizable y en la que creía, a finales del siglo XX, era un mosaico del que emergiera, sobre todo, su materialidad” . Devolver a la humilde materia su espiritualidad, su razón divina, hacerla transparente sin diluirla, dotarla de la armonía de lo distinto, del orden, del relato, del diálogo, de Dios, de Jesús…, hasta verificar la íntima unión pétrea: “Vosotros, cual piedras vivas, entráis en la construcción de un edificio espiritual… por mediación de Jesucristo” (1 Pedro, 2,5) porque “todo tiene en él su consistencia… lo que hay en la tierra y en los cielos” (Col 1, 10-20).

Ésta es la apasionante invitación que se hace a todo creyente: andar hacia la unidad de todo lo existente salido de las manos de Dios “El Uno en todo, el Trino todo en Uno” (Liturgia de Laudes). ¿Nos atreveremos a aceptarla?

El mosaico contemplado nos hace, pues, entrar en comunión con el Señor resucitado en y desde la realidad entrañable de la tierra transfigurada de luz, de color y de historia viva. Es a nosotros a quien se aparece Jesús de esta forma y nos pregunta –como a Pedro-: ¿Me amas?… Porque sólo una respuesta de amor permite iniciarse en ese Misterio espléndido.


sólo una respuesta de amor permite asumir responsabilidades sobre los demás, sobre los hermanos, como debe asumirlas Pedro.


uestra fe, así, podrá también descansar en los apóstoles.

¿En quién descansaremos
la duda y la
sino en vosotros, cimientos de la Iglesia,
que habéis visto al Señor resucitado;
y oísteis al Espíritu
revelar por el fuego y la palabra
el Misterio de Cristo
que estaba oculto en Dios desde los siglos?

¡Guardadnos en la fe y en la unidad,
vosotros que ya estáis desde el principio
en comunión con Cristo y con el Padre!

Himno de Laudes en las fiestas de Apóstoles
Liturgia de las horas

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